XXIII. Amor II (Final)

29 2 7
                                    

Todo alrededor se detuvo, incluso Rafael, eso dejó helados a Aizen y a Ulquiorra.

- ¡Padre! - dijo frío el castaño

- ¿Él es Dios? - dijo el de 3 cabezas

Era solo una chispa de luz tan brillante como indescriptible.

- Yo me llevaré a Rafael de regreso... Ustedes sigan con su trabajo... Lo han hecho bien... Me voy, no puedo permanecer más tiempo aquí sin afectar a otros... - dijo el eco en el ambiente

- Espera. ¿A qué te refieres con hacerlo bien? Sí solo torturó almas... - dijo el ojiverde

- No es así, les das la oportunidad de aprender de sus errores... Además solo debes cuidar lo que amas, aunque eso implique hacer auto sacrificio, dejar libre a los otros y ser humilde... Haz demostrado que lo estás haciendo bien al salvar incluso a quien te lastimó... Yo confío en ustedes... por eso les di libre albedrío... Ahora no se preocupen, todo estará bien... - dijo la extraña voz antes de desaparecer

El arcángel había desaparecido. Ellos habían sido enviados al infierno, seguía gravemente herido el ojiverde, sin embargo estaba a salvo del despiadado sol junto a su papá. En la casa el mago, la bruja y los invitados estaban aún confundidos entre la niebla, en un parpadeo y un leve rayo de luz todo había terminado.

- Debo irme... pero dejaré abierto el escondite para que vayas a buscar a los niños... Sí tú exorcista les haces daño... Te mataré... - dijo el rubio antes de agitar su varita y desaparecer

La angustiada madre corrió al interior de la hacienda donde los dos mayores cargaban a los más pequeños, mientras Ninny se abrazó a su mamá.

- ¿Qué pasó con Merlín? - dijo el pelinegro entregando a Noel a la de ojos grises

- Está herido, dijo que debía irse, también estaba muy lastimado el joven Ulquiorra... - dijo entre lágrimas la anfitriona

- ¿¡Ulquiorra!? - dijo el par de íncubos

- Nosotros iremos a buscarlo. Probablemente no venga en un tiempo por lo mismo... No te preocupes... Estará bien... La comida no dejará de llegar ni te abandonaremos a tu suerte... Te vendremos a ver como de costumbre... - dijo Jean poniendo en el suelo al niño

Entonces pegaron en el suelo y una especie de portal apareció, dentro de está grieta en el espacio se es fumaron los dos demonios. Aquello le causó angustia a la bióloga, pero confiaba en su esposo.

- ¿Qué les parece sí nos sentamos a cenar? - dijo la porrista para romper la tensión

- Sí quieres que te acompañe, también entenderé sí no... Ya entendí que no debo intentar cambiar el destino de las personas, mientras sean buenas personas, sean felices y sigan adelante con amor en el corazón... no hay necesidad de... solo tener fe... - dijo el pelirrojo

- Gracias por sus palabras joven Kurosaki... Vamos a comer todos juntos... Mis hijos son un poco traviesos, pero no sé preocupen... son muy buenos... - dijo Orihime

Entonces se sentaron en el comedor, las dos mujeres estaban contentas cuidando de los bebés. El religioso no era muy afín a relacionarse con diablillos, así que sólo miraba la escena. En el cielo los otros ángeles miraban con furia al fugitivo.

- ¿¡Qué hiciste Rafael!? - dijo Zariel

- Hermano, escucha... - dijo el acusado

- ¡No hay excusas! Te dijimos que debías esperar a que tomáramos una resolución... ¡Perdiste! ¿Por qué? Por soberbia, también debes saber ser humilde y alimentar la fe de tus adeptos... - dijo Horus

El vampiro en mi pecho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora