Extra II: Deseos cumplidos.

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Amelia.

El tiempo pasa volando.

Habían pasado dos años ya desde que todo acabó, y varias cosas habían cambiado.

Termine mi último año de bachillerato en linea para no estar lidiando con nadie, especialmente con las preguntas incómodas sobre el tema del secuestro que solian hacerme.

Si, me mudé a New York, la ciudad de mis sueños. Era hermosa. Vivía con mis padres en una hermosa casa. Mi relación con ellos había mejorado bastante, ahora eran unos padres presentes y amorosos.

Todo en realidad había mejorado, era feliz en la ciudad de mis sueños con mis padres. No podía pedir nada más.

Pero tenía que enfrentarme a mi futuro.

¿Que haría con mi vida de ahora en adelante?

Baje las escaleras corriendo. Encontrándome con mis padres en la sala.

—¡¿Llegó?!—pregunte ansiosa.

Mi mamá me miró unos segundos dudosa y después saco un sobre de por detrás de su espalda.

—¡Si, llegó!—me confirmo mi madre.

Salí corriendo hacia ellos y mi mamá me entregó el sobre.

—Sientate, haz esto con calma, Amelia.—me pidio mi padre, haciéndome un lugar en el sillón.

Me senté entre ellos con el sobre en mis manos.

Me revolvía inquieta en el sofá, con el estómago hecho un nudo. Mis padres, sintiendo mi ansiedad, intercambiaron miradas preocupadas.

—¿Estás segura de que estás lista para abrirlo?—preguntó mi madre en voz baja. asentí, con la garganta demasiado apretada para hablar.

Había presentado mi solicitud para ingresar a la Universidad de Nueva York por la carrera de diseño de modas. Las dos cosas que había soñado desde que era una niña. Estudiar diseño de modas en la NYU.

Todo esto lo había hecho en un momento de preguntarme ¿Que iba a pasar conmigo y con mi futuro? sin imaginar que tendría una oportunidad.

Pero había puesto mi corazón y mi alma en la solicitud y ahora todo lo que podía hacer era esperar.

Mi padre se aclaró la garganta.

—Bueno, cuando estés lista...— respire hondo, cogí el sobre y lo abrí con dedos temblorosos.

Saque la carta y el corazón me latía con fuerza en los oídos mientras leía las palabras.

Y entonces lo ví: las dos palabras mágicas que cambiarían mi vida para siempre.

—Yo... ¡entré!—jadee, mis ojos se llenaron de lágrimas de alegría.

Mis padres se pusieron de pie de un salto y me envolvieron en un cálido abrazo.

—¡Felicitaciones, cariño!—exclamó mi padre, con la voz ahogada por la emoción.

—¡Estamos muy orgullosos de ti!—Mi madre beso mi frente.

Comprendí la realidad de mi aceptación,había dejado de ser un sueño para convertirse en mi realidad.

Una sonrisa se dibujó en mi cara tan amplia que casi me dolía. Me sentí mareada, como si pudiera alejarme flotando en la pura alegría del momento.

Lágrimas de felicidad corrieron por mis mejillas mientras abrazaba fuertemente a mis padres.

—No puedo creerlo.—susurré, mi voz apagada contra el hombro de papá.—Yo, Amelia Johnson, en la Universidad de Nueva York.—Mamá me apretó más fuerte, sus propios ojos se nublaron.

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