3. La fiesta

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Ni siquiera puedo recordar como fue que todas quedamos dormidas en la sala de mi casa y mucho menos recuerdo la hora a la que nos dormimos y tampoco tuve tiempo de procesarlo porqué empecé a escuchar como cinco voces femeninas cantaban las mañanitas mientras yo apenas iba despertando.

Les di una sincera sonrisa una vez que me incorporé al sillón correctamente. Lo único que podía pensar era lo afortunada que era por tener estas cinco chicas en mi vida, las mire con tanto cariño mientras que cantaban las mañanitas y Melanie sostenía un mini pastel en sus manos.

Cuando terminaron de entonar la canción se acercaron a mi con el afán de que soplará la velita y así lo hice deseando un año de tranquilidad y felicidad.

Le di una pequeña mordida al pastel e inmediatamente me acerque a abrazarlas con mucho cariño.

—muchas gracias por estar aquí— les agradecí con una sonrisa en el rostro a lo que ellas solo respondieron con otra sonrisa.

Al parecer ellas ya tenían todo preparado, pues al ir a la cocina me percate que también estaba hecho mi desayuno favorito a lo que también agradecí.

Decir que estaba muy feliz de tenerlas en mi vida era poco, no se que haría si algún día simplemente ya no somos amigas, sinceramente creo que no sobreviviría.

A medio día mis padres llamaron para felicitarme, pero fue una felicitación tan corta que la llamada no duro ni el minuto.

El día estuvo lleno de sorpresas y sonrisas, hasta que casi anochecía y nos empezamos a arreglar para salir al antro. Casi siempre pasaba esto cuando salíamos, nos arreglamos juntas por lo que todas ya teníamos algunas prendas y accesorios en casa de las demás.

Por lo regular siempre planchaba mi cabello pero está vez por ser mi día especial decidí que lo ondularía.

—¿Te retocaste el tinte?— cuestionó melanie una vez que pasó a mi lado.

—Si, la semana pasada fui al salón— le contesté con una sonrisa en el rostro

—Tal vez también me decolore el cabello de rubio— me contó Melanie.

—Yo no sé si debería dejarlo en castaño, ya he tenido por un año el cabello rubio que siento que mi cabello se está maltratado demasiado, tal vez ya tengo que dejarlo en castaño, mi color natural.

Cuando era niña mi cabello era rubio natural, pero conforme fui creciendo se fue oscureciendo, volviendo mi cabello en un castaño claro.

Y así las horas que pasamos arreglando nos la pasamos hablando de moda y estética. Era muy común entre nosotras.

Termine de arreglar mi cabello y maquillaje y de inmediato me puso el vestido elegido para la ocasión.
Era rojo, estaba diez dedos más arriba de la rodilla si no es que más, era pegado al cuerpo haciendo que mostrará mi figura.

Mi cuerpo no era la gran cosa, mis piernas no eran delgadas pero tampoco grandes, mi abdomen era plano y eso es lo único que me gustaba de mi cuerpo, tenía marcada la cintura pero no tanto si la comparaba con la de Lauren, y mis pechos no eran ni muy pequeños pero ni muy grandes. Yo me consideraba normal, no era fea, pero tampoco suficiente bonita, no como me gustaría.

—Estoy empezando a dudar de ir— dije llamando la atención de todas —no lo se, es solo que siento... No saben que probablemente solo estoy alucinando.

—¿Qué sucede Amelia?— me preguntó Sarah.

—Es solo que siento que últimamente me están vigilando... No lo sé, tal vez es mi imaginación pero siento que todo el tiempo me están observando— aclare con preocupación.

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