Epílogo

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Por más que el tiempo pasó este lugar se mantuvo intacto, como si ninguna memoria ajena lo hubiera invadido. Lo único que podría lucir diferente es el árbol, su tronco es más fuerte y el resto más frondoso. No me equivocaba en recordar este sitio como un pequeño paraíso terrenal.

Me causa cierta gracia pensar en como el destino cambió las cosas a su antojo. Estuve en Londres estudiando música y como carrera secundaria metí psicología. Ahora me enfoco más en mi fundación de apoyo a la salud mental que en componer y vender mis canciones. De todas maneras, estoy haciendo lo que más me gusta, en sí, es una hermosa profesión.

El destino también me acerco a conocer más a Andrés, no al amigo si no al hombre que es. Las cosas sucedieron tan tranquilas y todo se fue dando tan natural que al momento de decir “Acepto” no lo dudé ni por un segundo. En ese momento supe que él siempre fue el indicado, y es lindo tenerlo trabajando en la fundación conmigo. Él también busca lo mismo que yo: Ayudar a aquellas personas que necesitan apoyo psicológico y emocional. Somos un gran equipo.

La ansiedad poco a poco se fue volviendo más débil en mi interior. Gané la guerra, pero eso no quiere decir que no vuelva de vez en cuando, solo que ahora soy más fuerte y puedo enfrentarla sin ayuda de un medicamento. Aunque claro, las terapias nunca están demás.

Cumplí mi promesa de regresar a mi ciudad natal y aquí sembrar mis semillas, que ahora son mi preciosa fundación. Tanto Andrés como yo, logramos darles un mejor estilo de vida a nuestras familias. En mi caso, a mi madre, que gracias a Dios todavía está a mi lado para poder disfrutarla como lo hice cuando era niño.

Me dio mucha alegría ver que, cuando volví, todos mis amigos ya estaban con sus carreras terminadas, con buenos trabajos y emparejados. Llegué a tiempo para ser el padrino de la boda de Sara y Rodrigo, una enorme celebración, y pensar que hace un mes nació su primer hijo.

Francia y Dante igual terminaron casados, pero en sus planes, hasta la fecha, no está el tener hijos, igual que Andrés y yo. Preferimos no adoptar ni nada de esas cosas, tenemos mejores cosas en que pensar por el momento.

De los que ya no volví a saber mucho fue de Erick y Diana. Sé que cortaron y que cada uno tomó su camino por separado, pero no sé donde están hoy en día.

Todo parece estar en orden, no me atrevo a decir que en paz, porque al final de cuentas siempre hay un nuevo riesgo que correr, un nuevo problema que resolver…

Más bien, todo está bajo control siempre, y bueno, tal vez eso sea lo que llaman paz, tan anhelada por muchas personas, incluyéndome.

Incluso León, con él también todo está bien. No olvido la felicidad que me dio verlo cuando regresé de Londres, la grata sorpresa que me lleve cuando lo vi feliz con su pareja, un chico llamado David, y si me soy honesto, es un gran hombre al igual que él, lo ama y eso es lo que me da más calma. Ellos aún no se casan, pero ya están organizando los planes, entre todos los estamos ayudando para que sea una gran boda.

De hecho es lindo que, conforme fueron pasando los años, todos nos casamos en el mismo lugar, en el mismo jardín, pero me da orgullo decir que fui el primero de todos en la lista.

De vez en cuando voy a visitar a Mario al panteón. A veces platico con él, porqué siento que está aquí escuchándome y guiándome por el mejor de los caminos, ha hecho un gran trabajo desde donde sea que esté su alma. Todavía lloro por su pérdida, no por dolor, si no por nostalgia.

En estos momentos me siento así, un poco nostálgico, sentado bajo este árbol viendo al lago. Me asombra lo bien que se dieron las cosas aún cuando yo tenía dudas. Aún estando allá en Londres sentía que no lo iba a lograr, pero si logré, y mejor de lo que pude haber planeado.

A mi lado está sentado León. Hoy es nuestro día de pic nic, como amigos obvio. Es genial que nos hayamos organizado para venir a este mágico lugar una vez al mes para compartir un sándwich, aunque casi siempre terminamos hablando de negocios.

Él también trabaja conmigo por así decirlo, la compañía en la que él labora nos ayuda a darle voz a la fundación, también con los eventos sociales que puedan ocurrir.

Solo una vez nos preguntamos directamente qué hubiera pasado si hubiéramos seguido juntos como pareja. Fue una charla un poco incómoda, pero ambos estamos de acuerdo en que las cosas están mejor así, él con David y yo con Andrés...

Y es hermoso, porque después de quince años seguimos siendo buenos amigos León y yo, juntándonos en este viejo árbol que ha visto pasar tantas cosas buenas y malas, haciendo un pic nic como si todavía fuéramos adolescentes. De hecho siempre cuando venimos aquí, terminamos escuchando música y viendo al atardecer, después de la plática de negocios.

Es aquí cuando volteo al pasado y veo al Armando de dieciocho años todo asustado y ansioso, preocupado por el futuro de maneras extremistas. Quisiera poder decirle que no se debe preocupar por nada, su futuro es mejor de lo que su ansiedad puede imaginar. Aunque de todos modos él se terminará dando cuenta…

Tantas cosas que han pasado en mi vida, tantos problemas ya sean chicos o grandes han sido resueltos, y sé que los que vienen también podré resolverlos, es solo cuestión de creer en mí, y eso ya no es un problema.

Tengo ese amor propio que tardé mucho tiempo en encontrar, ese amor propio que me ayudó a ser el hombre que soy ahora, sin esto no podría amar a otra persona, no podría amar a Andrés ni a mis amigos. Me doy cuenta que a pesar de todo, eso es lo único que importa, el amor.

Amor por ti mismo, por la escuela, el trabajo, tu familia, amigos, todo tiene su base en el amor, aunque para muchos esto suene muy cliché.

Yo necesité amor para impulsarme a mi mismo a enfrentar mis problemas, para apreciar la vida, para poder casarme, para abrir mi fundación, para poder compartir este sandwich que estoy comiendo en estos momentos con León.

Y si, al final de cuentas todo se trata de eso, de creer y vivir, trabajando por el presente que forma al futuro que muchos temen. Todo en base al amor en cualquiera de sus formas, empezando por el amor propio. Si no fuera por ello, jamás habría encontrado el valor de pedir ayuda psicológica, Pero los hice, porque sé cuánto vale la pena sentirme bien.

Seré cursi y todo lo que la gente diga, pero ahora más que nunca estoy seguro, y mi historia es una prueba firme de ello, el amor lo supera todo, sobrepasa todo…

Ni la ansiedad, ni el pánico, ni el miedo pueden ser tan fuertes, con amor los pude vencer, porque eso es lo único que va más allá de lo que soy…

Es lo único que va más allá de lo que somos.

Inhalar…

Exhalar…

Y respirar, porque todo está bien.

Si lo está.








FIN.





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