Capítulo 25

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+18, si no quieres leer no es obligación, no afecta a la trama de la historia.
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Conway

La mesa cada vez está más vacía, Holiday se fue cuando Castro lo llamó, sí, un buen y responsable esposo.

Las chicas que estaban aquí, de ellas sólo quedaron dos, y a ninguna las conozco. Gustabo y Gordon también se fueron.

Así que sólo quedamos, Isidoro, las dos chicas, Freddy y yo.

Ellos están riendo de alguna tontería que dice Isidoro, no estoy prestando mucha atención, mis ojos están fijos en Freddy, y aunque me cueste disimular, me gusta mucho éste hombre.

—¿Y usted tiene pareja, Comisario? —La voz chillona de la chica me saca de mis pensamientos.

Freddy me mira de reojo por un momento, y sonríe.

—Algo así.

¿Algo así?

Enarco una ceja, pero no digo nada.

—Yo puedo ser algo serio para usted —La chica se acerca más a él, quedando casi a centímetros.

—No lo necesita —Mi tono se oye más amargado de lo que esperaba.

La chica fija sus ojos en mí, curiosa.

—¿Seguro?, Puedo darle mi teléfono.

—Lastima, no trajo el suyo —respondo antes de que Freddy lo haga. Tomo un sorbo de mi trago.

—No me dolerá si terminas conmigo, con tal de estar...

—Créeme, acercarte a él de esa forma, te dolerá.

Freddy me lanza una mirada divertida, sabe que me molesta y aún así le sigue el rollo.

No somos nada serio, pero no me pone contento saber que está coqueteando con otra persona.

Son celos, admítelo.

Se llama exclusividad.

Celos.

—¿Quieres ir a casa a terminar los tragos allá? Estoy cansado —Me susurra Freddy al oído.

Está muy cerca mío, tanto así que puedo sentir el calor corporal de su cuerpo. Y eso me pone muy muy mal, en el buen sentido, supongo.

Me despido de Isidoro, que es él único al que soporto más en la mesa, e ignoro a las dos chicas.

Freddy no piensa igual que yo, cuando quiere despedirse de las chicas, agarro su brazo y lo jalo conmigo de manera delicada, sin ser brusco, sin llamar la atención.

—Deja de ser tan celoso —dice entre risas cuando salimos del bar.

—No estoy celoso.

—¿Ah, no? —Detiene su paso y me obliga a mirarlo.

—No.

—Bésame.

Junto mis cejas confundido.

—¿Eh?

—Bésame.

—Estas tomado, joder —Sonrío divertido, y me acerco un poco a él.

—¿Y? —Coloca su manos detrás de mi cuello y traza círculos—. Quiero besarte, ahora.

—Freddy...

Estamos en medio del parking, y no es que me moleste que nos vean, me molesta saber que no podré hacer nada más que besarlo.

Perfecto errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora