Capitulo [20]

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Los primeros rayos del sol filtrándose por la estrecha abertura de la cueva iluminaron tenuemente el rostro de Izuku, quien se despertó sobresaltado al sentir el frío, sucio y duro suelo debajo de él. Parpadeando con lentitud, se frotó los ojos con las manos, intentando despejar la neblina de la noche anterior de su mente.

Al girar la cabeza, se percató de la presencia de Fuwa a escasos metros de él, también despertando lentamente. La joven parecía incómoda y desorientada, con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados ante la luz que se filtraba en la cueva. Izuku se incorporó con torpeza, sintiendo cada músculo de su cuerpo protestar por la incomodidad de la fría y sucia superficie en la que habían pasado la noche.

Se acercó con cautela a Fuwa, notando la tensión en su postura y la expresión de desconcierto en su rostro. No podía culparla, después de todo, habían pasado la noche en un lugar totalmente desconocido y poco acogedor. Izuku extendió una mano hacia ella en un gesto de ayuda, ofreciéndole apoyo para levantarse del suelo.

—¿Estás bien?—murmuró suavemente, tratando de calmar los nervios que sentían ambos al despertar en aquella situación tan precaria.

Fuwa asintió con un gesto cansado, aceptando la ayuda de Izuku para ponerse en pie. Dando inició oficialmente al segundo día desde que su realidad cambió de un momento a otro.

—A pesar de haber pasado mucho tiempo en la naturaleza, siempre ha sido en una tienda de campaña o durmiendo atada a la rama de un árbol grande. Aún no puedo creer que haya tenido que dormir en este maldito suelo—se quejó Fuwa ante los constantes crujidos en su región lumbar.

Izuku, por su parte, no pudo evitar estirar su brazo para aliviar su malestar.

—Tendremos que acostumbrarnos, Fuwa-san. Cuanto más aceptemos que estamos en el refugio más seguro posible, menos pensaremos en nuestras camas y en cuánto las extrañaremos—respondió Izuku, mostrando también su evidente frustración entre líneas.

—¡Bien! ¡Es hora de trabajar!—afirmó Fuwa.

Momentos antes de actuar, Izuku y Fuwa se agacharon cerca de la entrada para tomar un sorbo del agua potable que la joven había traído consigo en su botella con filtro. El líquido fresco y cristalino les devolvió algo de energía y claridad mental para hacer frente a un duro día de trabajo y asegurar la supervivencia de ambos.

Después de intercambiar miradas de determinación y asentir en silencio, decidieron abandonar su precario refugio en busca de recursos para sobrevivir en ese bosque. Fuwa, con su experiencia previa en actividades al aire libre, consultó su libro de supervivencia para trazar un plan de acción junto con Izuku la noche anterior.

El primer objetivo era conseguir más leña para asegurarse de mantenerse calientes en las frías noches que se acercaban. Pero antes de adentrarse en el denso bosque, sabían que tenían que evitar perderse, lo cual solo sería posible dejando marcas con lo que tuvieran a mano. Afortunadamente, una roca bien afilada era todo lo que necesitaban para trazar marcas en la corteza de los árboles cercanos al refugio. Cada vez que se alejaban más del lugar, tenían que trazar la marca en otro árbol reconocible para asegurar un camino de regreso. Izuku, al decidir qué marca poner, sugirió el kanji “家”, katei, que en una lengua romance significa “hogar”. Luego, con cuidado, se adentraron en el denso bosque en busca de ramas secas y caídas que les pudieran servir de combustible para la fogata que habían apagado la noche anterior.

Después de reunir una cantidad suficiente de leña apta para el uso que le querían dar y guardarla en un lapso de dos horas , decidieron pasar al siguiente objetivo: asegurar su alimentación. La única barra de chocolate que tenían no sería suficiente para sostenerlos, por lo que era imperativo encontrar fuentes de comida más sustanciales.

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⏰ Última actualización: Mar 25 ⏰

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El regreso de los invocados (Izuku x harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora