Lucas y Angela se estaban quedando en mi apartamento, había espacio de sobra así que a ninguno le molestaba, ya habían pasado 5 días y, según lo que nos dijeron, a Santiago le daban salida mañana, ninguno de nosotros lo podíamos ver ya que siempre estaba en procedimientos clínicos.
Me parecía divertido ver como Angela y Lucas se esmeraban en ocultar sus sentimientos prácticamente ellos eran los que alegraban mis días.
Ya era el día de la salida de Santiago, mis manos sudaban a pesar del frío que hacia en la clínica, solo veía a los doctores pasar y pasar, la gente en la clínica habían sido muy amables a pesar de que el físico era espeluznante pero bastante profesional, todos habían estado muy pendientes de Santiago dejando al lado la parte económica, los peores momentos eran cuando se escuchaban las lamentaciones de las demás familias llorando por alguna perdida o por la grave situación de alguien querido, solo había visto algo similar en mi vida y era cuando acompañaba a mí primo en el hospital donde el trabajaba eran muy pobres las personas de allí y muy pocas veces podían pagar los gastos.
Sacudí mi cabeza y dejé de pensar en aquellas cosas, me debía preparar para recibir a mí lobo, estaba ansiosa y la secretaría se cansaba de ver mi frecuente movimiento de un lado a otro y cuando la miraba me daba una amable sonrisa yo se la devolvía era bastante joven para trabajar
-Ya viene- Me dijo un doctor sonriendo, eso no me ayudó a controlarme, al contrario mis manos y pies sudaban aun mas
Me alivié cuando vi a un doctor que traía a mí joven y guapo esposo en una silla de ruedas, el no miraba a ningún punto, tenía la mirada perdida, mi corazón se rompió cuando no me miró a mi cuando estaba al frente, aunque no lo culpé solo culpaba a la anestesia supuse que era normal los efectos ya que cuando me operaron una vez el oído mis padres me dijeron que estaba en el mismo estado.
Me agaché para estar a su misma altura y acaricié su mejilla, se veía tan cansado como cuando dormía, -Hola mí amor- Susurré tratando de evitar que mis ojos lloraran, el no alzaba la vista eso me hería -Soy yo, Lucía- Susurré con un hilo de voz
El levantó la cabeza y pareció como si sus ojos se iluminaran, me estremecí y me hundí en su mirada el me sonrió sin mostrar sus dientes y yo le tomé la mano.
-A ver muchacho te has comportado bien te dejo en buenas manos-Dijo el doctor sonriendo.
Santiago lo miró y le dio la mano agradecido, su mirada empezaba a iluminarse nuevamente, algunos enfermeros me ayudaron a llevarlo hasta el auto y montaron sus pertenencias en el baúl, yo les agradecí y les recompensé con algo de dinero, al principio se negaron pero luego aceptaron amablemente. Subí a mi auto y Santiago iba en el copiloto el vestía con una sudadera holgada que era su favorita y una camiseta blanca manga corta, se veía muy tierno con sus vendas le sonreí y el me correspondió apenado. Así empezamos el viaje de regreso a la ciudad, puse música suave y Santiago pareció agradecerme cuando se recostó al sillón del auto con mas comodidad, le di un reojo cuando bajé la velocidad del auto, el estaba luchando contra el sueño y puse una canción de sus favoritas y mientras veía la ventana y taradeaba se quedó dormido, pero esta vez se veía muy en paz mas aliviado.
Conduje mas activamente y des vez en cuando le acariciaba unos mechones de cabello a Santiago aquellos lunares que tenía en el cabello, tomé mi celular y revisé rápidamente los mensajes, tenía uno de Alejandro pero no me molesté en verlo.
-Despierta mí amor, ya llegamos.- Le susurré con ternura mientras acariciaba con suavidad su mejilla
Mientras el se despertaba llamé al portero y pedí el favor de que nos colaborara con mover a Santiago
-Muchas gracias- le agradecí con una amplia sonrisa - ¿como es su nombre?
-Gustavo- Respondió el mientras ponía los equipajes en el piso
-Pues Gustavo muchas gracias, en verdad, puede retirarse
el me hizo una reverencia y se desapareció, al instante le mandé un mensaje a la administración que le dieran un aumento al buen hombre. Volteé y Santiago se sentaba en el sofá corrí hacia el y le ayudé a sentarse, le acomodé varios cojines a su espalda y me senté junto a el, me dirigió una mirada y no se pero sentí que el se incrusto en mís pensamientos y en verdad sabía que seguía preocupada por el entonces me acarició la mejilla y ahí mis emociones se descontrolaron y mis lagrimas rogaban por salir pero yo pestañeaba rápido evitándolo
-Adelante, llora- me susurró abriendo sus brazos para que me recostara
Yo obedecí y cuando con mucha delicadeza me recosté a su brazo las lagrimas empezaban a salir, Santiago me acariciaba el cabello lentamente y podía ver su sonrisa consoladora de reojo, recordé cuando lo vi en aquella habitación tan débil y lloré con mas fuerza
-Aquí estoy amor, no me iré a ninguna parte, lo prometo- Me susurró al oído
Yo limpié mis lagrimas y decidí mirarlo a los ojos, el me esperaba con una sonrisa resplandeciente que me hizo a mi también sonreír, se borró mi sonrisa cuando recordé que no le había contado a Santiago de mi supuesto embarazo
-Debo decirte algo- Le dije componiendome en el sofá - Hace una semana pues creía que estaba embarazada- los ojos de Santiago se abrieron como platos- no, no lo estoy, respondí a su expresión- antes sentía muchos mareos y pues síntomas que correspondían a lo de un embarazo, pero me dijeron que no el mismo día que tu me hablaste- respiré profundo y le evité la mirada a Santiago- Me ilusioné, pero por algo pasan las cosas ¿O no?, no te lo quería contar pero no se, creo que mereces saberlo
-Tranquila mí amor- El tomó mi mano y la besó con delicadeza- ya habrá tiempo para tener a nuestros pequeños
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Enamorados y enredados
Romance-¿Podremos sobrepasar obstáculos?- Le pregunté con lagrimas en mis ojos -Solo si así lo quieres