* Martes 3 de Noviembre * BANDY
Estoy cabreado. No. Estoy jodidamente cabreado. Salí de trabajar a las 19:00 y llevo dos horas sentado en un maldito banco, el mismo de siempre. Aguantando los chismes de estas crías e intentando captar la atención de la que se supone que es mi novia. Pero nada, no hay nada que hacer. Omaira está demasiado entretenida siguiéndoles el rollo a sus amigas y riéndoles las bromas que, por cierto, no tienen ninguna gracia. Estoy sentado a su lado, en medio de esas dos brujas, que no la abandonan ni a sol ni a sombra y que no me permiten pasar ni un minuto a solas con ella. Aprovechando que Bárbara y Delia se levantan para saludar a un chaval que pasa y que parecen conocer, me acerco más a Omaira. Le acaricio el mechón de pelo que le cubre la cara y le doy un suave beso en la mejilla, consiguiendo así que desvíe su atención hacia mí.
—Cari, ¿por qué no nos vamos a tomar un café a algún bar de por aquí? Yo te invito.
—No me apetece —se limita a contestar y sigue mirando hacia sus amigas, que en ese momento están acribillando a preguntas al pobre chico.
Vuelvo al ataque. Pongo una mano sobre su pierna desnuda, lleva una falda demasiado corta y eso que estamos en pleno otoño.
—Entonces vamos al banco de la calle de enfrente. Quiero estar solito contigo —lo digo con el tono más meloso que puedo poner.
Nada. Menea la cabeza negativamente. Esta vez no se digna ni a responderme.
—Pero bueno, Omaira, ¿qué coño pasa? ¿Es que no podemos tener intimidad? ¿O tengo que pedir cita a tus representantes?
Me estoy poniendo nervioso. Y me lo nota. Me mira con gesto de no entender nada.
—¿A qué clase de intimidad te refieres? —me interroga en tono tranquilo, pero su pregunta es directa.
—A la que tienen todas las parejas normales.
Ahí va... Toma otra respuesta directa.
—Mira, Bandy, ya hemos hablado muchas veces de eso. Y tú sabes que no voy a llegar a ese punto, al menos por el momento.
Ya está. Es lo que me faltaba por oír.
—Joder, Omaira, ¿ya estás con la misma cantaleta? No es lo que tú piensas —voy subiendo el tono de voz a medida que hablo—. Si quisiera hacer eso me iría a un puticlub, que por aquí cerca hay muchos... ¿Quién te ha metido esa idea en la cabeza? Tus estúpidas amigas, ¿no? Ellas te han convencido de que solo busco sexo.
Estoy gritando tanto que las «estúpidas amigas» han dejado de atormentar al amigo y prestan toda su atención a nuestra conversación, como fieles espectadoras. Omaira se levanta del banco y yo hago lo mismo. Me mira incrédula. Se hace la ofendida. Y no sé si por quedar bien con sus amigas o porque de verdad lo piensa, me dice:
—Ya basta, Bandy. Te estás pasando. Yo no he dicho eso en ningún momento. Es solo que no me fío de ningún tío. Sois todos iguales. Y no te permito que hables así de Bárbara y de Delia. Son mis amigas y las únicas en las que confío. Y eso es así, te guste o no.
Resoplo. Bárbara y Delia siguen atentas, esperando mi reacción. Eso me pone aún más nervioso. Si es que se puede estar más.
—Pues no, no me gusta. Y ¿sabes qué te digo? que a la mierda. Quédate con tus queridas amigas porque al fin y al cabo eres igual que ellas, una niñata —quiero callarme. Sé que mis palabras son hirientes pero no puedo detenerme—. Y más que eso, sois unas niñatas calentonas...
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Enséñame a Querer
RomansaCuando el destino decide unir dos almas no hay nada ni nadie que pueda impedirlo. No existe fuerza lo suficientemente poderosa como para separar dos corazones que se pertenecen, aun cuando sus cuerpos estén ausentes.Ella es Patty, sensible y románti...