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—El agua del Lago Encantado fue capaz de romper el hechizo de sueño de Audrey—Explicó Jane, quien tenía una pistola de agua en sus manos—, y también fue capaz de deshacer el hechizo que lanzó sobre Ben, aunque no creo que haya funcionado completamente. ¿Quieres que intente de nuevo?

Una idea rápidamente surgió en su mente. Quizás el agua del Lago Encantado tenía la suficiente magia para romper la maldición que recaía sobre él, o eso quería pensar.

—Bien, intenta una última vez—Jane no tardó en lanzar un chorro de agua con la pistola hacia el rostro de Ben, y Thomas no tardó en colocarse en la trayectoria, recibiendo el agua en su rostro. Se sintió un idiota al creer que cambiaría en algo su situación, porque solo recibió una dolorosa punzada en su cabeza, y las voces se transformaron en gritos—. ¡Bien, bien! ¡Muchas gracias! ¡No funcionó!

Se sintió mareado por un momento, pero no lo dejó ver, limitándose a apoyarse en el cuerpo de Ben, quien le sostenía de forma protectora cuando cayó en cuenta de la presencia de los piratas.

—¿Qué hacen aquí?—Cuestionó el Rey, frunciendo el ceño con confusión—. ¿Y de qué lado están?

—Escaparon de la Isla y se nos unieron para derrotar a Audrey—Respondió Jay por ellos—. Mal tiene la Brasa de Hades, es la última oportunidad para derrotarla. Luego te explicaremos con más detalle.

—¿La Brasa de Hades?—Ben lució más confundido en ese momento—. ¿Volvieron a la Isla?

—Vamos, Ben—Thomas interrumpió, antes de que el chico siguiera haciendo preguntas—. Tenemos que ir con Mal, Evie y Uma. Y ya no preguntes más, cariño.

Comenzaron a emprender camino de regreso a casa de Evie, donde las chicas estarían reunidas, esperando por ellos y cuidando a los niños hijos de villanos que hace poco habían llegado a Auradon.

Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando las chicas salieron de aquella casa, sin tardar en llegar al encuentro del grupo.

—¡Thomas! ¡Me alegra que estés bien!

Mal fue la primera en acercarse a él, lanzándose en un abrazo que le provocó una carcajada. A pesar de las diferencias que surgieron este último tiempo, seguía existiendo aquel cariño entre ellos, y Thomas seguiría queriendo a la pelimorada como si fuera una hermana.

Le sorprendió un poco cuando Celia le abrazó y Thomas no tardó en mirar a la niña con atención.

—¿Estás bien, Celia?—Cuestionó el Príncipe—. ¿No te ha ocurrido nada malo, ni a ti ni a los niños? Es mi deber protegerles...

—No ha pasado nada malo, Tom—La niña sonrió—. Mal y Uma nos han protegido bien, aunque tu hermana es una verdadera loca—Ambos rieron, porque era cierto lamentablemente. La niña dejó de sonreír ahora, y Thomas se dio cuenta que estaba analizándolo—. Luces enfermo, te veo enfermo. ¿Estás seguro de que te sientes bien?

Thomas se limitó a sonreír, sintiendo sus ojos arder en lágrimas de un momento a otro. Celia era bastante observadora, y parecía ser la única que se daba cuenta de la decadencia que estaba sufriendo. El Príncipe solamente le realizó un gesto de silencio con sus manos, para luego hacer un gesto de boca cerrada, porque aquello ahora solo era un secreto entre los dos.

Se alejó de la niña y se acercó a Uma, quien le recibió con una abrazo cariñoso, provocándole un suspiro.

—Siempre te dije que funcionarías bien con Mal—Thomas sonrió—. Creo que siempre tengo razón.

Thomas se alejó de su amiga y volvió junto a Ben cuando el grupo nuevamente se reunió para discutir el siguiente paso en todo ello.

—Creemos que Audrey podría estar en casa de sus Hadas Madrinas—Comenzó Mal—, pero no sabemos dónde está.

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