XII. Por un Alma

42 7 6
                                    

El par de íncubos llegaron con ojiverde.

- ¿Qué ocurre Noitra, Grimillow? - preguntó con frialdad el de pálida piel agitando sus alas

Hicieron una reverencia, miraron nerviosos a la chica.

- Su majestad le pide que cuando se desocupe vaya a verlo... - dijo el de cabello azul

- ¿Mi padre? Hmp. No suele llamarme, solo darme más trabajo... - dijo algo molesto el de mayor rango

- Lo lamentamos señor... - dijo el alto

- Tck. Iré más tarde cuando terminé con mi mujer... - dijo el vampiro

Las palabras "mi mujer" abrumaron a la doncella qué sujetó su rostro.

- De acuerdo señor, ¿quién lo acompañará? - dijo el ojiceleste

- Obviamente ustedes dos. Son los íncubos más poderosos del círculo de la lujuria... Díganle a Stark y a Lilinette qué vengan a cuidar de cerca a la mujer en cuánto despierte... Sí la toca un pecador o algún otro demonio le falta al respeto lo mataré aunque sea mi hermano... - dijo furioso el de cabello blanco

- Sí señor... - dijo el dúo nervioso

Después el par desapareció.

- ¿Le cause algún problema joven Ulquiorra? Y, ¿quiénes son...? - dijo la pelirroja

- No me causas problemas. Stark es el mayor, pero más desobligado de mis demonios... Mientras que Lilinette es la más pequeña, es dulce, aunque dispersa... - dijo el caballero

- Entiendo, son amigos suyos... - dijo la humana

- No exactamente. Son mis hijos... Pero soy más que su padre, soy el soberano de este lugar. Yo mando aquí y ellos obedecen, por lo que no son mis amigos, son mis subordinados... - dijo frío el alado

- ¿Sus hijos? ¿Es casado...? - dijo la mujer

- No soy casado, más bien viudo... Mi pareja era Lilit... murió hace mucho tiempo... Cuando funde las ciudades gemelas de la dicha... Los demonios son mis hijos, crecen más rápido que los humanos y viven siglos, somos casi inmortales... Mientras que un bebé humano tarda 9 meses en nacer, nacen 3 demonios... solo necesitamos 3 meses para crecer... y pese a las historias, no matan a sus progenitores, por el contrario, para evitar lastimar a su mamá nacen pronto... - dijo el demonio

Todo aquello sorprendió un poco a Orihime, aunque no lo terminó de entender.

- Ya veo. ¡Qué lastima! Usted es muy bueno... ¿Le parece si vamos a jugar en el agua...? - dijo la chica

- Por supuesto... - dijo tranquilo el murciélago

Así que igual que dos adolescentes jugaban lanzando la pelota uno al otro, Ulquiorra era un poco menos paciente por lo que en momentos usaba sus alas para golpear el balón en lugar de saltar. Luego se fueron a caminar por la playa, el de pálida piel le dio unas flores a la estudiante, comieron unas frutas que encontraron entre el bosque, se baño la dama y se fue a dormir. Entonces llegó el relevo, los cuatro demonios hicieron una reverencia.

- Supongo que ya lo saben, pero debo irme... Al regresar quiero una reunión con todos... - dijo algo molesto el ojiverde

Abrió sus alas y emprendió el vuelo, detrás de este iban Gilga y Jaquen, en dirección al círculo de la soberbia donde yacía su papá. Un lugar impecable, que gritaba de perfección, ostentoso, magnífico, todo eso que los hombres ponían a sus castillos para demostrar su orgullo con lujos. Para el pecado de la lujuria era innecesario dado que el sexo no necesita estatus social. En un peculiar trono estaba Lucifer, con sus grandes alas, apenas se podía distinguir su silueta en esa aura de luz. Los de menor rango se inclinaron inmediatamente, pero Ciffer solo lo miró con un suspiró.

El vampiro en mi pecho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora