* Domingo 15 de Noviembre *
Lo primero que hago al llegar a mi casa es arrancarme las sandalias de los pies, con las que me he visto obligada a venir desde casa de Bandy. Ya es mediodía. Hacía tiempo, años quizás, que no llegaba a estas horas a casa. Me siento cansada y aturdida por todo lo vivido, pero a la misma vez ilusionada, emocionada por la nueva experiencia que he tenido. Me siento en la silla giratoria de mi dormitorio, dando vueltas sobre mí misma. Berta se sienta al borde de la cama.
—¡Ay! —suspiro—. Estoy realmente agotada.
Inclino la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos para descansar un poco la vista.
—Yo también. Pero no me puedes negar que ha sido una noche divertida. Distinta, como querías...
—Sí. Distinta ha sido, eso desde luego. Un poco rara, tal vez, pero bonita —confieso con la voz impregnada de la ilusión que me provoca recordar esos instantes junto a Bandy.
Berta suelta una risita ahogada.
—A juzgar por tu voz, me queda claro que hubo «filing» entre vosotros.
Me levanto de un salto y me siento junto a ella. Le agarro las manos con cariño, dispuesta a realizar mi confidencia.
—«Filing» no, Berta. Qué fea palabra. Entre Bandy y yo hubo... hubo... —dudo un poco dudando sobre la palabra adecuada y al fin lo suelto—hubo amor.
Berta pega un chillido.
—¡Patty! No me lo puedo creer. Solo una noche con él y ya me estás hablando de amor... Tú no eres así. Te lo ha tenido que hacer muy bien el muchacho este —bromea.
—Ni te imaginas cuánto. Me hizo ver las estrellas... Bueno, ¿y tú? No me has dicho nada. ¿Cómo te fue con Marius?
Berta suspira. Guarda silencio unos segundos para darle más misterio al asunto y a continuación me cuenta:
—¡A mí me hizo ver la luna!
Reímos al unísono, contentas, divertidas, cómplices una vez más de nuestras aventuras. Dejando al descubierto nuestros sentimientos, sin vergüenza, sin secretos. Berta se pone seria y prosigue:
—La verdad es que me ha hecho bien estar con Marius. No me gusta mucho. No es mi tipo... y aún quiero a Ahmed. Pero él me ha hecho sentirme mujer otra vez. Sentirme viva.
Asiento, comprendiendo sin necesidad de decir nada. No sé qué tienen estos hermanos pero los dos han logrado despertar en nosotras las mismas emociones.
—Me alegro mucho por ti, amiga. De verdad.
Me levanto y me saco el vestido, quedándome solo en ropa interior. Deshago mi cama y me acuesto en ella. Berta me imita y se tumba a mi lado, en el hueco que le dejo libre.
—¿Has quedado en volver a verlo? —me pregunta bajito, como para que nadie pudiese oírnos.
—No —le contesto—. No quedamos en nada.
Cierro los ojos y me quedo pensando. De pronto me asalta una duda. Es cierto, Bandy no me ha comentado nada. Me ha acompañado hasta la puerta de su casa y nos hemos despedido con un simple pico, un beso rápido en los labios. Ni siquiera ha dicho un «hasta luego». No ha prometido llamarme pronto, como suelen hacer los demás chicos después de la primera cita. ¿Y si no lo hace? ¿Y si no quiere verme más? Tal vez no le he gustado lo suficiente... Meneo la cabeza, medio aturdida por el sueño ya. Eso no es así. Lo sé. Le ha gustado tanto como a mí. Y me llamará. Estoy segura de que lo hará. Con este último pensamiento y su imagen en mi mente, me deslizo bajo las sábanas y me duermo por fin, feliz.

ESTÁS LEYENDO
Enséñame a Querer
Roman d'amourCuando el destino decide unir dos almas no hay nada ni nadie que pueda impedirlo. No existe fuerza lo suficientemente poderosa como para separar dos corazones que se pertenecen, aun cuando sus cuerpos estén ausentes.Ella es Patty, sensible y románti...