III. La más deseada

95 11 8
                                    

- No te preocupes mujer. Haré de ti la estudiante más popular de esa maldita universidad... Esas basuras se arrodillaran... - dijo el murciélago para si mismo

En realidad, no tenía suficiente magia para poder hablar como los humanos, solo podía emitir un sonido, "i". Sin embargo, no se iba a conformar con esa patética forma, era práctica y adorable, nada más. Mezcló un poco de su sangre con la que Orihime le ofreció como alimento, usando sus diminutas garras en el pecho de la chica, justo entre los senos, donde lo guardaba; dibujó un círculo ritual, era  un trato por su ayuda. Era un pacto con aquel pequeño demonio, no era algo complicado, ya que ella no había aceptado, ni ofrecido su sangre a cambio de un favor, por el contrario, el vampiro le debía la vida. El alado bebió el resto de la sangre para cerrar el trato, mientras ponía manos a la obra sobre la ropa aburrida de su benefactora. Había una pequeña máquina de coser, un par de tijeras, un montón de agujas, botones, listones e hilos; por lo que tomó una a una las prendas para darles un cambio total.

Basándose en su poca experiencia en coqueteo entre parejas, no buscaba una vestimenta demasiado vulgar para la mujer, pero si algo atractivo, llamativo, algo que llamara la atención del sexo opuesto. Era un demonio, no tenía sentido de la moda, no entendía el propósito de la ropa, no le importaba la tendencia, ni siquiera si era anticuado. Con solo instinto y lo que conocía de humanos, paso horas cortando, cosiendo, ajustando y arreglando las prendas. Se admiró al ver su linda creación, ahora debía peinar su cabello, ponerle un sutil maquillaje y un suave andar para pasar a la segunda etapa de su plan. La piel sangrante de la dama era muy tentadora, pero no cedió, sino que comió su fruta, después fue por gasa y alcohol. Respiró hondo, lamio la herida y después la curó con el desinfectante. Se acomodó una vez entre los senos de la chica para descansar, no lo había hecho en todo el día, se supone era nocturno, pero había tenido una extraña serie de eventos.

Solo pasaron un par de horas antes de que sonará la alarma para ir a la escuela. Inoue sonrió al ver al diminuto animal dormido en su pecho. Lo acarició con sus dedos, entonces se levantó un poco, quedó anonada ante la destrucción de su repertorio de ropa.

- ¿Qué hiciste pequeño Ulquiorra? - preguntó la desdichada chica

Esto despertó al agotado murciélago, qué orgulloso voló a un conjunto de vestir, que había seleccionado meticulosa ente para ella. Solo emitió su lindo chillido para pedirle que vistiera esas prendas. La pelirroja se sonrojo al ver la seductora pieza.

- ¿Quieres qué me ponga eso pequeño Ulquiorra? - dijo la dama

Era un vestido recortado, ajustado de la cintura, con un escote de corazón, una blusa había sido mutilada para ser la parte superior, puesta encima del vestido como cuello y mangas junto con unos listones rosados. También unos mallones blancos convertidos en medias con encaje y unos moños, un par de lindas zapatillas de un pequeño tacón, con un suave color rosa completaban el atuendo. Lo que avergonzó bastante a la estudiante, quien miró el reloj.

- ¡He! Es muy lindo... pero... debo bañarme... - dijo la pelirroja

Corrió a la ducha, el vampiro la siguió para evitar que dañara el contrato. Ver su hermosa silueta desnuda, aceleró su corazón, pero no había baño más inocente que el de una mujer con un animal de apenas unos centímetros. Era como ver a una niña con su muñeca favorita. Así al regresar a la alcoba la feliz doncella había olvidado lo ocurrido con su ropa.

- Muy bien pequeño Ulquiorra. Me pondré lo qué escogiste... pero, no me lo puedo poner así... - dijo Inoue

Entonces con sus garras le mostró una pantaleta y un brasier invisible.

- ¿Hiciste todo esto por mí? ¿Arreglaste toda la ropa solo por mí? ¿Te esforzaste toda la noche solo para ayudarme? - preguntó sollozando la universitaria

El vampiro en mi pecho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora