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Ben dio vueltas en la habitación, pasando una de sus manos por su cabello por milésima vez, mientras veía a quienes ocupaban las dos camas de la habitación.

A la izquierda, reposaba Audrey en un profundo sueño; y a la derecha, reposaba el cuerpo de Thomas, con la vida pendiendo de un hilo.

—El Hada Madrina no fue capaz de despertar a ninguno de los dos—Habló Mal, quien se mantenía sosteniendo una de las manos frías de Tom mientras que la otra era tomada por Uma, quien permanecía en silencio—. Ni tampoco Flora, Fauna y Primavera pudieron hacerlo. No pudieron controlar el estado de Tom...

La realidad del Príncipe Thomas no tardó en ser revelada a sus amigos y a su prometido por parte de las tres Hadas Madrinas del chico: La maldición que había recaído en el desde antes de nacer y cómo los esfuerzos de aquellas mujeres no habían servido luego de ser impactado por la Brasa de Hades hace unos días, retomando su desgraciado destino.

—Solo existe una persona en el mundo que quizás pueda hacer algo al respecto para despertarlo—Siguió Mal—, para despertarlos a ambos. Y ese es Hades.

—¿Hades?—Ben cuestionó de manera agresiva, soltando un bufido—. Él no lo haría, ni tampoco permitiría que vuelva a tocar a Thomas sabiendo que él reactivó la maldición.

—Quizás lo haga por mí—Continuó la pelimorada, algo afectada por la brusquedad en las palabras del Rey—. Y, si él tuvo el poder para reactivar esa maldición, también debe tenerlo para detenerla. Es mi padre, lo hará si yo lo pido.

La habitación se sumió en un tenso silencio luego de la confesión de la hija de Maléfica, y de Hades, siendo roto por el Rey Ben, quien finalmente habló luego de pensarlo por unos segundos.

—Bien—Accedió el chico—. Enviaré guardias por él lo más pronto posible. Mañana a medio día volverá a estar en la Isla.

—Luego necesitaremos un aventón a la Isla—Habló Uma, con la voz algo rasposa por las lágrimas que había derramado en silencio anteriormente—. Harry, Gil y yo no abandonaremos la Isla, y volveremos allá tan pronto nos aseguremos que Thomas esté bien.

Ben salió de aquella habitación, apresurándose a su despacho para ordenar a guardias para ir en búsqueda de Hades.

[...]

Nadie parecía haber conciliado un sueño reparador esa noche, porque todos estaban alerta en caso de algún cambio en el estado de Thomas, y por compromiso, esperando también un cambio en Audrey.

A medio día, los guardias de Auradon anunciaron el ingreso de Hades al castillo, provocando que, tanto Mal y Ben, comenzaran a ir de un lado a otro con cierta ansiedad.

Los toques en la puerta llamaron la atención de todos los presentes, y Mal fue la primera en acercarse a Hades luego de que el padre de Ben abriera la puerta.

—Agradezco tu presencia—Murmuró Mal, manteniendo su compostura a pesar del desinterés de su padre.

—No tuve derecho a elegir—Acotó Hades, sonriendo con ironía.

—¿Podrás despertarlos?—Habló Ben, acercándose al villano.

—¿Desde cuándo a los heroes le interesan los villanos?—Cuestionó Hades—. Supongo que desde que son de los suyos, claro. Cuando ustedes intentan destruir el mundo... Solo es un desliz. Pero cuando lo hacemos nosotros... Nos encierran y nos olvidan por siempre.

—No será siempre así, padre—Mal se apresuró a hablar—. Thomas no es así, él siempre ha deseado liberar a la Isla.

Hades pareció analizar las palabras de la pelimorada, pero se limitó a alzar las manos, las cuales permanecían encadenadas.

—Necesitaré usar las manos.

Ben, con un movimiento de cabeza, indicó a los guardias que retiraran las esposas. El cabello de Hades se iluminó por las características llamas azules cuando Mal le extendió la brasa.

Hades caminó hasta detenerse frente a la cama ocupada por Audrey, y no tardó en comenzar a utilizar la brasa para despertarla, sumiendo la habitación en luces azules que iban acorde a los movimientos que hacía en medio de su ritual. Bastaron unos segundos para que Audrey recuperara la conciencia, mirando extrañada a su alrededor mientras su abuela le abrazaba.

El Dios del Inframundo se colocó ahora frente a la cama que ocupaba Thomas, pero el ambiente se volvió tenso cuando Hades frunció el ceño, mostrando confusión.

—¿Quienes son los padres de este chico?—Cuestionó Hades—. Siento una extraña magia proveniente de él, bastante conocida...

—Su madre es Aurora—Respondió Mal—. Mi madre, Maléfica, le maldijo antes de nacer. Por eso está así—La chica apretó sus labios—. «Tu primogénito será maldito, las voces en su cabeza le llevarán a la locura, y será el mismo quien termine con su propia vida cuando pierda la razón» Eso fue lo que dijo mi madre cuando le maldijo.

Hades mostró sorpresa en su rostro al oír las palabras de su hija, y no tardó en colocarse junto a la cama de Thomas, colocando sus manos a centímetros de si cabeza.

Un rayo azulado de energía conectó la cabeza del Príncipe con la Brasa, y todos, menos Hades. se encogieron en sus posiciones tapando sus oídos cuando miles de gritos y augurios de lamento se escucharon en la habitación, martilleando la cabeza de los presentes hasta que no escucharon nada.

—¿Qué ha sido eso?—Cuestionó Mal hacia su padre luego de haberse recuperado a medias de lo sucedido, sintiendo una punzada en su cabeza.

—Han sido las voces del Inframundo—Respondió Hades—. Almas en pena desterradas en el inframundo suplicando salvación o en búsqueda de nuevas almas para coleccionar. Eso es lo que siempre ha escuchado este chico en su cabeza. Había olvidado esto cuando nos encerraron en la Isla, el último ataque de tu madre, Mal. Iba a ser la despedida más grande jamás ideada por los villanos, porque Maléfica y Hades unieron sus poderes para maldecir a su eterna enemiga.

—¿Estará bien?—Cuestionó Ben, preocupado. Mal se mantenía en silencio ante la sorpresa de lo confesado por su padre.

—La parte de la maldición enlazada a mi magia ya ha sido rota, las voces del inframundo ya no abundan en su cabeza—Explicó Hades—. Pero, queda esperar a que recobre la conciencia, porque la maldición de Maléfica también debería estar rota.

Los guardias volvieron a esposar a Hades, sacándolo de la habitación. Mal no tardó en seguirlo, llamando su atención antes de que se perdiera en el pasillo del castillo.

—¡Papá!—Exclamó Mal, acercándose con paso cauteloso y decidido—. Tendré que extrañarte otra vez.

—Gracias por dejarme ver el sol nuevamente—Fue lo único que soltó Hades, y Mal no tardó en abrazarle con total soltura.

—Gracias a ti por traer de vuelta a mi mejor amigo—Murmuró la chica, dejando un beso en la mejilla de su progenitor.

—Te hubieras visto hermosa de princesa si tan solo ese chico se te hubiese mirado de la misma manera—Hades sonrió, siendo guiado por los guardias fuera de allí.

Y, sin que nadie se percatase, la Brasa de Hades volvió a estar en manos de Mal.

—¡Mal!—Se oyó el grito de Ben al interior de la habitación—. ¡Es Thomas!

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