Pico botella

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El día había transcurrido rápido, y solo veía el lento atardecer, el profesor de literatura daba una interesante charla sobre "El amor en tiempos de cólera" un amor que siempre se contuvo hasta casi la vejez, fue un resumen que tomé del profesor, me imagino si mi vida fuera así de triste, algo imposible de conseguir, el verdadero amor.

Toda la semana Santiago me había evitado, su indiferencia era tan notable que me helaba por dentro, pero a mi favor, la fiesta de integración que organizaba la universidad era mañana, la cual prácticamente todos los estudiantes se ven obligados a asistir. El día termino más rápido de lo que pensé y Angela dormía a mi lado de tanto esforzarse para organizar nuestro atuendo de mañana en la noche, sonreí al verla dormir tan calmada, me recosté a su lado y caí en un profundo sueño.

Ya la fiesta había comenzado, casi 9, Angela y yo llegamos casuales, al igual que casi todo el mundo, unos jeans apretados chaleco y blusa de tiras dejando caer mi cabello ondulado.

- Hola querida - me susurraron a mi espalda

- ¿Qué quieres? - le dije indiferente a Rebeca

-Tranquila solo saludo- me sonrió con egocentrismo y se alejó rápidamente a la mesa de refrescos donde le esperaba un chico tonificado con cabello negro y alborotado que hacía resaltar un tatuaje en la espalda, enconjí un poco mis ojos y si "Santiago Crouce".

- ¿Vinieron juntos? - pregunté a Angela con recelo en mí voz

- Sip, juntos, no te preocupes, lo que deja una leona no lo borra una gatita- dijo Angela guiñandome el ojo - A jugar a la botella - gritó levantando su vaso de cerveza-

La multitud emocionada no tardó en reunirse, bueno los que querían jugar, en un circulo poniendo una botella de heinneken en el medio.

- La pareja que caiga va por el beso - dijo Angela retadora con un toque de emoción en su voz

Empezaba a rodar la botella y algunos golpeaban el piso mientras otros bebían de su cerveza, después de que como 3 parejas se habían besado me dí cuenta de que precisamente estábamos jugando Santiago, Rebeca, Alejandro y yo. Me estremecí con solo pensar que me tocara con Alejandro enfrente de todos. La botella daba mas vueltas y vueltas y seguían pasando las parejas hasta que finalmente de nuevo la suerte no estaba de mí lado y me tocó con Alejandro, el no pudo evitar sonreír y vi a Santiago con la mandíbula tensa, obligado a ver lo que sus ojos no querían. Quería terminar esto rápido así que le dí un beso rápido sin emociones ni pasión ni nada. Aún tenso Santiago tomó las botella y esta vez el fue quien la hizo girar, inesperadamente le tocó a el y a Rebeca, ¡Maldición!.

Rebeca con su jean negro y su blusa blanca en capas se acercó con picardía a Santiago, de pie en medio del circulo ella enlazo sus brazos en su cuello y se acercó con lentitud a los labios de el, disfrutando en momento, creo que debería ser pecado ver un beso así en un juego de la botella, Santiago me vio antes de dejarse llevar por el seductor beso, enlazó sus brazos en su cintura presionando mas el cuerpo de ella a el, se separaron solo porque los muchachos le gritaban a Santiago "Déjala respirar amigo" o sino estoy segura que se hubieran quedado un rato ahí, Santiago volvió a verme con una expresión de una combinación de indiferencia y dolor.

Después de terminar el juego me vi en la obligación de borrar el despecho con Club Colombia, solo dejándome llevar por la cerveza, aunque siempre estuve sobria.

- Hola mamasita - me dijo Alejandro dejando salir el fuerte olor de alcohol -Estás hermosa- decía balbuceando a causa de estar ebrio, mientras acariciaba con suavidad mi mejilla - No se como te pude dejar ir - me susurraba cerca de mis labios.

Sus palabras eran mas embriagantes que todo el alcohol que había consumido, cuando iba a levantarlo ya sus labios estaban conectados a los míos creando una combinación de sabores en nuestros labios, me separé con rapidez y la mirada penetrante de Santiago ya estaba puesta en mí, me miró y se fue, ahí vi el gesto "Me rindo". Mí corazón se debilitó pero el peso de Alejandro me hizo salir de mis pensamientos por un momento, lo llevé arriba y lo recosté en un sillón, besé su mejilla y lo dejé.

Al salir solo presencié a Santiago besando a Rebeca recostados en el auto de el, y ahí si mi corazón estaba en el piso

Enamorados y enredadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora