episodio 8: reflexión

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"¡Vamos al tobogán!" exclama un pequeño Martin de siete años agarrando la mano de su amigo.
No había reparado en que un grupo de niños de su edad los estaban mirando entre risas y burlas, hasta que escucha la voz de uno de ellos.

"¿Qué sois novios o qué?" el vasco lo mira con inocencia, sin entender por qué ese niño decía eso. ¡Su amigo Eneko y él sólo estaban jugando!
De repente, siente la pérdida del agarre de la mano de su amigo, y se gira a mirarlo confundido.

"¿Yo novio de Martin? ¡Si ni siquiera es mi amigo, todos saben que le gustan los chicos!" Todos los presentes ríen apoyando el comentario de Eneko, y el corazón del pequeño se rompe un poquito.

El escenario cambia, ya no tiene siete años ni está en el parque de al lado de su casa. Ahora se encuentra en sus diecisiete, y está saliendo de clases. El grupo de amigos de su novio y el mencionado estaban de pie junto a algunas chicas que tampoco conocía mucho.

"Hola, Hugo" una sonrisa se escapa de los labios del menor al encontrarse al chico que llevaba jurándole su amor los últimos meses.
Pero él no parece tan feliz de hablar con Martin.

"¿Te conozco?" El mundo del bohemio se derrumba débilmente, y tras unos instantes de procesar la información, lo entiende. Es evidente que las risas no faltan en la situación, y Hugo parece bastante orgulloso de ser el causante de estas.
Martin no es capaz de responder, simplemente se aleja, cada vez más. Empieza a correr hasta que deja de sentir las piernas, respirando a duras penas.
De nuevo esa sensación, de ser un secreto, sin dignidad. De darle vergüenza a sus seres queridos.
Quizás, el problema era él.

– ¡Martin! – siente como le zarandean por los hombros insistentemente. Abre los ojos de golpe, intentando enfocar la vista y centrarse en dónde está – Ay, Marts.

Ruslana está sentada en el borde de su cama, junto a su cuerpo. Luce bastante preocupada, así que le sonríe débilmente para indicarle que está bien.

Su cuerpo está empapado en sudor, y su oído le pita de forma molesta, pero el mal trago ya ha pasado. Abraza a su amiga, dejando salir las lágrimas acumuladas por el shock del momento.

– Has tenido una pesadilla, no pasa nada mi amor – le susurra con cariño la pelirroja.

– Ruslana, creo que hay algo mal conmigo – ella lo mira confundida, sin comprender a dónde quiere llegar – Le doy vergüenza a la gente que quiero.

– ¿Pero qué dices, Martin Urrutia? – exclama la chica ofendida – Eres de las mejores personas que conozco, y es un orgullo para mí decir que eres mi amigo.

– Gracias, Rusli – sonríe sincero – De verdad.
La ucraniana lo observa algo pensativa mientras acaricia su pelo, cuando su rostro se desfigura repentinamente.

– ¿Esto es por Juanjo, verdad? – un silencio invade la habitación, que la chica toma como afirmación – Lo voy a matar, ¡yo lo mato!

– Ruslana, para. Ya te contaré, pero ahora quiero volver a dormir. Y tú también deberías – la chica no parece del todo conforme con su respuesta, pero asiente. Se marcha del cuarto, no sin antes depositar un beso en la cabeza del vasco.

Al día siguiente, el bohemio cumple su promesa, y le cuenta detalladamente a la pelirroja y a la inglesa, que ayer estaba profundamente dormida y no se había enterado de nada, lo ocurrido con Juanjo en la discoteca.

– Son of a bitch! – la morena parece realmente enfadada – Pues lo hiciste genial, no te dejes pisotear nunca Marts.

– Exacto – apoya la ucraniana – Pero aquí la cuestión es la siguiente, ¿qué vas a hacer con todo esto?

vinilos - juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora