[ Capítulo 14 ]

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Han Jisung es un chico extraño, pero es la única persona (aparte de mí) con la que Jeongin habla

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Han Jisung es un chico extraño, pero es la única persona (aparte de mí) con la que Jeongin habla. Jisung le dio su número de teléfono cuando nos fuimos de Tearslam y ahora habla con él todos los días. No me siento celoso, aunque tengo más de una razón para estarlo. Principalmente porque Han Jisung  es un niño de dieciséis que se comporta más como el hermano menor cerebrito de Jeongin que como un chico que está enamorado de él. Además, Jeongin confía en mí, así que yo también confío en él.

Pero hay ocasiones, como ahora, en las que se vuelve un poco molesto.

—Jeongin, mírame por un segundo —le digo. Él no me responde, ni siquiera aparta la mirada de su celular—. Jeongin.

—Dame un segundo. Jisung dijo que una semi-demonio está de visita en Tearslam y me envió una foto de ella —me muestra su celular—. ¡Mira sus ojos! No los tiene como nosotros. Es como si la mitad del ojo fuera una laguna negra y la otra mitad fuera la pupila en forma de cruz. ¡Mitad y mitad! ¿No es increíble?

El boceto del retrato de Jeongin no me está quedando nada mal. He trabajado en él por un poco más de cuarenta minutos, así que faltan muchos detalles, pero va adquiriendo forma. Es Jeongin, aunque no luce como Jeongin. En el dibujo, él sonríe abiertamente. En la vida real, Jeongin no sonríe tan a menudo.

A veces lo hace, cuando me ve. Cuando despierta y soy lo primero que encuentran sus ojos por la mañana.

En ocasiones, luce como si quisiera asesinarme.

Ahora mismo está sonriendo. Está sonriendo porque está aprendiendo sobre sí mismo, sobre esta criatura rara y poco común que es. Sonríe porque sabe que no está solo (y no me refiero a mí como su compañía, sino al resto de hijos del Diablo en Tearslam y Blackburn). Sabe que no es una depravación del universo. Hay un lugar al que pertenece, y puede ir a ese lugar cuando quiera (Jisung le dejó en claro que, si visitábamos Tearslam de nuevo, podíamos quedarnos en la habitación para huéspedes de su casa).

Ese lugar que lo acogerá no es el Chadburn.

Yo aún no sé a dónde pertenezco (no es verdad, sí lo sé. Pertenezco al viejo sillón color vino en la sala, junto a mamá. Acostado en su regazo mientras vemos programas tontos de televisión y ella acaricia mi cabeza como si yo fuera un bebé y no un casi-adulto).

No pertenezco al Chadburn, como Jeongin. Pero, a diferencia de él, tampoco pertenezco a Tearslam (no volveré a usar el hechizo de ocultación sobre mis colmillos en mi vida. Esa mierda duele como el infierno). ¿Jeongin podría pertenecer a Blackburn? ¿Encajaría en el sillón de mi madre?

—Hyunjin —dejo de dibujar al escucharlo, y el lápiz flota sobre la nariz en el retrato de Jeongin. Levanto la mirada del cuaderno para ver al Jeongin real—. Vamos, quiero enseñarte algo.

Se levanta de la cama, se pone sus zapatos sin molestarse en atar los cordones y jala mi brazo en dirección a la puerta. Dejo el lápiz y el cuaderno sobre el escritorio y me dejo llevar por Jeongin (podría llevarme a cualquier lugar, incluso al inframundo, y lo dejaré hacerlo).

SacrilegiousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora