30. Sindrome del estocolmo.

83 9 0
                                    

Último capítulo.

Amelia.

—Entonces ¿Te vas?—pregunte buscando una última confirmación.

—Si, no soy tan fuerte como tú cómo para quedarme, solo vine a despedirme.—me dió la confirmación que necesitaba.

—No soy tan fuerte, creeme... Solo quiero ver cómo se hace justicia—agarre sus manos dándoles un suave apretón— ¿Y a dónde vas?

—Canada.—me aclaro.— Quiero estar muy lejos de todo, para olvidarme de este año tan traumático.

Sarah y yo estábamos afuera de la sala del tribunal.

Se suponía que íbamos a estar allí para la sentencia final de aquellos que nos habían hecho daño.

Pero justo cuando las cosas estaban a punto de comenzar, Sarah me informó que no entraría; había decidido dejar el pais y olvidarlo todo.

Podía sentir totalmente la desesperación y la frustración que irradiaba Sarah en ese momento. El peso del mundo sobre sus hombros.

Todo se había vuelto muy agobiante desde el día en el que recuperamos nuestra libertad. Nos habíamos convertido en el que hablar de los demás, los paparazzis no dejaban de acosarnos, múltiples revistas y programas querian que diéramos una entrevista. Nuestro caso se había vuelto muy popular.

Podía entender que quería huir de todo eso, al recuperar nuestra libertad pensábamos que recuperaríamos nuestra anterior vida, pero en realidad ahora teníamos a personas obsesionadas porque diéramos una entrevista, que contemos que paso en ese año. Y nosotras, lo único que queríamos era olvidarnos de eso, olvidar todo lo que pasamos.

Además, en estas semanas no solo lidiabamos con los medios, si no que seguido íbamos a la corte a dar algunas declaraciones para poder definir una sentencia.

—Me alegro por ti. Y espero que en Canadá encuentres la paz que tanto necesitas—le desee con una sonrisa sincera.

—Yo solo vine aquí a despedirme. Y agradecerte.

—¿Agradecerme? ¿Por que?—pregunte llena de confusión.

—Por lograr que no me pusieran ninguna sentencia. Aunque solo colabore una vez en un delito, eso hubiera sido suficiente para que me sentenciaran a algo. Gracias a tus declaraciones es que no me pasó nada.

—Tu al igual que yo solo eras una víctima más. Ojala hubiera podido ayudar también a Melanie y Sidney, pero ellas decidieron su destino al meterse al mundo criminal.—dije con lastima lo último.

Las dos nos quedamos en silencio unos segundos, viéndonos con cierta nostalgia. Pensar que de seis amigas terminamos solo dos, y ahora cada una iba a tomar un destino diferente.

—Amelia, seguiremos siendo amigas ¿Verdad?—cuestiono viéndome a los ojos.

—Eso espero, Sarah, eso espero.

Sin decir una palabra, se acercó y nos abrazamos con fuerza.
Durante un largo momento, simplemente  respirando el aroma de la otra, memorizando este momento.

—Te voy a extrañar mucho—susurró Sarah, con la voz llena de emoción.

—Yo también—dije entrecortadamente, tragando saliva.

Nos separamos el uno del otro, mirando esos ojos familiares por última vez.

Pude ver la tristeza grabada en el rostro de Sarah, la incertidumbre. sobre lo que me esperaba y supe que sentía lo mismo.

FAVORITE CRIME Donde viven las historias. Descúbrelo ahora