2.08

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La fachada de la preparatoria Auradon no tardó en aparecer ante los ojos de Tom al cabo de unos minutos, bajando de la limusina cuando el vehículo se detuvo completamente. Caminó en silencio y con la cabeza en alto, sintiendo como Ben se mantenía a su lado en todo momento, sin decir nada.

Miles de ideas pasaron en su cabeza en ese momento. Quizás podría cambiarse de escuela, o quizás desaparecer sin dejar rastro, porque no sabía cuánto tiempo soportaría las miradas y murmullos a su alrededor, hablando de él, hablando de él solo porque decidió amar y le dieron la espalda por ello.

—¡Ben! ¡Ahí estás!—Jane se aceró al par, y Thomas sintió como le miraba, aunque volvió su vista al Rey—. Necesito que veas esto, el baile es esta noche.

Tom soltó un suspiro y se alejó del par, apresurando su paso, porque lo único que tenía en mente en ese momento era ir a su habitación y llamar a sus padres, porque volvía a sentirse como un niño pequeño asustado; Y podría haberlo hecho, pero sintió como alguien tomó su brazo, encontrándose con la mirada preocupada de Evie sobre él.

—Tenemos que hablar, Tom—Habló la peliazul—. Mal y los chicos. Todos juntos.

La mirada del Príncipe fue a los hijos de villanos que se habían convertido en sus mejores amigos en los últimos meses, sin decir nada hasta que estuvo sentado junto a ellos sobre el verde césped de los jardines de la preparatoria.

—Bueno...—Comenzó Mal—. No me siento bien, la verdad. Hace meses, solo robaba, y ahora, solo me piden que me adapte a Auradon, que sea una chica cualquiera aquí. Y la verdad no tengo ni la menor idea sobre cómo fingir eso.

—Está claro que siempre seremos los de la Isla—Habló Evie, luego de un silencio—. Admito que intenté dejarlo atrás, pero son nuestras raíces. Eso nos forjó como personas. Nunca seremos como los chicos de Auradon, y está bien eso.

Cuando el llanto involuntario de Mal se apaciguó, la mirada de los hijos de villanos fueron ahora a Tom, provocando que el chico soltara un suspiro.

—Nunca encontré mi lugar en Auradon, siempre he sido totalmente diferente al estereotipo de Príncipe de todas las personas—Murmuró Thomas, teniendo sus manos ocupadas jalando el césped a su alrededor—. Antes no me molestaba, porque me hacía sentir único, valioso... Pero ahora me hace querer esconderme en mi habitación por siempre, hasta que olviden que alguna vez existió un Príncipe Thomas. Porque nadie del pueblo de Auradon puede soportar que a un chico le guste otro chico, ni tampoco que a una chica le guste otra chica. Sus mentes estructuradas para la perfección no deja ver más allá de lo que han visto a su alrededor, convirtiéndose en monstruos cuando algo no es como ellos quieren. Y sentí miedo cuando me retrataron como alguien para odiar cuando solo quiero ser yo mismo, y me sentí como alguien que se lo merecía cuando Ben me dio la espalda, siendo la única persona de la que esperaba que me apoyara. Pensé que en la Isla sería diferente, y no me equivoqué. Los chicos de la Isla tienen mucha más humanidad que cualquiera que haya nacido y haya sido criado en Auradon, y ustedes reafirman ese hecho.

Thomas había esperado que las lágrimas también bajaran por sus mejillas, pero nada sucedió. Sentía que ya había llorado lo suficiente y su cuerpo y mente no le permitían mostrarse débil. Solo, podía existir con ello en ese momento. No escuchó palabra alguna de sus amigos, pero no se molestó, porque solo pudo sentirse agradecido de tenerles cuando se envolvieron en un abrazo grupal, para luego levantarse del césped para ir cada uno por su lado.

—¿Irás al baile, Tom?—Cuestionó Mal, antes de retirarse.

—Lo haré—Respondió el pelinegro—, es lo último que tengo que hacer para demostrar que ninguna persona u opinión en contra mía me hará cambiar. Ya he aceptado que estoy destinado a estar aquí, y a demostrar que lo diferente no es algo malo, sino que ser diferente se transforma en ser especial.

[...]

Su habitación en la preparatoria Auradon poseía un balcón, el cual permitía ver con claridad la Isla desde su posición, y a su vez, el gran yate donde se realizaría el baile. La noche ya había caído, y las luces desde el yate eran más notables, indicando que toda esa fiesta ya había iniciado, pero Thomas seguía en su habitación, teniendo puesto el traje que Evie le había elaborado, esperando alguna señal divina que le hiciera salir de allí.

Estaba convencido que debía aceptar su destino y enfrentar todo sus temores esa noche, pero aquello no significara que fuera algo fácil para él.

Se apartó de aquel balcón, y tomó la caja de madera sobre su mesita de noche, de donde sacó su corona de Príncipe que siempre debía llevar en eventos como ese y se la colocó, pero su mirada fue ahora hacia su escritorio, donde el anillo que Ben alguna vez le dio seguía allí, cuestionándose en su interior cómo había vuelto a ese lugar, porque, si mal no recordaba, el chico se lo había ofrecido en la Isla, cuando le había pedido que regresara a Auradon. Al tomarlo entre sus dedos, sonrió involuntariamente, y, luego de pensarlo dos veces, terminó colocando ese anillo en su dedo anular de la mano derecha, saliendo finalmente de su habitación.

Una limusina enviada por sus padres le recibió al salir de la preparatoria, y en viaje no fue demasiado largo hasta que llegaron a la costa donde se encontraba ese yate, observando que, justo frente a la entrada, una alfombra roja recibía a todos los invitados, con una docena de camarógrafos, fotógrafos y periodistas, como si fuera un evento de farándula siendo solo un baile de una preparatoria, pero sabiendo que se encontraban varios Príncipes, Princesas, y hasta un Rey, era bastante razonable.

Thomas no respondió ninguna pregunta cuando cruzó por aquella alfombra roja, y al entrar al yate, deseó no llamar mucho la atención, pero soltó un suspiro cuando oyó la voz de Bella, la madre de Ben, llamarle.

—Oh, Thomas—Habló la mujer, sosteniendo su brazo cuando el chico giró a ver a los padres de Ben—. Lamento mucho lo que sucedió. Sabemos que Ben se equivocó al dar declaraciones sin siquiera detenerse a pensar bien.

—Estoy muy decepcionado con Ben por eso—Habló ahora Adam, el padre de Ben—, porque eres alguien muy importante para la familia. Te conocemos desde que eras un bebé, y no podíamos permitir que aquello siguiera extendiéndose.

—Las declaraciones de Ben no son válidas—Siguió Bella—, nos hemos encargado de eliminar cualquier rastro de aquello, porque te apreciamos, Thomas.

—¿No les molesta saber que me gustan los chicos?—Murmuró Tom, hablando con algo de ironía—. Después de todo, soy una desgracia para Auradon.

—Siempre supimos que iban a terminar juntos, Thomas—Admitió Adam, abrazando por los hombros a su esposa—. Ben siempre te prestó más atención a ti que a Audrey. Solo faltaban que ustedes se dieran cuenta.

—Nunca podríamos estar molestos por eso, Tom—Continuó la mujer, sonriendo un poco—. El amor es la muestra más pura de afecto que cualquier humano puede dar. Y se que Ben te ama tanto como lo amas a él, y no hay nada malo en eso, solo un sentimiento verdadero.

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