XIV. Mi Esposa

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Los demonios estaban furiosos por la completa indiferencia de los ángeles que tampoco resolvieron el problema. El de la lujuria estaba pensativo, tenso, nervioso, tantos malos recuerdos de la última vez que había enfrentado a Rafael no lo dejaban en paz. Así que sacudió sus cabezas, lentamente tomó su forma humana y fue hacia su territorio. Prefería recordar su linda boda entre sus hermanos, con sus hijos y los pecadores, todos bien portados, elegantes, vestidos con sus túnicas y sus joyas, pero la que resplandecio era la pelirroja, con el más hermoso vestido blanco con flores bordadas, cristales, diamantes incrustados y un velo tan delicado como una mariposa. Era negro como la noche, lo que hacía resaltar su blanca piel, así como sus ojos grises, solo su rojo cabello al igual que el moño en su cintura.

Los demonios habían adornado con cadenas de flores toda la zona donde sería la caminata hasta el altar

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Los demonios habían adornado con cadenas de flores toda la zona donde sería la caminata hasta el altar. Las elegantes bancas estaban caladas en madera negra. Había en cada asiento un pequeño recuerdo, una copa de vino con el nombre de los novios.

"Orihime & Ulquiorra"

También a los invitados se les entregaba un ramito de flores atadas con un listón con los nombres. Las antorchas alrededor daban cierta iluminación al evento. Poco a poco elegantes se sentaban en orden jerárquico. El novio guardo sus alas para lucir totalmente humano, en su muy refinado traje, negro con botones dorados; esperó junto al nada humilde templete y altar donde Aizen esperaba para realizar la ceremonia. Algunos diablillos lanzaban pétalos al paso de la novia, que dejaba la pequeña casa, sostenía un ramo de negras rosas, alcatraces y orquídeas. Era tan bella que todos se abrumaban a su paso, no podían evitar sentir envidia por esa rara virgen que desposaba Asmodeo. Al fin llegó al altar la de ojos grises, una banda de músicos empezó a tocar el cortejo nupcial. El castaño le extendió sus manos a la pareja cada uno le tomó para iniciar la ceremonia.

- Estamos aquí reunidos para celebrar la unión del demonio de la lujuria, soberano del deseo, príncipe del infierno, hijo del arcángel Samael... Asmodeo... - dijo Aizen

- ¿Asmodeo? - preguntó la dama

- Su majestad, rey del infierno... ella me salvó, ella me dio el nombre de Ulquiorra Ciffer... Así que llámame por ese nombre... - dijo el pelinegro

El ángel de 6 alas solo sonrió.

- De acuerdo... De Ulquiorra Ciffer con la bióloga, la virgen defensora de la piedad, la señorita Inoue Orihime... En matrimonio... Querida señorita Inoue Orihime... ¿usted acepta por esposo, en la salud, en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza... para amarlo y respetarlo por toda la eternidad... a Ulquiorra Ciffer? - dijo Sosuke

- Aceptó... - dijo dulce la chica

- Ahora, Ulquiorra... ¿Aceptás por esposa, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, para amarla y respetarla... a Inoue Orihime, hasta que la muerte los separé? - dijo el ángel

- Aceptó... - dijo el ojiverde

Satanás tomó las manos de ambos y las puso juntas como símbolo de su unión.

- Entonces por el poder que recibí de Dios, como el soberano de las tinieblas... Yo los declaro, marido y mujer, puede besar a la novia... - dijo el de ojos café

La dama y el demonio se dieron un pequeño beso. El lugar se llenó de regocijo. Las bancas se cambiaron por mesas y se trajo un gran banquete. La pelirroja miraba como suplantaban el altar por una magnífica mesa y sillas. Los regalos empezaron a llenar el tablón, el pastel y otros postres también inundaron la recepción.

- Joven Ulquiorra, ¿por qué no dijo que nos íbamos a ser fieles? Tampoco usamos argollas que reafirmen nuestro juramento... - dijo la estudiante

- Por qué los demonios somos polígamos... pero no te preocupes por eso, yo nunca he tenido más de una esposa... Por eso me mantuve viudo, hasta ahora... - dijo el pelinegro poniendo su mano sobre la de Orihime

En ese momento en las manos de ambos apareció un magnífico anillo, negro como la noche, pero a ella le dio otra halo con una hermosa flor de hibisco azul.

