Amelia.Me desperte con un dolor agudo entre mis muslos.
Mi primera vez con Noah me dejo sensible.
Hice una mueca de dolor mientras me daba vuelta, para buscarlo. Pero él no estaba allí. Confundida, me puse la sudadera que Noah me había dado anoche, la tela olía familiarmente a él.
No lo encontraba por ningún lado de la sala. Fui hasta la cocina con movimientos lentos y cuidadosos, ahí encontre a Noah, vestido solo con ropa interior mientras preparaba el desayuno.
Verlo así provocó que mi corazón se alborotara.
Noah al parecer me escucho y se giró, una mirada de placer cruzó su rostro al verme.
—Buenos días.—dijo, abriendo los brazos.
Me acerque a él y me acurruque en su pecho. Me sentia segura y cálida envuelta en sus abrazos.
—Oye, lo siento.—hablo Noah en voz baja después de un momento, con la voz teñida de arrepentimiento. —Debí haber usado condón anoche. Lo siento mucho, se me olvidó por completo.—Me tense de inmediato, a mi también se me había olvidado por completo.—No te preocupes.— continuó Noah, levantando la mano para acariciar suavemente mi cabello.—Mientras dormías, yo me ocupé de ello.
Agarro una bolsa de supermercado que había en la encimera y de ella saco una tableta de píldoras anticonceptivas y me la entrego.
—¿Fuiste al supermercado mientras yo estaba dormida?— cuestione en lo que iba por un vaso de agua para pasarme la pastilla.
—No, el mundo está cambiando muy rápido, pedí las cosas a domicilio.
Me pase la píldora anticonceptiva.
Cómo ya era costumbre, Noah y yo nos pusimos a cocinar juntos y después de eso Noah me contó como ya había luz en la casa y me propuso ver alguna película a lo que acepte.
Error.
Noah puso una maldita película de terror, siempre he sido muy débil para eso, siempre siento que la llorona se me va a aparecer en la noche.
Me escondí detrás de la almohada cuando un engendro del diablo particularmente espantoso apareció en la pantalla.
—¡Noah, no puedo ver esto!—grite, tapándome los ojos con las manos. —¡Da demasiado miedo!
Noah quito el cojín de mi cara, sonriéndome.
—Oh, vamos, Amelia. Es sólo una película.— bromeó, con la voz llena de diversión.—Estás a salvo conmigo.—
Me asome desde detrás del cojin con los ojos muy abiertos por el miedo.
—¿Crees que no lo sé? No es que crea que el engendro del diablo es real, ¡Pero siento que la llorona se me va aparecer! Se supone que debes hacerme sentir mejor, no peor.— Noah se rió entre dientes y extendió la mano, tirando de mi hasta su regazo.
—Lo siento, mi sol. Olvidé lo sensible que eres a las cosas que dan miedo.— Él me rodeó con sus brazos y me abrazó mientras seguía viendo la película.
Me relaje en su abrazo, mi corazón todavía acelerado por el susto que acababa de recibir. Odiaba tener tanto miedo, pero mientras estuviera con Noah, sabía que estaría bien. Incluso si la película era demasiado intensa, tenerlo a mi lado hacía que todo pareciera más manejable.
A medida que avanzaban los créditos de la película de terror, Noah se volvió hacia mi con una expresión seria en su rostro.
—Entonces, ¿cuáles son tus planes para el futuro? —Preguntó, con los ojos fijos en los mios.
Me encogí de hombros, pareciendo insegura.
—No lo sé. Realmente nunca pensé en eso.—Noah extendió la mano y tomó la mía, su pulgar rozó mis nudillos.
—Bueno, tengo planes. Grandes planes.—levante una ceja, intrigada.
—Oh ¿Qué tipo de planes?— Noah sonrió, sus ojos brillaban de emoción.
—Bueno, para empezar, me encantaría casarme contigo algún día.—. Mi boca se abrió por la sorpresa.
—¿Matrimonio? Noah, nunca he sido una gran fanática del matrimonio...—Me calle un momento pensándolo bien.—
Pero... si es contigo, lo consideraría.—sonrei suavemente, extendí la mano para tocar su rostro.—Aunque tengo que advertirte, no soy fanática de las grandes bodas. Si nos casamos, será algo pequeño, solo nosotros dos y amigos intimos, que no pase de las quince personas, tal vez en una terraza en Nueva York. Esa es la ciudad de mis sueños.—Mis ojos se encontraron con los de Noah, serios una vez más.—¿Y mi vestido de novia? Olvídate del tradicional vestido de princesa. Quiero algo simple, discreto pero elegante. Algo que permita que nuestro amor hable por sí mismo, no un vestido con volantes.—La sonrisa de Noah se amplió ante sus palabras, sus ojos brillaban con adoración.La sonrisa de Noah se suavizó hasta convertirse en una mirada de tierna comprensión.
—Niños.—repitió con voz suave.—Puedo imaginarnos teniendo hijos juntos algún día. Sería hermoso.— Me estremecí ante la mención de los niños, una punzada de miedo me atravesó el pecho.
Me había prometido a mi misma que nunca sería madre, no después de la forma en la que mis propios padres me habían criado. La idea de traer un niño al mundo, sólo para descuidarlo y abandonarlo como lo habían hecho mis propios padres conmigo, era demasiado difícil de soportar.
—No lo sé, Noah— susurre, con la voz temblorosa. —He visto lo que sucede cuando los padres no son presentes. Cuando no les importa. Yo... tengo miedo de ser como ellos—. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras luchaba por contenerme.
Las emociones amenazaban con abrumarme.
—Si alguna vez sucede, necesitaría que me recordaras todos los días lo mucho que importo. Lo mucho que importa nuestro hijo.—respiró temblorosamente y me secó una lágrima. —Es mucha presión, saber que podría equivocarme tanto.—Noah extendió la mano y la acercó.
—Lo resolveremos juntos, ¿de acuerdo?—murmuró, sus labios rozando mi cabello.—Nos aseguraremos de que nuestros hijos sepan lo amados que son. Lo importantes que son para nosotros. Él se apartó un poco y sus ojos se encontraron con los míos. —Pero todo estará bien. Estaremos bien.
—Voy al baño, ¿Si, mi amor?— le avisé, a lo que Noah asintió indicándome dónde estaba.
Una vez que llegue al baño me acerque al lavabo, la idea de pensar en el futuro me abrumaba.
Había un espejo arriba del lavabo así que levanté la mirada para verme.
Mire fijamente mi reflejo en el espejo, una mirada de confusión y consternación cruzó por mi expresion. Apenas reconocia a la persona que miraba. La niña que solía ser, la Amelia Johnson que una vez conocí, ya no estaba.
En su lugar había una extraña, alguien a quien no entendía del todo. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos cuando me di cuenta.
Me estaba perdiendo, poco a poco, poco a poco, hasta que casi no quedaba nada de lo que solía ser.
El brillo en mis ojos había desaparecido, reemplazado por un vacío opaco y vacío. Sentia que una profunda sensación de tristeza me invadía mientras lamentaba la pérdida de mi identidad, de mi sentido de sí misma. Me había dejado definir por las circunstancias del secuestro y ahora ya no sabía quién era.
—¿Qué me pasó?—le susurre a mi reflejo, mi voz apenas audible por los latidos de su corazón.
No sabía cómo volver a ser la niña que solía ser, la que tenía esperanzas, sueños y planes para el futuro. Lo único que sabía era que se sentía rota, destrozada en un millón de pedazos que no sabía cómo volver a unir.
FAVORITE CRIME
¿Creen que Amelia y Noah si lleguen a casarse y a tener hijos?
Estamos tan cerca del final, no puedo creerlo.
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FAVORITE CRIME
Teen FictionHistoria terminada. Amelia Johnson sale de fiesta con motivo de su cumpleaños esperando diversión, sin saber que un grupo de crimen organizado ya tenía planeado su secuestro. La desesperación de su secuestro la hace idear un plan para recuperar su...