2.10

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—¡Deme esa varita!

Aquella momentánea burbuja de amor que había aparecido alrededor de Ben y Tom se reventó abruptamente cuando Uma no tardó en acercarse de manera agresiva hacia el Hada Madrina, llamando la atención de todos los presentes.

—¡Guardias!—Chilló el Hada Madrina, apartando la varita—. ¡Vayan por ella!

La morena no tardó en caminar a pasos rápidos hacia un extremo de aquella embarcación, viéndose acorralada.

—¡Uma! ¡Detente!—Mal fue la primera en acercarse a la chica, acercándose cautelosamente—. Sé que realmente eres más que una villana... ¡Y tienes que creerme, porque yo también lo he sido! No dejes que tu orgullo enceguezca.

—Mal tiene razón, Uma—Tom soltó la mano de Ben para acercarse a la chica en pasos sumamente calculados—. Logré conocerte en la Isla, y eres mucho más que una simple villana...

El collar de Uma brilló en su pecho, como si algo estuviera anunciando.

Thomas solo estaba a centímetros de detener a Uma, pero su respiración se cortó cuando no fue lo suficientemente rápido para detenerla de saltar al mar, perdiéndole de vista.

El silencio no perduró por mucho, porque un burbujeo en el agua alertó a la mayoría, provocando que algunos retrocedieran pasos cuando un torbellino de formó en el agua. Fue como una explosión lo que resonó en ese momento, lo que provocó que una masa de agua fuera sobre el barco, mojando a todos los presentes mientras que la figura de Uma se alzaba frente a todos, convertida en un gigantesco pulpo que hacía honor a su madre.

—¡Un beso de amor no vencerá esto!—Uma se carcajeó—. ¡Y todo el mundo conocerá mi nombre!

Thomas sintió la respiración irregular de Mal junto a él, y no tardó en tomar las manos de la chica, tratando de sacarla de aquel trance que parecía ser más común de lo normal, provocando que sus ojos brillaran como dos esmeraldas.

—¡Mal! ¡Mal, vuelve a la realidad!—Thomas le zarandeó de los hombros, pero no reaccionó.

Una espesa niebla morada rodeó a Mal, lanzando el cuerpo de Thomas a unos metros cuando la chica dejó de estar allí, para convertirse en un majestuoso dragón de color negro con escamas moradas, el cual no tardó en echar vuelo al cielo para luchar con Uma.

Los tentáculos de Uma eran muy lentos para el vuelo de Mal, quien lanzaba llamaradas de fuego intentando golpear a la contraria, sin éxito alguno ya que la morena terminaba hundiéndose en el agua, provocando que masas de agua mojaran a todos en el barco.

El rugido de Ben llamó la atención de todos, y Thomas entendió sus intenciones cuando le vio dejar su corona de lado, junto a su saco.

—¡Ben, no!—Thomas ni siquiera alcanzó a tomar su brazo cuando el chico ya se había lanzado al mar.

El Príncipe sintió que su corazón podría salir de su pecho cuando le perdió de vista, sintiendo su respiración agitada cuando le vio salir del agua, en medio de las dos chicas en sus formas no-humanas.

—¡Mal, Uma!—Gritó Ben, manteniéndose a flote—. ¡Deténganse! ¡Es suficiente! ¡No ganan nada peleando! ¡Tiene que haber diálogo y respeto entre todos!

Thomas sonrió inconscientemente, porque Benjamin dejaba salir su lado de líder en el momento adecuado.

—Uma, sé que quieres lo mejor para la isla—Siguió el chico—, ayúdame a marcar la diferencia.

Uma pareció pensar las palabras de Ben, pero terminó retrocediendo, hundiéndose en el agua y perdiéndose en el mar, desapareciendo de la vista de todos. Ben nadó de vuelta al barco, subiendo por las escaleras que Jay y Carlos habían lanzado para él.

El Rey no tardó en ser recibido entre aplausos y halagos, volviendo a colocarse su corona en su cabello ahora empapado. Mal aterrizó nuevamente en el barco, siendo envuelta en una nueva niebla morada, volviendo a su forma humana, con una amplia sonrisa en su rostro.

—No te quedes ahí parado, Thomas—Habló Mal, dándole un pequeño empujón al chico—. Tu chico te espera.

Thomas soltó una risita burlona, acercándose a Ben, quien se encontraba en medio de todo el público. Fue inesperado para el Príncipe que fuera Benjamin quien tomó la iniciativa de besarle frente a todos, oyendo los murmullos enternecidos a su alrededor.

—No coman frente a los pobres—Murmuró burlón Carlos, provocando la risa de la pareja.

—Les debo mucho, a todos ustedes—Comenzó Ben, mirando a los hijos de los villanos—. Si hay algo que necesiten, o algo que quieran que haga por ustedes...

—Sí hay algo, en realidad—Interrumpió Evie, comenzando a hablar—. Conozco a una chica, más bien, conocemos a alguien, una chica, a la que le encantaría venir a Auradon. Es la hija de Drizella. Es como una hermana para mi... En realidad, hay muchos chicos a quienes les encantaría venir a Auradon, chicos como nosotros que merecen una segunda oportunidad.

—Podríamos hacerte una lista—Añadió Mal, sonriendo al lado de Evie—. Todos merecemos una oportunidad.

—Claro, chicas—Ben sonrió, provocando que los aplausos se oyeran a su alrededor, sin soltar a Thomas—. Esa lista será bien recibida. Podríamos discutir ello durante las reuniones del Consejo Real. Ambas, Mal e Evie, serán parte del Consejo desde hoy. Porque la Isla de los Perdidos también es mi pueblo, y no puedo volver a olvidarme de él.

Benjamin devolvió su mirada a Thomas, quien se mantenía con una sonrisa de orgullo por la actitud que había tomado este ante la situación.

—Aunque aún tengo algo pendiente—Añadió Ben, tomando las manos de Thomas, mirándole fijamente—. Thomas... Mi Tom... ¿Volverías a ser mi otra mitad, y acompañarme en la vida como mi novio? Siempre has sido tu quien me ha quitado el sueño por las noches, y siempre has sido tu a quien quiero a mi lado.

Thomas mordió su labio inferior de forma inconsciente, y supo que sus acciones valdrían más que mil palabras, limitándose a tomar el rostro del chico entre sus manos para unir sus labios en un suave beso, provocando los aplausos a su alrededor por milésima vez en la noche.

Ahora podía sentirse completo, porque Ben le hacía sentir único.

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