Capítulo 11

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La chica loca sigue mirándome esperando a qué comience a lanzar mi última flecha.

Analizo todo de nuevo y vuelvo al mismo punto: No hay ninguna manera de...

¡Claro que la hay, coño!

Mis ojos se fijan en un pequeño ángulo en el que la diana pasa siempre a la misma velocidad, si logro lanzar bien la flecha, gano.

Miro por última vez el objetivo y lanzo la flecha, no puedo ver la reacción de la chica cuándo atino al blanco pues siento los brazos de Freddy rodearme por detrás.

-Casi pierdes, eh -Se separa un poco para obtener el premio.

La tramposa ya no tiene la sonrisa burlona, ahora su rostro sólo refleja indiferencia.

Suelto una risita cuándo nos apartamos del lugar y comenzamos a caminar entre la multitud.

-Gracias, neno -Freddy tiene al peluche abrazado con su mano izquierda; mientras la derecha se entrelaza con la mía.

Estamos caminando juntos, de la mano.

¿Por qué de repente comienzo a sentir los latidos de mi corazón más fuertes?

Es extraño, hace mucho tiempo no siento ésto, no desde que...

«No arruines el momento.» Pienso.

-Te lo debía -Le respondo refiriéndome a la vez que me ayudo a curarme las heridas que me hizo el idiota de Emilio.

-Ya eso me lo habías pagado.

-¿Ah, sí?

Sé a lo que se refiere, pero prefiero mantenerme al márgen.

Freddy sonríe divertido.

-¿Qué tal te cayó él Isidoro ese? -pregunta cambiando de tema.

-Me es indiferente -Me encojo de hombros.

-¿Indiferente? -dice y yo asiento con la cabeza-, ¿Y con Gustabo? ¿Cómo lo llevas?

-¿Gustabo? ¿Qué pasa con él?

-Sabes de qué te hablo.

Y tanto. Pero se me hace más fácil ignorarlo, no pensar en nada que tenga que ver con ese día.

-Según los estudios de Castro, él no recuerda nada de eso.

-Vale...

No está contento con mi respuesta, lo sé por la forma en la qué sus ojos ya no buscan los míos.

-Freddy, no sé qué decirte. ¿Me emociona verlo de nuevo? Joder, es un alivio saber que no está tres metros bajo tierra, pero también me jode saber que mientras yo me tragaba y pasaba la peor mierda de mi vida, él no estaba.

Trucazo detiene el paso y me guía hasta un lugar más apartado de la multitud, menos ruido y menos gente.

-Y ahora que lo pienso, es egoísta, muy egoísta de mi parte creer qué él tiene la culpa cuándo yo, que se supone que soy su puto padre, ni siquiera estuve con él en su infancia, o parte de ella. Doy asco, como padre, como amigo, como esposo, como compañero, como un humano doy asco.

No puedo aguantar más, la culpa y todos esos sentimientos que llevo sosteniendo desde hace años me tienen cansado, creí que podía solo, que haciéndome el duro nadie vería lo mal que estoy por dentro; y fue así durante años, pero llega un punto en el que hasta me costaba creermelo a mí mismo.

A veces tragarte todo lo que sientes te puede ahogar. Y es lo que está pasándome ahora mismo, me estoy ahogando con lo qué siento y Freddy, joder, Freddy es mi único salvavidas. Él es el único que ahora mismo me puede salvar, lo nesecito.

-Conway... -Sus brazos me rodean en un abrazo reconfortante y no puedo más, exploto, en su hombro mis lágrimas salen sin miedos, pues con él mi único miedo es hacerle daño.

-No puedo, yo... -Me aferro más a su camiseta.

-Tranquilo -Deja el peluche en el suelo y pasa su mano por mi cabello.

¿Gustabo?, si te puedo ser sincero veo a Gustabo como mi punto débil, lo veía desde hace mucho tiempo como mi punto débil. Es más, hubieron veces en las qué lo trataba como tal, lo cuidaba y cada vez me preocupaba más en como me veía él.

Fue así hasta que ocurrió lo de Pogo, yo no sabía nada cuándo Horacio me contó. Y cuándo lo vi, me di cuenta qué había perdido mucho tiempo con Gustabo. Ver ese lado de él me dio a entender que ya no había manera de volver a unirme con él. Pogo me enseño que a pesar de todo siempre seré el padre que lo abandonó y lo dejo tirado en su peor momento.

Tanto así que recurrió a una personalidad con la que no podían hacerle daño. Me duele saber qué mi primera preocupación en toda mi vida sea la policía, cuándo tengo a alguien que dió y dará la vida por mí, cuándo tengo a alguien que nunca me dará la espalda, cuándo tengo a alguien que me entiende.

Cuándo tengo a alguien como Gustabo a mi lado, me cuesta cuidarlo.

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Freddy

Conway está un poco más tranquilo cuándo llegamos a mi apartamento. Decidí que era mejor irse de la feria, era un poco tarde y no me parecía buena idea quedarnos allí después de lo qué pasó.

Él no mencionó ni una sola palabra en el camino, se mantuvo en silencio mientras miraba por la ventana. Me jode verlo así, no me gusta que se sienta culpable, pero en parte no puedo opinar mucho de su caso, pues no sé lo suficiente como para decirle si está mal que se culpe, o es un poco merecido.

Le indico dónde está cada cosa, y mientras yo busco algo de comer en la cocina oigo cómo se sienta en el sofá de la sala y enciende la televisión.

-Vaya mierda de programa -Lo escucho pelear con el control remoto.

Sonrío divertido.

-¡Freddy! -Grita desde el sofá.

-¿¡Qué!? -Grito de vuelta.

-Tengo hambre -Esta vez su voz se oye tan cerca que llego a asustarme.

Me doy la vuelta lo veo recostado en el umbral de la puerta de la cocina.

-¿Y qué quieres que haga, neno?

-Pues qué pidas algo. -Se encoje de homrbos-. Me trajiste a tú casa, por lo menos invitame a comer algo, ¿No?

A veces me asustan los cambios de humor de éste hombre.

-¿Un Kebab? -Sugiero.

-No está mal. ¿Tienes alguna película buena que ver?

-¿Veremos películas? -La emoción en mi voz me deja expuesto, por suerte Conway no se da cuenta (o eso me deja ver).

-Mientras comemos -responde escondiendo una sonrisa divertida.

-¿De qué coño te ríes, gilipollas? -digo intentando ocultar mi sonrisa.

-¿Yo?, de nada -Su sonrisa se ensancha.

-Vete a la mierda, Conway -Me giro de nuevo hacía la cocina y agarro el móvil para pedir la comida.

Escucho y veo de reojo como vuelve al sofá sin borrar su sonrisa.

Me cuesta admitirlo, pero saber que soy yo quién lo hace sonreír me gusta muchísimo.

Perfecto errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora