7. La Carta

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Amelia

Habían pasado algunos días y estaba empezando a comprender la dinámica de las cosas.

Era como si todas estuviéramos viviendo juntas, pero sin poder salir a ningún lado, ni internet, ni celular o televisión.

Ni tampoco nos correspondían alguna tarea del hogar, como Noah me había dicho, ellos se encargaban de todo.

Y nos daban las tres comidas diarias que por cierto tenían un buen sazón.

Aunque yo seguía sin poder dormir o estar agusto en este lugar encontré un gran apoyo en Judith, quien era la más apegada a la realidad y no trataba de adaptarse a "está nueva vida"

Ese dia decidí levantarme de la cama más temprano, Noah ni siquiera estaba en la habitación pero sus cosas estaban en el piso.

Salí del cuarto y baje lentamente las escaleras cuando un olor agradable empezó a inundar mis fosas nasales.
Comida.

Apresure mi paso y rápidamente llegué a la cocina en dónde Noah estaba de espaldas cocinando panqueques.

La imagen de el cocinando se me hacía muy atractiva. No podía negar que el era atractivo, sus ojos azules, sus mechones dorados, sus ligeras pecas, sus labios rosados por naturaleza y aún por encima de la ropa se podía ver que tenia un cuerpo trabajado.

Para nada tenía pinta de hombre malo, si lo hubiera visto en la calle antes de todo esto me hubiera atrevido a acercarme y pedirle su número. Jamás me hubiera imaginado que un chico con la imagen como el terminaría secuestrandome.

Esa era la realidad, era mi secuestrador y por más atractivo que era tenía esa acción que me borraba lo poco bueno que hay en el. Porque si me secuestro que más será capaz de hacer. En verdad las apariencias engañan.

Decidí sentarme en una de las sillas de la encimera, no paso más de quince segundos y el volteo para poner un panqueque en un plato que habia en la encimera.

Puso una cara de asombro cuando me vio sentada.

—¡Despertaste temprano!—exclamo saliendo de su asombro.

—si lo hice. ¿Quieres que te ayude en algo?

—podrias ayudarme a poner algo de miel y fruta al panqueque.

Me pare de la silla y me pasó al otro lado de la encimera, agarre algunos platos que también eran de plástico, ellos si que se habían fijado en cada detalle.

Agarre algo de fruta y la puse encima de un panqueque, luego agarre la miel y empeze a apretar para que saliera pero no pasaba, llegué al punto al que golpee el bote de miel para intentar que saliera.

Solté un suspiro cuando sentí el cuerpo de Noah detras del mío y puso sus manos sobre las mías.

Apretó la miel, y como por acto de magia la miel salió, solo pude escuchar una pequeña risa proveniente de el.

Dió un pequeño beso en mi hombro, que me puso mucho más nerviosa,  Y me solto dejándome al borde del nerviosismo.

Me sentí invadida por una mezcla de emociones encontradas. El beso en el hombro había sido suave y gentil, pero provenía de la persona que me había arrebatado mi libertad.

Me sentía incómoda ante su presencia, pero al mismo tiempo, una parte de mí había disfrutado del contacto.

Era como si mi mente y mi cuerpo estuvieran en desacuerdo. Me sentía traicionada por mi propia reacción, pero no podía negar el calor que había surgido en mi interior.

Me preguntaba cómo podía sentir algo así por alguien que me había secuestrado, y sin embargo, no podía evitar la sensación de que había algo más detrás de sus acciones.

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