15. Es un idiota.

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Amelia

Noah se había quedado dormido en mi pecho, aún no podía terminar de procesar todo lo que me había contado.

El síndrome del estocolmo era algo que siempre me había resultado estúpido ¿Cómo una persona podía ser capaz de encariñarse de su secuestrador? No es hasta ahora que creo que lo estoy empezando a padecer.

Cada vez que Noah me besaba, me tocaba o me veía mi corazón se aceleraba y mis ojos se dilataban. Le estaba empezando a tener empatía y lo que más me aterraba, me estaba encariñando.

Odiaba eso, ¿Por qué el ser humano tiene que encariñarse con personas que no debe? Por más que estaban surgiendo todas estas emociones, no podía dejar de pensar en que Noah era un criminal. Y yo odiaba eso, cuando me metí en todo este plan me prometí no tener sentimientos hacia el, porque al final de todo era una mala persona, Pero ahora ya no me resulta tan mala persona.

¿Cuánto más duraría esto? ¿Cuánto tiempo más tendría que soportar esto? Ya había pedido la cuenta de las veces que le había suplicado de rodillas a Dios y a el universo que cambiarán el destino y me regresarán a mi hogar.

Los primeros rayos de sol entraron por el ventanal. Mentiría si dijera que pude dormir aunque sea cinco minutos.

Me levanté de la cama tratando de que Noah no se despertara. Dormido se veía como si fuera incapaz de matar una mosca, lastima que las apariencias engañan.

Al salir de la habitación me quedé pensando. Quería ir a ver a Lauren y contarle todo lo que pasó anoche. Me sentía tan sucia, no me podía sacar de la cabeza que el puso sus asquerosas manos en mi cuerpo.

Mientras caminaba por el pasillo, escuché el sonido de una puerta que se abría. Al voltear la cabeza, vi a Melanie saliendo de su habitación, con una sonrisa sarcástica en su rostro.

—Amelia, ¡qué sorpresa verte despertada tan temprano! —dijo Melanie, su voz llena de ironía—. ¿No será que intentas escapar como Judith?

Me detuve frente a ella, sintiendo una oleada de irritación.

—Melanie, lamento informarte que no me complace encontrarme contigo —le respondí, tratando de mantener la calma—. ¿Comentarios pasivos agresivos a tan temprana hora? Si me dices eso y se supone que somos amigas, ahora imagínate si no lo fuéramos.

Melanie se rió, su sonrisa aún más amplia. Me pareció que disfrutaba de verme incómoda.

—Ay, Amelia, siempre tan sensible —Comento Melanie, su voz llena de burla—. No te tomes todo tan en serio, solo estaba bromeando.

—No te preocupes, Melanie —Conteste, tratando de mantener la distancia—. Ya estoy acostumbrada a tus bromas.

—Ya me enteré de la pelea que tuvieron Frank y Noah —dijo Melanie, su voz llena de curiosidad—. ¿Te defendió Noah, verdad?

Me sentí incómoda, no quería hablar de eso con Melanie.

—¿Qué tiene que ver eso contigo? —le pregunté, tratando de cambiar de tema.
Melanie se rió.

—Nada, solo me parece interesante que Noah se fijara en ti —su voz llena de sarcasmo—. No entiendo qué ve en ti. Eres tan... normalita.

—¿Qué quieres decir con eso? —le cuestione, intente mantener la calma.

—Solo que no eres precisamente la chica más emocionante del mundo —Melanie se encogió de hombros

Me sentí enfadada, pero traté de no dejar que Melanie me provocara.

—No necesito justificar por qué Noah se fijó en mí —replique, tratando de mantener la dignidad—. Y además, no creo que sea asunto tuyo.

—Se me hace tan falso, Amelia. Te quejabas tanto tiempo de esta nueva vida y ahora mantienes una relación con tu secuestrador —declaró con una sonrisa burlona.

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