episodio 7: despedida

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Diciembre había comenzado, y con él el espíritu navideño, sobre todo por parte de cierta morena algo despistada.

– ¡All i want for christmas is you! – entona la chica, con la intención de despertar a sus dos compañeros, y consiguiéndolo.

– ¡Chiara Oliver! – exclama el vasco, tapándose la cabeza con una almohada. Era viernes y tenían Universidad, pero eso no quitaba el poder amanecer plácidamente en vez de con gritos.

– Kiki, corre – la figura de la pelirroja, con el rimel corrido y los pelos alborotados se ve saliendo de su habitación, y la nombrada chilla fingiendo estar aterrada, siendo perseguida en el acto.

Martin no entendía cómo sus amigas tenían energía en la mañana, él necesitaba su colacao para poder conectar dos frases coherentemente. Y eso es a lo que se predispone, ignorando la pelea de cojines que se estaba llevando a cabo en el sofá.

– Buenos días Pumuki – dice Ruslana, separándose de una derrotada Chiara – ¿Quedan galletas?

– Ahora no – responde el chico llevándose la última a la boca. Podían ser muy buenos amigos, pero definitivamente sabía organizar sus prioridades.

– Ahí te caiga un rayo, marrano – la ucraniana le saca el dedo del medio, robándole un sorbo de colacao y ganándose una protesta del vasco.

Martin no pierde mucho tiempo más en desayunar, y tras vestirse con algo decente, sale disparatado hacia la Universidad. Para sorpresa de nadie, va tarde. Es por ello que al entrar en clase de Abril, todos los presentes en el teatro se quedan mirándolo por unos segundos que se le hacen eternos. En la cara de la mujer se puede leer una pequeña expresión de reproche.

– Perdón – dice él, algo tímido. Odiaba decepcionar a su profesora favorita, pero se alivia al ver que en su expresión se dibuja una sonrisa despreocupada.

– No te preocupes, amor. Estábamos repartiendo algunos papeles para las obras de navidad – como respuesta, él asiente emocionado. A decir verdad, el vasco tenía muchas ganas de actuar en aquel lugar. Quería cantar, bailar y hacer tantas cosas que creía imposible el cuadrarlas en un solo número – Contigo hablaré después, Martin.

La clase se le hace eterna mientras Abril reparte los papeles a los presentes, explicando un poco cada obra. Piensa en qué ha podido hacer para que quisiera hablar con él en específico. ¿Sería lo de llegar tarde?

– Martin, amor – dice ella suavemente, a lo que él la mira, dándose cuenta de que ya se están yendo los demás – Mira, primero de nada, no tienes que hacerlo si no quieres. Entiendo que pueda llegar a ser mucha presión.

El bohemio asiente, expectante a lo que Abril fuera a decirle.

– Mamen, Manu y yo lo hemos hablado, y pensamos que tal vez te gustaría hacer un número individual, algo más potente – los ojos de Martin se iluminan ante la idea.

– ¿Yo sólo? ¿Un número? – pregunta incrédulo – ¿Es broma? Por supuesto que quiero.

– Me alegro tanto, amor – dice Abril abrazándolo con emoción – ¿Dominas el francés?

– Pues la verdad es que sé manejarme, más o menos... ¿por qué? – pregunta algo confuso.

– Hemos pensado que podrías representar "Alors on dance".

....

El horario escolar había concluido, y Martin no podía estar más emocionado. Abril le había explicado un poco de qué iba la canción, y el por qué lo habían escogido a él (lo cual le sentó increíblemente bien). Además, empezó a leer la letra con Manu, y aunque solo lo entendiera a medias, podía imaginarse distintas puestas de escena maravillosas.

vinilos - juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora