Así es

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Santiago estaba sobre mí, quitaba su camisa con sensualidad sin quitarme la mirada de lujuria de encima, me besaba con agresividad y posesión , yo estaba estaba en ropa interior y a el le quedaba aún el jean puesto, el se lanzó a mí e hizo que me estremeciera en la unión de nuestros cuerpos

-Eres una diosa- Me susurró jadeante antes de morder mí labio 

Yo en verdad no podía decir nada la combinación de mis jadeos y gemidos hacía imposible que hablara. El me miró con la mirada encendida, si no fuera porque es imposible podría afirmar que veía fuego en sus ojos 

Me desperté y estaba sudada, era solo un sueño, respiraba con dificultad y me di cuenta que en verdad sentía demasiado calor, miré y Santiago no estaba a mi lado, gracias Dios, pero igual lo necesitaba, fui al baño tratando de calmar mis ansias, aproveché y entré en la ducha, el agua me hacía demasiado bien, estaba tibia, me asusté un poco cuando abrieron la puerta del baño, era Santiago, me asomé en la puerta de la ducha y le miré con el ceño fruncido

-Se toca antes de entrar- me ruboricé al ver que prácticamente venía dispuesto a bañarse, tenía solo una toalla que cubría sus caderas

-¿Hay espacio para mi?- Dijo con una amplia sonrisa

Yo trataba de evitar mis ansias y el aparece, que suerte, gruñí al ver que antes que yo contestara el ya se había metido en la ducha, el rubor se esparcía por todo mí cuerpo al ver como poco a poco el agua lo mojaba a el, tenía sus ojos puestos en los míos y yo estaba como que en un trance, maldije su efecto en mí, pero buscando perderle la mirada me quede en su torso tan perfecto, con algunas cicatrices del accidente, me llenaban de dolor, el pudo ver eso y por eso me besó, me separé y volví a verlas, casi involuntariamente mis dedos rodeaban sus cicatrices, el veía mí dolor, no quería seguir así, tomé mi toalla me envolví y salí de la ducha, el hizo lo mismo persiguiéndome.

Al final consiguió tomar mi brazo y jalarme a el, que me abrazó a casi al instante, no quería que las lagrimas brotaran pero era imposible y lloré en su pecho mojado, el besaba mi cabello y me acariciaba la espalda con suavidad

-Ya pasó, estoy aquí, no me pienso ir- Susurraba con calma

lo abracé más fuerte cuando escuché su suave voz, si pudiera me quedaría así toda la vida abrazada con el, nunca soltarlo, nunca exponerlo, siempre amarlo, me incliné un poco y besé sus labios, el me correspondió con dulzura, el cuarto estaba medio oscuro, las cortinas le daban un hermoso color a casi toda la habitación, Santiago bajó sus manos un poco e hizo que mí toalla se cayera, yo ignoré eso y seguí consumiendo de sus labios, nuestra imagen besándonos de esta manera yo desnuda y el en toalla podía aceptar que era erótica, el seguía con sus suaves caricias en mí espalda y con el lento movimiento de sus labios, pasaba de mi espalda a las curvas de mi cintura, nos movíamos con suavidad como si bailáramos, me separé y rocé su labio el me sonrió y yo no pude evitar hacerlo

-Hay que ir a la fundación hoy ¿Recuerdas?- Susurró jugando con mí nariz 

Asentí y me agaché pudorosamente a tomar mí toalla, al levantarme ya estaba ruborizada,-Deja de mirarme y anda a bañarte, Santiago- Dije riendo 

Me duché rápido y me puse algo casual, tennis, un jean holgado, y una playera también holgada, hice un esfuerzo para que mi cabello tomara ondas, organicé mi bolso y partimos allá. La fundación era muy linda, afuera habían dibujos muy lindos que Santiago, Angela, Lucas y yo habíamos hecho y pintado, eran varios niños agarrados de la mano en un campo, me siento orgullosa cada vez que lo veo.

Llegamos al salón y todos los niños corrieron a donde nosotros abrazándonos -Hola, preciosos ¿Cómo están?- Pregunté sonriente

-Bien- Respondieron todos al mismo tiempo riendo

Angela llegó y nos saludó a ambos -Llegaron tarde, tórtolos- Dijo ella guiñando el ojo, no dije nada sólo reí dándole la razón 

-Trajimos regalos- Dijo Santiago buscando una bolsa que habíamos traído 

Me acerqué a un niño que en verdad quería mucho, su nombre era Marcelo y tenía 2 añitos, era el menor, me acerqué y le besé la mejilla, y le di un auto que le habíamos traído, el no acostumbraba a hablar mucho pero era una ternura de niño, ellos jugaban mientras nosotros veíamos los registros de niños y los resultados eran muy buenos, habían muchos niños y los educadores eran proporcionales a los niños, todos estábamos felices

-Como vas con Lucas?- Le pregunté a Angela recostada al balcón 

Ella se ruborizó casi al instante -Vamos bien, el es un amor, lo sabes- Susurró

-Así es, su hermano es un amor, al parecer va en los genes- Reí 


Enamorados y enredadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora