[ Capítulo 15 ]

193 48 14
                                    

—Jeongin

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Jeongin.

—¿Hmm-mm? —responde, con la boca llena.

Tiene el rostro hundido en el conejo muerto, que sostiene con ambas manos. Estamos sentados en el pasto mojado con las piernas cruzadas. Jeongin le arranca un bocado de carne de un mordisco y se mancha hasta la nariz con sangre. Me relamo los labios, temiendo verme como él. Me limpio con el dorso y reviso mi mano después: No hay rastros de sangre. Los vampiros somos muy limpios a la hora de morder cuellos; los demonios, no tanto.

—Quería preguntarte algo.

—Pregunta —dice, limpiándose la sangre con la manga del suéter. Deja el cadáver en el suelo, frente a nosotros, y el cuadro me da escalofríos.

—La graduación es en cinco días.

—Lo sé —responde Jeongin, sin mirarme. Sus ojos se desplazan con curiosidad por los alrededores, buscando algo. Espero que no esté buscando otro conejo, ya he tenido suficiente con todo lo de hoy.

—Bien —me lleno los pulmones de aire y lo suelto enseguida. He estado pensando en preguntarle esto a Jeongin por varios días, pero nunca he encontrado el momento adecuado—. Un hechicero de último año va a hacer una fiesta el viernes en una residencia de su familia, en las afueras de la ciudad. Invitó a todo el mundo, incluso a seres oscuros. Iré con mis amigos.

—Ajá —vuelve a agarrar el cadáver y empieza a jugar con él, mirándolo desde mil ángulos y agarrándole las patitas inmóviles antes de darle otra mordida. La cabeza del conejo cuelga de un lado, y sus ojos vacíos me miran sin expresión. Creo que vomitaré. La sangre de conejo no sabía tan bien como imaginé (cinco años de beber cuellos y cajitas de la cafetería me malacostumbraron a un sabor más... refinado)—. ¿Por qué me lo dices? No es como si necesitaras permiso. Puedes hacer lo que quieras, Hyunjin.

—Ya lo sé, pero... —cierro los ojos. No aguantaré un segundo más con el conejo ahí. Junto mis manos e intento reunir fuerzas. Solo quiero un último recuerdo con Jeongin, una noche en la que no tenga que pensar en nada más que él y yo juntos—. Quiero que vengas conmigo.

Se queda hecho piedra por un momento. La boca abierta a centímetros del conejo, los ojos desembocados viendo a un lugar aleatorio del bosque. Cierra la boca y deja el conejo en su regazo. Parpadea muy rápido. Está por decir algo, pero no termina de convencerlo y al final no lo dice. No pronuncia ni una sola sílaba. Evita mirarme.

No.

Jeongin, por favor.

—No sería por mucho tiempo —me apresuro a decir—. Podemos estar ahí un par de horas y luego ver películas en tu habitación. Solo quiero... Es la última vez, ¿sabes? No volveré. Es mi última vez y quiero tenerte junto a mí. Quiero que conozcas a mis amigos. No sé qué va a pasar después de la graduación y...

—No puedo.

El tono con el que pronuncia esas dos palabras me deja helado. Trago saliva; siento la garganta completamente seca. Mi pecho pesa demasiado, mi corazón está por tocar el suelo. Por fin me doy cuenta de que ha empezado a llover, una pequeña gota cae por mi mejilla, y una llovizna leve cae sobre nosotros. Jeongin aún no me mira.

SacrilegiousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora