Santidad Profana

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—Mátalo. —Sus manos estaban temblando y Demonio parpadeó rápido a la vez que el sudor caía en sus recientemente adquiridos ojos. —Mátalo. —

El otro ente que se encontraba aprisionado en la misma celda de carne repitió. Como un cántico. Como siempre lo hacían. De manera imperturbable.

—No puedo soportar existir dentro de este objeto corrupto por más tiempo. —Ser continuó. —Es lo que se supone que tú deberías hacer. Es de acuerdo con el Plan. —

Ambos seres tragaron, en el mismo espacio.

Demonio rehusándose o incapaz de moverse. En ese encierro.

—¿Eres hombre o demonio? —Presionó otra vez. Su voz no poseía inflexión alguna y entre todo, es eso lo que Demonio odiaba más. —Es justicia. No temas. Rompió las leyes y nos escarmentó dentro de esta mediocre forma y ahora, debe de enfrentar las consecuencias de sus actos. —

—¿No es eso un castigo demasiado cruel para alguien hecho de Luz? —No se pensaba superior a asesinar a alguien. Diablos, no. Había hecho cosas mucho más terribles antes en todos sus años de existencia demoníaca, pero morir... Morir era algo que no estaba entre sus experiencias favoritas.

Verán, cuando un ser mortal fallece, experimenta la muerte apenas y un instante. Brevemente. Como un parpadeo. Igual a quedarse dormido.

La Muerte no es nada más que un sueño profundo. No hay nada allí y dura apenas un segundo. Te hace desaparecer en ella, resbalándote en su infinita penumbra refrescante. Un estornudo era más notorio para alguien mortal que morir.

Pero para alguien imperecedero...Oh. Era espantoso y asqueroso y se extendía agónicamente como goma de mascar caliente. Jamás rompiéndose. Jamás alcanzando un final. Pegándose a todo lo que poseían. Manchando la misma sustancia de la que fueron hechos. Oliendo como aquellas cosas viejas que alguna vez fueron preciosas, almacenadas en montones dentro de un armario oscuro o un ático. Olvidadas para siempre a la merced de las polillas y el moho. Pútridas. Era repugnante y blasfemamente permanente. Como si realmente fuese algo creado para ellos en lugar de aquellos que tenían conciencia limitada sobre semejantes asuntos.

El mero pensamiento repugnó a Demonio más que la más acérrima de las plegarias. Recordando.

Ser de Luz esperó un momento, contemplándolo con el ojo sobre el que tenía control. El izquierdo. Forzando así un extraño movimiento en ese pequeño confinamiento que estaba construido de hueso y carne ondulante. Suave. Crujió algo como lechuga siendo retorcida bajo un potente agarre y Demonio sintió algo que cualquier humano habría identificado como nausea y migraña; pero siendo una criatura que nunca antes había tenido un receptáculo corpóreo, solo quedó confundido, fortaleciendo su voluntad de abandonar esa desagradable caja con forma de sujeto.

¿"Cruel"? — Repitió Ángel como una muy sutil acentuación en marcar su pregunta para que pudiese ser percibida como tal. —¿Qué es cruel? Es la verdad. Es un hecho. Es lo que El Señor quiere. Mátalo. Separa tu camino del mío. El propósito humano es morir. —

Su propósito es morir. Eso estuvo bueno. —Demonio pronunció con una muy notoria nota sarcástica. —Tienen toda una religión construida alrededor de amar y cuidar y proteger y ser amables y nobles ¿y tu primera decisión consciente es matar a un humano en lugar de mostrar misericordia sobre su tragedia? No creo que él esté disfrutando estar atrapado en El Medio por esto. Solo está ahí. Atorado en la parte de atrás. Atrapado y viendo como su propio cuerpo se está moviendo sin que él quiera, hablando y todo... ¡Fuera de su alcance! ¿No es eso horrible? Cultivó este lugar por años y años y ahora ni siquiera puede parpadear. ¿No es eso algo que debería de generarte compasión? Ya sabes ¿Perdonar y olvidar? ¿No es eso lo que dios dice? —

"E" es por las ExcusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora