* Sábado 14 de Noviembre * BANDY
No me agrada nada este ambiente pero debo decir que hace mucho que no me he sentido tan bien. Estoy de pie, apoyando la espalda en la pared y bailando al ritmo de la música. A tan solo un par de pasos de mí, tan cerca que puedo oler su perfume, se encuentra Patty. Sin pedirme permiso me coge el cubata de las manos y le da un largo trago, sedienta. A continuación lo deja en la mesa que tenemos al lado. Se desabrocha los botones de su largo abrigo negro, despacio... muy despacio, uno por uno. Agacha la cabeza y alza los ojos. Me observa de reojo. Inspiro profundamente. Estoy ansioso por descubrir qué se oculta tras aquel abrigo. Cierro los ojos con fuerza, un poco mareado a causa del exceso de whisky. Y cuando los abro tengo que cerrarlos otra vez, deslumbrado por tanta belleza. Patty se ha dado cuenta y se ríe. Lleva puesto un vestido blanco sin mangas, muy corto, que se ajusta perfectamente a su piel y deja al descubierto gran parte de su cuerpo. La masa voluminosa de su pelo castaño le cae en cascada por la espalda. Da un paso adelante y echa la cabeza hacia atrás. Con los ojos cerrados baila delante de mí. Mejor dicho, baila para mí. Me limito a sonreírle y mirarla. Abre los ojos y se encuentra con mi mirada. Decidida, se acerca lentamente y me rodea el cuello con sus finos brazos. Sigue moviéndose sin dejar de mirarme. Y creo que voy a volverme loco. Con una mano acaricio su espalda y con la otra empujo suavemente su cabeza hacia la mía. Contemplando fijamente sus labios, le pido sin pensar:
—Bésame.
Suelta una carcajada alejándose un poco de mí. Y se vuelve a acercar. Suave, dulce, sensual. Se aparta el pelo que le cae sobre la cara y me susurra al oído:
—Lo siento. No me gusta que me manden.
El solo hecho de oír su voz sobre mi oreja, de sentir su respiración sobre mi cuello, hace crecer mi deseo. Me está provocando. Lo sé. Y lo sabe. Agarro de nuevo su cabeza, esta vez con más firmeza, y giro la mía, hasta quedar a menos de un centímetro de sus labios.
—Aléjate, Patty —le susurro con la voz ahogada—. Aléjate o no respondo.
Me mira con seriedad y por un momento pienso que va a pegarme un tortazo, por atrevido, por permitirme fantasear con ella del modo en que lo estoy haciendo. Y entonces me besa. Abre su boca lentamente y busca la mía. La encuentra. Me pierdo en ese beso, olvidándome por un momento de dónde estamos y de que a nuestro alrededor hay mucha gente. Deslizo mis manos sobre su espalda hasta llegar al trasero y la aprieto más contra mí. Patty se detiene justo a tiempo. Aparta su cara pero no se resiste a mi acercamiento. Trago saliva, todavía incapaz de articular palabra alguna. De nuevo con esa sonrisa en la cara, me dice:
—Me gusta hacer lo contrario a lo que me piden.
Esta vez soy yo quien río, divertido ante su espontaneidad y descaro. No conocía esta faceta suya aunque, ciertamente, no conocía mucho sobre ella...
—No vuelvas a besarme. Es más, te lo prohíbo —recalco para que capte bien mis palabras.
Ella lo entiende y me besa. Y así un beso, y otro, y otro más. Y naufragamos juntos en un mar de emociones inmensas sin final.
ESTÁS LEYENDO
Enséñame a Querer
RomanceCuando el destino decide unir dos almas no hay nada ni nadie que pueda impedirlo. No existe fuerza lo suficientemente poderosa como para separar dos corazones que se pertenecen, aun cuando sus cuerpos estén ausentes.Ella es Patty, sensible y románti...