- Así te juró mi fidelidad hasta que tu vida mortal se terminé... - dijo el caballero al oído

- Gracias. Eres muy amable... ¡Ahora vamos a comer! - dijo la dama sonrojada

Unos diablillos sirvieron a la pareja una suculenta comida. Frente a la mesa principal se pusieron de rodillas todos los hijos de Asmodeo.

- Te prepararon tu comida favorita... ¡Incubos y súcubos! Muestren su lealtad a la soberana de la lujuria... - dijo firme el de pálida piel

Todos los subordinados agitaron sus alas y golpearon el suelo con su puño en un fuerte sonido.

- Le juramos lealtad a nuestra madre... - dijeron los alados

- ¿Su madre? - dijo nerviosa la bióloga

- Por supuesto. Ya son tus hijos. Son pocos los que me quedan, pero te serán fieles y te amarán como yo a ti... - dijo serio el ojiverde

Eso llenó el corazón de Inoue de ilusión, por primera vez se sentía querida. Se pusieron de pie los íncubos y súcubos, entregando a la dama un pequeño presente, la mayoría ropa o joyas. Todos cenaban de forma amena entre las pláticas usuales, nada más que su trabajo. Entonces el de 6 alas hizo un anunció a la mitad de la fiesta.

- Ahora abriremos la pista de baile. Empezaremos con algo de vals y seguimos con música del diablo... - dijo con una sonrisa el castaño

- ¡Rock! - dijeron los presentes en coro

Sin dudar Ulquiorra le extendió su mano a su esposa para acudir al llamado.

- Pero no se bailar... - dijo con pena la pelirroja

- Recuerda que yo puedo concederte cualquier deseo... en cuanto tomes mi mano tu podrás bailar... No te preocupes... - dijo cálido el demonio

Con gran confianza la mujer sujetó la mano de su esposo, así comenzaron a bailar prodigiosos por la pista. Pasaron un sin número de melodías, ¿cuánto tiempo fue? Era difícil decirlo. Volvieron a la mesa para seguir con el postre antes de regresar a la danza, a tomar una copa de alcohol. Parecía no tener fin la comida, la bebida y la música, no se sentían cansados o aburridos. Sin embargo llegó el momento de pasar la noche de bodas, por lo que tomados de la mano los recién casados se fueron a su pequeña vivienda. Orihime estaba aterrada, estaba muy nerviosa por ser una virgen. Pero el hombre fue delicado, apenas la tocaba para retirar sus prendas, como si de ballet se tratará, así fue perdiendo el miedo. La doncella lo miró, era él mismo de sus sueños, pero algo la inquietaba, no era su desnudez ni su desconocimiento. Así que acarició su mejilla del caballero, para hacer una solicitud.

- Joven Ulquiorra... ¿Puedo pasar la noche con usted, cómo el día que llegamos a este lugar...? - dijo la universitaria

Extrañado el demonio mostró sus grandes alas negras, su fina cola, su cabello se hizo blanco y se coronó con esas llamas verdes.

- Recuerda, siempre seré lo que tú deseo quiera... - dijo el alado

Con sus plumas cubrió a la chica, la abrazó con gentileza para no lastimarla con sus garras. La besó con dulzura, con sus alas acarició su espalda, llenando a la dama de nuevas sensaciones. Así que se recargo sobre su pecho, recorrió su franca y suave piel. Por lo que se dejaron llevar por su instinto, satisfaciendo su curiosidad. Incluso se descubrían mutuamente, hasta llegado el momento de copular en un acto puro, sin medir el tiempo que entregaban su cuerpo el uno al otro. Solo las horas de sexo finalmente los hizo caer en la cama de cansancio, por lo que el amable Ciffer la abrazó a su pecho y la cobijó con sus alas para dormir.

-------------- Capítulo completo ---------------

El vampiro en mi pecho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora