Capítulo 19

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Me alejo un poco de Jeongin para ver lo que trae puesto: Una camiseta azul demasiado grande con el estampado de una media luna amarilla y unos pantalones negros y holgados

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Me alejo un poco de Jeongin para ver lo que trae puesto: Una camiseta azul demasiado grande con el estampado de una media luna amarilla y unos pantalones negros y holgados. Es la pijama de Joshua. ¿De verdad era lo único que tenían para prestarle o solo querían humillarlo un poco? Sea cual sea la razón, luce malditamente adorable. Acaricio sus mejillas y le planto un beso en la frente. Ahora que no hay rastros de sangre de conejo en su rostro, volvió a ser un chico hermoso. Solo quiero tenerlo en mis brazos por la eternidad.

-¿Así que estás arrepentido y les rogaste que querías verme? -me burlo de él, agarrando su rostro entre el índice y el pulgar y moviéndolo de lado a lado como si fuera un bebé. Él frunce el entrecejo, pero no me aleja- ¿Tanto me extrañabas, Yang Jeongin?

-Cállate -murmura, sorbiéndose la nariz. Aprovecho que sigo agarrando su rostro para besarlo. Sus labios tienen un sabor salado y amargo por las lágrimas, pero son tan dulces que no puedo evitar volver a besarlo. No lo he besado por días, me lo debe. Empieza a reírse, pero se aleja con vergüenza al escuchar a Yuqi carraspear exageradamente. Baja la mirada y luce culpable-. Lamento lo que pasó... en el bosque. Y lo del establo. Debí pensarlo mejor, fue mi culpa.

-No debí presionarte, fue mi culpa también -lo abrazo y él se aferra a mis hombros. Solo sentir su calor y saber que está bien es suficiente para que la ansiedad que sentí por días desaparezca. Amo a este tonto, no hay dudas-. Aunque me ofende bastante que hayas matado a cuarenta animales con tal de no volver a verme, ¿sabes?

Se ríe un poco contra mi hombro, aunque esa risa se torna oscura en cuestión de segundos.

-Lo lamento. Estaba estresado. Y, últimamente, mi forma de desestresarme era llamarte y... hacer eso. Pero no podía llamarte, porque sabía que estabas enojado. Tú eras la fuente de mi estrés, ¿cómo podría llamarte? Debía... aclarar mi cabeza, y lo único que se me ocurrió fue desquitarme con los conejos. Te prometo que solo iban a ser un par, pero... -se aleja para mirarme a los ojos. Siguen húmedos-. Jisung me dijo que sucedía a veces al principio, cuando aún no lo dominas: Las manos, Hyunjin. Pierdes el control de ellas.

-¿Fueron las manos, entonces? ¿No fuiste tú? Estabas lleno de sangre, Jeongin -acuno su rostro entre mis manos y lo acaricio con los pulgares. Pego mi frente contra la suya-. No es convincente.

-Digamos que empecé con un conejo, y terminé devorando cinco -ríe con el rostro completamente sonrojado. Al ver me no me hace gracia, se calla enseguida-. La sangre era de los conejos. Estaba por irme, pero los brazos aparecieron y se descontrolaron. Yo ni siquiera podía moverme, y ellas arrasaron con los conejos que quedaban y con todos los caballos. Iba a escapar, pero Pusset apareció. Y luego apareciste tú y no supe qué hacer... Lo siento, en serio. Lo siento, Hyunjin, no pensé bien las cosas.

-Entonces, en conclusión -me acerco más, hasta que nuestras narices se tocan, y él cierra los ojos-, ¿no lo hiciste para evitarme a propósito?

-No.

Suelto aire hasta desinflarme por completo y también cierro los ojos. Es un maldito alivio. Me siento tan tranquilo ahora. El peso sobre mis hombros desaparece por completo, y es reemplazado por una agradable calidez en mi pecho. Lo beso otra vez. Hace un segundo creí que nunca volvería a hacerlo, pero ahora que tengo la oportunidad no puedo detenerme.

-¿Manos? -pregunta Yuqi. Los dos nos giramos para verla. Ella sostiene su mentón y mira a Jeongin con gesto inquisitivo-. ¿De qué hablas?

-Es una habilidad de los demonios, ¿no? -suelto a Jeongin para mover mis manos de arriba a abajo, simulando los tentáculos que salen de la espalda de Jeongin, y él se carcajea por mi terrible imitación-. Los brazos de energía oscura que emergen de su cuerpo.

-Los demonios no podemos hacer eso -asegura Yuqi, mirando a Jeongin en busca de una explicación-. Lo que sea que Jeongin sea quizás sí, pero los demonios no.

-¿Estás segura? Antes de conocer a Jeongin, escuché a un chico hablando sobre eso. Y recuerdo claramente que mencionó que la chica que le hizo un trabajo manual con una mano mágica era un demonio.

-Estoy segura, Hyunjin. No se puede, no hay registros en ningún lado, al menos según lo que nos enseñan -juega con sus dedos, frunciendo los labios e intentando pensar-. ¿Quizás la chica de la que hablaba era como Jeongin?

-No hay forma de que... -empiezo, riéndome, pero me detengo tras dos segundos. Miro a Jeongin-. ¿Hay semi-demonios en Moonsheld?

-Muy bien. No estoy entendiendo nada y me duele la cabeza -dice Chaehyun, levantándose del columpio y estirándose-. Creo que lo mejor es que se pongan al día ahora que se reconciliaron, y la verdad es que ya tuve suficiente por una noche -se ríe un poco-. Me iré primero. Nos vemos en la graduación.

-¡Voy contigo! -dice Joshua, levantándose de un salto. Se gira para mirarme-. Te llamaré más tarde, ¿sí? Ah, y no te preocupes por la ropa -le sonríe a Jeongin, y el gesto se torna provocativo-, es mi regalo de bodas adelantado.

-Eh, gracias -dice Jeongin, más rojo que una manzana. Joshua se ríe y termina por regresar a la residencia con Chaehyun.

Yuqi también se levanta.

-No quiero ser una tercera rueda y vomitaré si vuelven a besarse, así que me voy a buscar a Minnie -antes de salir de la sala, me dirige una mirada furtiva-. Asegúrate de llegar pronto al ensayo de mañana, Hwang Hyunjin. Eres el único ser oscuro de último año que me agrada y esa mierda durará horas.

-Te lo prometo -le aseguro. Ella me sonríe sin enseñar los colmillos y se va.

Solo quedamos Jeongin y yo.

Le beso la mejilla, y continúo besándolo hasta llegar a su mandíbula. Él se ríe, pero ahoga un jadeo cuando siente algo húmedo recorriendo su cuello. Aún tras la ducha y con la ropa de Joshua, sigue oliendo ligeramente a sangre, y la verdad es que ese olor impregnado en el cuerpo de Jeongin resulta más que provocativo.

Quiero morderlo.

Lo hago, no me puedo contener. Él gime muy bajo, seguramente porque le aterra que haya alguien que pueda escucharlo. Succiono una pequeña cantidad de sangre, cuento hasta tres y termino alejándome antes de perder el control. Relamo mis labios, pasando mi lengua sobre la herida y causando que Jeongin tiemble sobre mí.

-¿Sigues estresado? -le pregunto en un susurro, con los labios pegados a su oreja-. Estoy seguro de que hay una habitación vacía ahí dentro.

Él se voltea y me besa, atrapando mi labio inferior entre sus dientes y sonriendo contra mi boca.

-Preferiría volver a mi habitación. Seguramente los dormitorios están vacíos. Nadie nos escuchará, ¿no quieres aprovechar eso?

Le beso la punta de la nariz y lo cargo como a una princesa. Él se remueve y se queja entre risas, pidiendo que lo baje, pero termina por aferrarse a mi cuello para no caer. Puedo ver de reojo a Jeonghan, parado frente a la entrada de su casa y mirándome con una sonrisa orgullosa, y a Jimin en el balcón, con otro cigarrillo colgando de sus labios y hablando con Park Sunghoon con un ligero sonrojo en sus mejillas.

El Chadburn es una prisión, pero creo que lo mejor es perdonar.

Después de todo, fue este lugar vomitivo el que me hizo conocer a todas estas personas. Fue este lugar de mierda el que me acogió, cuando mi madre quiso salir a vivir su vida en lugar de deprimirse por mi padre. Fue este lugar el que me dio una nueva familia, cuando la mía se cayó a pedazos.

Y eso, aunque tardó cinco malditos años, es algo que debo agradecerle.

Gracias, Chadburn. Por todo.

SacrilegiousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora