Era en medio de la noche.
Morgan despertó con ese distintivo y metálico sabor debajo de su lengua que se dilataba horriblemente como menta fresca acompañada de agua helada; invadiendo su cerebro con una sensación de electricidad estática que mordisqueaba sus nervios. Esperando para dispararse.
Trató de mantenerse lógica. Era un sonido simple. Común. Normal.
Una gota perdida que, perdida como estaba, buscaba a sus amigas. Deseosa de compañía en ese concepto suicida de reunión y confort para terminar en el fondo del tazón. Cayendo en confianza ciega desde el desgastado grifo de alguno de los muchos lavabos de la casa, migrando en busca de su hogar. De sus iguales.
Giró su rostro hasta encarar la puerta, cubriéndose con sus cobijas hasta solo permitir que su rostro estuviese fuera, a pesar de su supuesta valentía; exhalando despacio y tan silenciosamente como pudo. Como si la simultaneidad de estar callada y mirar pudiese nivelar su miedo en algo más apropiado. Más adulto.
Haciendo las cosas reales, reales. Espantando las que no.
"Tienes que mirar."
Sabía que era estúpido, pero la tormenta de fuera y el hecho de que alguna vez había tenido un perro que solía lamer su mano justo antes de dormir estaba siendo suficiente combustible para alimentar la carrera de fórmula uno que su corazón estaba tomando; estar a la cabeza una batalla de pistones acelerados hasta estarse quemando.
Solo era una historia.
Una tonta, ridícula y patética historia de internet que algún perdedor había escrito por su odio hacia el mundo. Como venganza, sin más. Un perdedor como su hermano, quien estaba durmiendo cerca y soñando esas estúpidas cosas que al día siguiente le diría con vívido detalle en el desayuno, haciéndola odiar alguna otra parte de su comida por la similitud con alguna parte del cuerpo que ella desearía nunca haber imaginado.
Un perdedor.
Nada más.
"Correcto."
—No es nada. —Musitó para sí misma en un ejercicio de auto tranquilización que estaba más cerca de ser una plegaria al aire que un ejemplo lógico.
—¿Estás segura? —Una voz respondió de la nada. Justo ahí. Donde la oscuridad casi sólida de su recámara apenas y permitía la iluminación plateada y fría del paso de un relámpago que latigueaba el cielo de vez en vez entre las nubes negras una vez cada milenio.
Breves momentos de claridad entre las sombras a las que les fascinaba dibujar más que fantasmas con la tinta de la luz nocturna.
Su brazo le dolería al día siguiente, pero igual permitió a su arrebato arrojarlo hacia su mesita de noche; donde su luz encendió rápidamente, reconfortándola. Cayendo en la alfombra junto un vaso de agua que se derramó por todos lados y que, por un momento, reflejó los igualmente aterrados ojos de su hermano gemelo en ella.
Fastidiado, Marsten suspiró en la cama de en frente, tratando de ocultar su vergüenza por permitir que su alma casi saltase de su piel por algo tan tonto. Sus manos apretadas alrededor de la orilla de su propia manta.
—Jesucristo, ¡Solamente era una pregunta! —Su voz sonaba ahogada y molesta, y trató de ocultarlo, pero Morgan sabía bien que estaba asustado también.
—¡Todo está bien! ¡Dije que no era nada! —Casi estaba gritando, pero en un tono molesto. No en uno de miedo. Solo fastidio. Solo ira.
Un tono que hizo que su gemelo se tensara y levantase su barbilla como cada vez que trataba de no llorar. Como si eso le permitiese tragarlo con más facilidad.
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"E" es por las Excusas
General FictionColección de 31 historias tontas originales por el mes de Enero. "Es bueno tener algo de talento para ser escritor, pero el único requerimiento real es la habilidad de recordar la historia de cada cicatriz." -Stephen King. Una idea que será manipul...