El vasco llega esa tarde a su casa aún confuso, y a decir verdad, con algo de rabia. Había pasado un momento memorable junto a Juanjo, uno que podría haberse convertido en uno de sus favoritos sino hubiera sido por la repentina huida del chico. Entendía que le hubiera chocado la presencia de alguien externo, pero, de ahí a salir corriendo sin siquiera despedirse cuando han estado a pocos centímetros de compartir un beso...
Tan ensimismado está que no se da cuenta de que su amiga le lleva hablando un tiempo:
– ¿Marts? – la morena luce preocupada, mirándolo desde la encimera de la mesa con un vaso de agua entre las manos que le tiende al acercarse a ella.
– Gracias – dice agarrando el vaso y dando un largo sorbo.
– ¿Qué te pasa? – era increíble la capacidad de su amiga para darse cuenta de cuando se encontraba mal – Y don't lie to me, ya sé que te pasa algo.
– Verás...
Relata su historia, de principio a fin, mandando el miedo de gafarla a la mierda. Como lo guardara un minuto más se iba a volver loco. Y sabe que ha hecho bien al ver la ilusión en los ojos de su amiga.
– ¡Wow! Pero qué monada Martinchu, por eso tardabas tanto en volver del trabajo – exclama mientras mueve las piernas que le cuelgan de la encimera – Pero no entiendo, ¿por qué estás triste entonces? ¿Te ha hecho algo?
– No estoy triste – su voz suena como un quejido, mientras va en busca de algo que ingerir en la cocina – Estoy un poco decepcionado. O un pelín enfadado, no lo sé. Casi nos besamos.
– ¿Qué? ¡Eso es fantastic! – chilla emocionada, pero se calla al ver la expresión en el rostro del chico – Perdón, perdón, continua.
– Un hombre entró en la tienda justo antes de que pudiera pasar algo, y Juanjo se alejó de mí como si fuera.. no lo sé, basura. Ni siquiera se despidió y se fue rápidamente – su voz se entrecorta un poco, a la par que Chiara se acerca a abrazarlo.
– Mi Marts – susurra en su hombro – Lo siento mucho, pero si lo piensas... Puede que tenga miedo.
– ¿Miedo?
– Sí, de sentir. No sé, ¿sabes si ya le ha gustado antes otro chico? – el cerebro de Martin hace un clic ante la pregunta de la inglesa, encajando piezas.
– Dices que puede que sea... ¿el primero? – Chiara asiente, y el vasco sólo puede pensar en una cosa: hablar con Juanjo.
– Por cierto, no sé si te apetecerá, pero Rus y yo hemos quedado con la gente del otro día. Pero lo entiendo si no quieres venir, no pasa nada.
– ¿Estará Juanjo? – pregunta sin despegar los ojos del suelo.
– Creo que sí.
– Entonces iré – su voz suena algo insegura, pero va a cambiarse a su habitación, olvidándose del hambre que tenía y de los sentimientos encontrados anteriores a su conversación con Kiki.
JUANJO
Debo confesar que casi respondo con una negativa a la propuesta de Álvaro y Bea de salir ese día. El miedo de encontrarme a Martin por pura casualidad me carcomía por dentro, pero necesitaba despejarme. Así que tras insistentes ánimos por parte de Bea y una propuesta de diversos outfits de Álvaro, decido aceptar.
Me visto con una chaqueta vaquera, pantalones vaqueros algo anchos robados del armario de mi amigo, y una camiseta negra. Básico, pero efectivo.
– Anda chiquillo, tú con pantalones que no parecen de mi tío Manolo. ¿Quién te está educando? – obviamente Álvaro no puede evitar callarse al verme salir de mi habitación, pero algo de orgullo me llena por dentro. Puede que se me hubiera pegado algo del estilo del bohemio durante esa semana, pero no iba a admitirlo jamás en voz alta.
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vinilos - juantin
Fiksi Penggemardonde martin trabaja en una tienda de vinilos y juanjo va todos los días para verlo. o donde juanjo se enamora del vendedor y martin de su cliente.