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Pasaron unos días desde que los chicos de la Isla se habían incorporado como nuevos estudiantes de Auradon, y su llegada ya estaba causando revuelo por la personalidad de cada uno, y más la magia que Mal podía hacer al ser hija de Maléfica, sin olvidar el talento nato que Evie parecía tener para la moda y confección de ropa. La mayoría de las chicas de Auradon se habían vuelto locas con el cambio de cabello que Mal podía hacer a cambio de unos cuantos dólares y la ropa que Evie confeccionaba, sin olvidar a Jay y Carlos, quienes parecían ser estrellas de Tourney, o eso se convertirían ese día: El día del partido final del torneo de Tourney.

Thomas abrió su casillero esa mañana para guardar algunos libros dentro de este, sintiéndose algo ansioso por el partido de Tourney, porque era bastante importante para requerir que el chico se desgastara sintiendo algo al respecto, y más al saber que sería el primer partido de sus amigos, porque sí, el hijo de Aurora se había llevado realmente bien con los chicos de la Isla que ya podía considerarlos como sus amigos, porque eran los únicos que no parecían juzgarle constantemente, además de Ben, por ser todo lo contrario a lo que esperaban de un príncipe, no como los estudiantes que siempre habían pertenecido a Auradon.

—¿Crees que hayan pagado por eso?—La voz de Audrey se escuchó a su costado, hablando con Ben, quien tenía su casillero junto al de Tom—. Se lo hizo al cabello de Jane hace unos días y el Hada Madrina está de mal humor.

—¿Y qué tiene de malo?—Tom oyó a Ben cuestionar con un inocente tono de voz.

—Es una clase de magia—Exclamó Audrey, con cierta molestia—. Empieza con el cabello, y luego serán los labios, las piernas, ¡Y la ropa! Entonces... ¿Qué pasará conmigo?

—Seguirás siendo alguien superficial, hermanita—Respondió Tom, cerrando la puerta de su casillero de golpe, llevándose una mortífera mirada de ella—. Creí que cambiarías esa actitud desde que papá habló contigo.

—Te veré en el juego luego de probarme el vestido para la coronación, ¿Okay?—Audrey habló en forma melosa, ignorando las palabras de su hermano—. ¡Adiós, Benny-Boo? Y piérdete, Thomas.

El mencionado soltó una risa burlesca cuando su hermana se fue, dejándole a solas con Ben, quien parecía algo pensativo.

—¿Qué piensas tanto?—Cuestionó el hijo de Aurora, mirando con atención al pelirrubio.

—Nada muy importante—Respondió Ben, en un murmullo—. Solo... Pensaba en Audrey...

Tom alzó sus cejas con algo de incredulidad, porque no quería oír los pensamientos que Ben tenía de su hermana melliza, los que, seguramente, serían demasiado melosos que solo le provocarían pensamientos intrusivos durante todo el día.

—Iré por algo de comer, te veré en el campo de Tourney, así que adelántate—El chico mordió el interior de su mejilla, apretando suavemente sus labios cuando vio a Ben caminar luego de despedirse de el con una simple sonrisa.

Tom se sentía tan jodido, y tampoco podía evitar sentirse enfadado consigo mismo por haberse enamorado de Ben: Alguien tan perfecto para cualquier persona, pero no la perfecta persona de la cual debería haberse enamorado.

—¡Hola, Tom!—Thomas se sobresaltó en su posición al oír la voz de Mal, viendo a la pelimorada sonreír cuando se giró a verle, trayendo consigo una bolsa con galletas—. Oí que querías comer algo, justo preparé unas galletas con chispas de chocolate, y tengo una para ti. La preparé yo.

—Hola, Mal—Respondió el chico, sonriendo un poco—. ¿Qué tal tu día? Y muchas gracias por la galleta, muero de hambre porque hoy no desayuné, volví a quedarme dormido...

¿Cómo no iba a quedarse dormido? Se desveló hasta las 3 de la mañana luego de que Ben hubiese aparecido en su habitación para robarle otra de sus camisetas como si fuera lo más normal del mundo, y no pudo conciliar el sueño por horas al tener su cabeza llena de pensamientos.

Tom le dio un mordisco a la galleta, seguido de otro hasta que ya no quedó ni una miga. Y realmente estaba buena, le recordó a las galletas que su madre le preparaba cuando era pequeño, sintiendo un revoltijo inexplicable de emociones que le hizo sentir extraño.

—Eres realmente buena cocinando, Mal...—Su voz sonó algo ida, y es porque Thomas sentía que estaba flotando, hasta que pestañeó repetidas veces y llevó su mirada nuevamente a la chica frente a él.

¿Desde cuándo Mal, la hija de Maléfica, era tan atractiva?

—¿Tus ojos siempre han sido así de hermosos?—Cuestionó el chico, al cabo de unos segundos mirando con atención a la pelimorada— Son brillantes, como si se pudieran ver estrellas en ellos...

—¿Cómo te sientes, Tommy?—El mencionado miró a su costado, en donde Jay se encontraba abrazándole por los hombros con confianza.

—Es raro...—Respondió Tom, manteniendo una boba sonrisa en su rostro—Siento que podría mirar día y noche a Mal sin agotarme... Siento que... Siento que podría cantar una canción, y a mi no me gusta cantar... Hey, Mal ¿Quieres ser mi novia? ¡Estoy enamorado de ti! ¡Mal, te amo!

—Oh, oh. ¡Tenemos que ir al campo de Tourney, el partido ya va a iniciar!—Exclamó Mal, tapando la boca de Tom para que no siguiera gritando y avergonzándose a sí mismo en medio del pasillo.

Tom fue arrastrado por Jay y Carlos hacia los vestidores del equipo para que cada uno se colocara su uniforme, y parecía que el chico había vuelto a la normalidad, pero la verdad era que dentro de la cabeza de Tom no dejaban pasar imágenes de Mal, sintiendo su corazón latir acelerado y provocando que suspiros enamorados salieran de su boca de vez en cuando.

Cuando comenzó el partido, la mayoría de los chicos del equipo se dieron cuenta que algo andaba mal con Thomas, quien parecía estar en las nubes y estar enfocado en el juego al mismo tiempo, anotando la mitad de los dos puntos que llevaba el equipo por su cuenta, cuando acostumbraba a dejar que Ben los hiciera y dejar al próximo Rey de Auradon brillar ante el público.

—¡Jay y Carlos de la Isla de los Perdidos han entrado al juego!—Exclamó el comentarista—. ¡Jay le ha pasado la bola a Thomas, quien decide correr a solas!

Tom corrió con la bola, impulsándose con el escudo de Carlos para dar un gran salto y un golpe directo, anotando el último punto y el decisivo para darle la victoria al equipo. El público no tardó en enloquecer con el perfecto desempeño del hijo de Aurora, y él mismo tampoco podía entender de dónde había sacado tanta energía ese día para destacar.

Sintió los brazos de Ben rodearle en un abrazo, siendo el primero en felicitarle, pero no tardó en alejarse del chico, sin siquiera mirarle, para quitarle el micrófono al comentarista del partido.

—¡Denme una "M"!—Gritó el chico, descolocando a todos antes de ser seguido—. ¡Denme una "A"! ¡Denme una "L"! ¡¿Qué se forma?! ¡MAL! ¡Te amo Mal! ¿No te lo dije antes?

Si tan solo Thomas estuviera realmente consciente de sus acciones, ya hubiera deseado estar siete metros bajo tierra luego de haber hecho tal ridículo, y más al saber que cantaría una canción para la chica pelimorada.

MY FAVORITE THINGS ━━ descendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora