episodio 17: martin's pov

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¿Cómo reacciona el cuerpo humano al enterarse de que se está muriendo?

Sentir que sus manos, que tanto le han servido para expandirse la crema solar del rostro en las mañanas veraniegas, o para acariciar la tersa piel de su pareja, pronto serán materia inerte. Que sus ojos, que tantos paisajes han presenciado y admirado, y cientos de películas le han permitido ver, se cerrarán para siempre. Que su piel, con todas las manchas, pecas y nervios pronto dejará de sentir el agua, el viento, las caricias en la cintura que se han convertido en una rutina para él. Su corazón, lleno de amor y sentimientos acumulados por el paso de los años, que a veces se acelera al sentir que el amor de su vida lo llama por un mote cariñoso, o tal vez siquiera lo mira con deseo, dejará de latir eternamente.

Cuán doloroso es el saber, pues él habría sido más feliz dejando de vivir sin ser consciente de ello. Irónico que el saber nos hace avanzar, pero también nos carcome por dentro como gusanos en el interior de un animal asesinado.

Los días pasan como una cuenta regresiva para el aún muy joven vasco. No puede dormir, teme perder el tiempo que le queda, pero sin embargo no hace nada en todo el día. Porque pospone lo inevitable, algo que a él le destruyó unos años atrás. Y ahora debe hacérselo a sus seres queridos: sus amigas, su familia, sus compañeros de trabajo, sus seguidores... y a su persona favorita. El único hombre al que ha amado desde el fondo de su corazón, que le ha hecho sentir mariposas con una sonrisa, y que le ha apoyado en todos los aspectos posibles. ¿Cómo va a hacerle eso a él, a su Juanjo?

Huye, corre en contra de la dirección del viento porque así es como se siente: contrario y ajeno al mundo. Las córneas de sus ojos empiezan a escocer de no cerrarlas. Corre y corre hasta que sus piernas no pueden más, pero siempre siendo consciente de a dónde quiere llegar. Cuando está frente a la tumba de su madre, rodeado por otras muchas tumbas y árboles sombríos, se permite desahogarse. Al primer intento, un grito desgarrador brota de su garganta con fuerza. Nunca ha sido agresivo, pero se permite tirar piedras y arrancar césped con frustración. Sigue gritando, gritos que se convierten en ruidos incoherentes mezclados con el llanto. Se da un golpe en la rodilla que le hace caer al suelo en cuestión de segundos. Y se repite la pregunta una y otra vez en su mente. ¿Cómo, cómo?

Esa fue la primera noche en la cual llegó tarde a casa.

No volvió a hacerlo hasta una semana más tarde, en la que tampoco iban a rodar. Prende su marcha hacia el cementerio, y grita hasta que su garganta pide agua a gritos que únicamente él se permite escuchar. Se abraza a la lápida, sin importarle el frío invernal que lo rodea, y cierra los ojos.

Para la próxima vez, no pudo esperar tanto. A los tres días volvió, justo después de terminar de rodar, e incluso se permitió hablar con su ama un rato sobre temas triviales, evitando ese en concreto que empañaba sus ojos sin piedad ni moral.

Y finalmente, se convierte en rutina. Una rutina que poco a poco lo sana por dentro, a la vez que su decisión de ocultarle el futuro imborrable a él, su do, lo destruye.

— ¡Urrutia, espabila! Hemos repetido la escena cinco veces ya.

Asiente con culpa, no le sale porque no ha practicado el guión. O más bien, no lo ha practicado junto a Juanjo, como suele hacer siempre desde aquella tarde en la tienda de vinilos.

FLASHBACK

– ​​Hoy solo tengo que ensayar una escena – dice el vasco, dejando el café sobre el mostrador. Juanjo hace lo mismo, a la vez que se apoya él también.

– ¿No hay exámenes que ayudarte a aprobar?

– Tonto – responde, sentándose en una de las sillas a su lado.

vinilos - juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora