Jungkook cruzó el pasillo que conducía a la habitación que lady Kim habíareservado en aquel hotel y maldijo por enésima vez a su terca esposa.
Hacerle caso a Taehyung tenía sus ventajas. El deseo que sentía esa noche era prácticamente insoportable y la había presionado tanto que había terminado por asustarlo. Kook lo sabía, igual que sabía que tenía que darle tiempo para que se acostumbrase tanto a su regreso como a su cambio de actitud.
Sí, si se acostaba con Jiso saciaría un poco la lujuria que sentía, pero...
¡Maldito fuera! Él no quería saciarse. Quería sentir ese anhelo, esa sensación
embriagadora que le provocaba Tae y no quería apagarla con una sustituta.
Pero sólo de imaginarse a su esposo con Wooshik hacía que le hirviera la sangre. No estaba dispuesto a permitir que Taehyung apagase su deseo sin hacer él lo
mismo. Llamó a la puerta de Jiso y entró.
—Sabía que vendrías —le dijo ella, seductora y desnuda desde la cama.
Lo único que llevaba era un lazo negro alrededor del cuello. Jungkook tuvo una
erección al instante; cualquier hombre la tendría al ver a aquella mujer así.
Jiso era muy hermosa y con mucho apetito sexual, el suficiente como para
convertir el enfado y la frustración de Jungkook en lujuria.
Se quitó la chaqueta y se desabrochó el chaleco a medida que iba acercándose
decidido a la cama.
Jiso se puso de rodillas y se acercó a ayudarlo.
—Jeon —dijo sin aliento, con aquella voz infantil. Lo desnudó con manos impacientes y la ropa fue amontonándose en el suelo—. Esta noche estás muy
excitado.
Él se tumbó encima de ella y la apretó contra la cama, luego giró sobre sí mismo
y dejó que Jiso quedase encima.
—Ya sabes lo que tienes que hacer —le dijo y se quedó allí tumbado, mirando el
techo, dejando la mente completamente en blanco para no sentir nada durante aquel sexo sin sentido que estaba a punto de comenzar.
Ella le quitó la camisa y le pasó la mano por los músculos del abdomen.
—Creo que podría tener un orgasmo sólo mirándote. —Se inclinó hacia él y le
presionó los pechos contra el muslo mientras le desabrochaba los pantalones—. Pero haré algo más que mirar.
Jungkook cerró los ojos y pensó en Taehyung.
Taehyung bajó del carruaje y entró en la casa de Wooshik a través de las
caballerizas. Había recorrido ese mismo camino cientos de veces y antes siempre se sentía contento y ansioso por ver a Wooshik. Sin embargo, esa noche era completamente distinto. Se notaba el estómago encogido y le sudaban las palmas de las manos. Kook se había ido a caballo y no tenía ninguna duda de que se había marchado en busca de alguien más.
Y había sido el quien que lo había empujado a hacerlo.
Probablemente ya estuviese dentro de ella, moviendo su maravilloso trasero al
ritmo de sus caderas y penetrándola con su impresionante miembro. Se dijo que era mejor así. Su matrimonio funcionaría mejor si él estaba con alguien más desde el principio y no si se la buscaba después de que él se le hubiese entregado.
Pero a pesar de que era consciente de eso, no se sentía nada bien. Las imágenes
seguían atormentándola y no podía dejar de ser posesivo con Kook. Y mientras
caminaba en silencio por el pasillo del piso de arriba de la mansión, no pudo evitar
sentirse culpable por estar traicionando a su esposo.
Llamó suavemente a la puerta del dormitorio de Wooshik y entró.
Wooshik estaba sentado frente a la chimenea, vestido con un batín de seda y
con una copa en la mano.
—Creía que no ibas a venir —le dijo con la mirada perdida en el fuego.
Arrastraba un poco la voz Taehyung vio que la botella estaba casi vacía.
—Lo siento —murmuró, sentándose en el suelo, al lado de los pies de él—. Sé
que te duele oír todos esos chismes. Lo lamento muchísimo.
—¿Te has acostado con él?
—No.
—Pero quieres hacerlo.
—Sí.
Entonces Wooshik lo miró y le acarició la mejilla con la mano.
—Gracias por ser sincero.
—Esta noche le he echado de casa. —Movió la cabeza en busca del calor del
hombre y de la paz y de la tranquilidad que sentía estando con él—. Se ha ido.
—¿Y crees que se mantendrá lejos para siempre?
Él le apoyó la mejilla en la rodilla y se quedó mirando fijamente el fuego.
—No estoy seguro. Parecía muy decidido.
—Sí. —Wooshik le pasó los dedos por el pelo—. Recuerdo esa edad. Eres consciente por primera vez de tu propia mortalidad y el anhelo por tener un heredero es prácticamente insoportable.
Taehyung se puso tenso.
—Kook tiene dos hermanos más jóvenes que él. No necesita un heredero.
Wooshik se rio sin humor.
—¿Cuándo te dijo eso? ¿Cuándo os casasteis? ¿Cuándo sólo tenía veintidós años? Por supuesto que entonces no estaba interesado en tener hijos. La mayoría de los hombres no pensamos en eso a esa edad. Lo único que nos importa entonces es follar y un embarazo complica las cosas.
El recordó lo mucho que se había emocionado Kook al enterarse del embarazo
de Beck y se le heló la sangre. Incluso a esa edad, él ya quería tener hijos.
—Es marqués, Taehyung —prosiguió Wooshik con los labios pegados a la copa y
sin dejar de tocarle el cabello—. Necesita un heredero y, aunque tenga hermanos, a un hombre le gusta tener sus propios descendientes. ¿Qué otra razón te ha dado que justifique su regreso?
—Me ha dicho que se sentía culpable por haberme dejado solo frente a los rumores.
—No sabía que Jeon fuese capaz de actuar con tanto altruismo —comentó
Wooshik, seco, antes de dejar la copa vacía a un lado—. Para eso tiene que ser un hombre completamente distinto al que conocí hace cuatro años.
Taehyung se quedó mirando el fuego y de repente se sintió como una tonto. Y muy dolido. Permaneció mucho rato contemplando las llamas.
Poco después, la mano de Wooshik dejó de acariciarle el cabello y descansó
pesadamente sobre su hombro. El volvió la cabeza y vio que se había dormido.
Triste y tremendamente confuso, se puso en pie y fue por una manta. En cuanto se aseguró de que estaba bien tapado, abandonó la casa.
Jungkook apartó la cabeza cuando Jiso intentó besarlo. Su perfume era empalagoso, el mismo que años atrás le había parecido atractivo, ahora le resultaba casi insoportable. Su pene estaba duro y excitado, prisionero de la experta mano de ella, respondiendo a los estímulos físicos a pesar de que sus emociones y su mente habían abandonado por completo su cuerpo.
Jiso le susurró obscenidades al oído y luego se sentó a horcajadas encima de
él, dispuesta a que la penetrara.
—Estoy tan contenta de que hayas vuelto a casa, Jeon —susurró. «A casa».
La palabra retumbó en la mente de él y se le encogió el estómago. Kook nunca
había tenido un hogar. De pequeño, la amargura de su madre lo había envenenado todo. El único lugar y la única época en que se había sentido aceptado fue cuando estuvo con Tae. Eso había cambiado ahora que se sentían tan atraídos el uno por el otro, pero Jungkook estaba dispuesto a hacer todo lo que fuese necesario para recuperar aquella sensación de bienestar.
Y el encuentro en el que se había embarcado no iba a ayudarlo demasiado.
Aquélla no era su casa. Aquello era un hotel y aquella mujer que iba a follar con
él no era su esposo. La sujetó por la cintura y la tumbó con un movimiento rápido y
certero a su lado. Jiso rio gustosa.
—¡Sí! —exclamó—. Me preguntaba cuándo ibas a ponerte en situación.
Jungkook le colocó la mano entre las piernas y la masturbó hasta proporcionarle un orgasmo. Sabía exactamente lo que le gustaba y dónde tenía que tocarla. Jiso
terminó en cuestión de segundos y él se sintió totalmente libre para abandonar aquel encuentro tan sórdido.
Suspiró frustrado y se levantó de la cama para abrocharse los pantalones; después se acercó al cuenco con agua que había en una esquina.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó Jiso ronroneando como un gato.
—Lavándome para irme.
—¡No, ni hablar!
Se sentó. Tenía las mejillas sonrojadas y los labios rojos y carnosos. Era muy
guapa. Pero no era a quien él quería.
—Lo siento, preciosa —dijo con torpeza, mientras se frotaba las manos en el
cuenco—. Esta noche no estoy de humor.
—Mientes. Tu polla está tan dura como un atizador. Él se volvió y cogió el chaleco y el abrigo. Jiso dejó caer los hombros.
—Es viejo, Jeon.
—Es mi esposo.
—Antes eso no te importaba. Además, él tiene a Wooshik.
Él se puso tenso y apretó la mandíbula.
—Ah, he dado en el clavo. —La sonrisa de Jiso fue tan atrevida como de
costumbre—. ¿Crees que ahora mismo está con él? ¿Por eso has venido a verme? —
Separó las piernas, se recostó en las almohadas y se deslizó las manos entre sus
muslos—. ¿Por qué tiene que pasarlo bien sólo él? Yo puedo ofrecerte la misma
diversión.
Jungkook se abrochó el último botón y se acercó a la puerta.
—Buenas noches, Jiso.
Estaba a mitad del pasillo cuando oyó que algo delicado se rompía contra la
puerta. Negó con la cabeza y bajó la escalera lo más rápido posible. Estaba
impaciente por llegar a casa.
Protegido en la intimidad de su dormitorio, Taehyung le pidió a Mary que se retirase en cuanto terminó de desnudarse.
—Pero tráeme una copa de madeira —murmuró, mientras su doncella se
inclinaba antes de irse.
Cuando se quedó solo, se sentó en la butaca orejera que tenía frente al hogar y
pensó en Wooshik. Aquella situación era muy injusta para él. Wooshik había sido muy bueno con él, Taehyung lo adoraba y se odiaba a sí mismo por estar tan confuso. Su madre le diría que no existía el monopolio del deseo y que la vida le había demostrado que eso era verdad. La duquesa creía que no había nada malo en desear a dos hombres a la vez. Sin embargo, Taehyung siempre había creído que una persona tenía que ser lo suficientemente fuerte como para resistir los instintos primarios si su pareja le importaba.
Varios minutos más tarde, un ruido la hizo volverse en dirección a la puerta, que
se había quedado abierta, y vio a su doncella. Le indicó que pasase. En una mano, la mujer llevaba una bandeja con la botella de madeira y una copa, en la otra, un montón de toallas.
—¿Para qué son las toallas? —le preguntó Taehyung.
—Discúlpeme, Mi señor. Edward me las ha pedido para el baño del señor.
Edward era el ayuda de cámara de Kook. Ya casi había amanecido y su esposo se estaba bañando para quitarse de encima el olor de sus actividades carnales, mientras él estaba allí sentado, sintiéndose culpable. De repente se puso furioso ante tal injusticia y se levantó para coger el misma las toallas.
—Ya me ocupo yo.
La doncella abrió los ojos como platos, pero inclinó la cabeza y dejó la bandeja
con la botella y la copa antes de irse.
Taehyung cruzó la estancia hasta llegar al vestidor y una vez allí, sin llamar ni pedir permiso, abrió la puerta que comunicaba con el baño de Kook. Éste estaba tumbado en medio de la bañera de agua caliente, con la cabeza apoyada en el borde y los ojos cerrados. No se movió ni un milímetro cuando ella entró e Taehyung aprovechó para observar con detenimiento su torso moreno y sus piernas musculosas. Todo su cuerpo escultural era visible a través del agua cristalina, incluido su impresionante miembro, que él sólo había notado de pasada.
Taehyung se excitó al instante, lo que lo puso de peor humor. Entrecerró los ojos y le bastó con mirar a Edward un segundo para que el ayuda de cámara se fuese al
instante.
Kook respiró hondo y de repente se tensó.
—Tae —susurró. Se quedó mirando los hermosos ojos de su esposo y no intentó
taparse.
—¿Lo has pasado bien esta noche? —le preguntó tae sin rodeos.
—¿Y tú? —replicó él, apretando los labios al oír su tono.
—No, no lo he pasado bien. Y te echo a ti la culpa de que así haya sido.
—No me sorprende. —El silencio se alargó y el aire se llenó de las cosas que no
se decían y del deseo que sentían el uno por el otro—. ¿Te lo has follado, Tae? —
preguntó Kook al fin, con la voz rota.
Tae le recorrió el cuerpo con la mirada.
—¿Lo has hecho? —insistió él al ver que Taehyung no decía nada.
—Wooshik había bebido y estaba melancólico. —«Mientras que Kook se ha
pasado la noche disfrutando en la cama de alguien más». Sólo con pensarlo se puso furioso, así que le lanzó las toallas a la cara y giró sobre sus talones—. Espero que tú hayas follado por los dos.
—Maldita sea. ¡Tae!
El oyó el agua salpicando y echó a correr. Su dormitorio estaba cerca, podía
conseguirlo...
Kook lo cogió por la cintura y lo levantó del suelo. Taehyung se resistió y empezó a darle patadas y codazos. El camisón de seda que llevaba resbalaba encima de la piel mojada de él.
—Para —le advirtió entre dientes.
—¡Suéltame!
Tae levantó los brazos y le tiró del peleo.
—¡Ay, maldita sea!
Kook se tambaleó y cayó de rodillas, sin soltarlo. Tae se quedó con la cara pegada
al suelo y con él tumbado encima. Tenía el camisón empapado y el pecho pegado
a la alfombra.
—¡Te odio!
—No es verdad —farfulló Kook, colocándole los brazos por encima de la cabeza.
Taehyung se movió tanto como pudo con su peso aprisionándolo.
—No puedo respirar —se quejó. Kook se tumbó a su lado y, sin soltarle los
brazos, le colocó una pierna encima para retenerlo—. Para de una vez. No tienes
derecho a acosarme de esta manera.
—Tengo todo el derecho del mundo. ¿Te has acostado con Wooshik?
—Sí. —Volvió la cara para mirarlo a los ojos—. Me lo he follado toda la noche.
De todas las maneras imaginables. Le he chupado...
La boca de él capturó la suya con tanta fuerza que Taehyung notó el sabor de la
sangre. Kook le deslizó la lengua por la boca a un ritmo brutal, aprisionándolo con los labios. Mientras le sujetaba ambas muñecas con una mano, con la otra buscó el extremo del camisón para levantárselo.
A Taehyung la sangre le corría a toda velocidad por las venas, el corazón le latía
descontrolado contra la caja torácica. Estaba más excitado de lo que podía soportar y mordió el labio inferior de él, que apartó la cabeza con una maldición.
—¡Suéltame!
Tenía el camisón enredado bajo su propio cuerpo y la tela no podía subir más, así
que Kook se apartó un poco para poder terminar el trabajo; al hacerlo, le dio a Taehyung margen de maniobra y él lo aprovechó para golpearlo y cogerlo desprevenido.
Luego se apartó a cuatro patas.
—¡Tae! —gritó Kook , lanzándose tras él.
Sujetó el extremo del camisón con tanta fuerza que los lazos de los hombros se
rasgaron. Taehyung se quitó la prenda de encima y corrió hacia su dormitorio. Creyó que iba a lograrlo, pero justo entonces, Kook lo cogió por el tobillo. Él le dio una patada con la pierna libre, luchó con desesperación, pero él era demasiado fuerte. Se puso encima suyo y le cogió los brazos mientras le colocaba un muslo entre las piernas.
Lágrimas de frustración corrían por las mejillas de Taehyung.
—No puedes hacerme esto —lloró, moviéndose y luchando, más contra el deseo
que sentía en su interior que contra Kook.
Al oponer resistencia, notó su impresionante erección presionándole las nalgas.
Él volvió a colocarle los brazos por encima de la cabeza, sujetándoselos con una
mano. La otra se la deslizó con delicadeza por el costado hasta llegar entre las piernas. Palpo la erección de tae recorriendo su mano luego por sus testículos llegando a su orificio y deslizó dos dedos en su interior.
—Estás tan húmedo... —gimió, sintiendo en sus dedos la prueba del deseo de
el. Taehyung movió las caderas en un intento desesperado de escapar—. Cálmate, Tae.
—Kook le acercó la cara a la nuca—. No me he acostado con nadie.
—Mientes.
—No estoy diciendo que no lo haya intentado, pero al final me he dado cuenta de
que sólo te deseo a ti.
Tae negó con la cabeza y lloró en silencio.
—No, no te creo.
—Sí, sí me crees. Conoces perfectamente el cuerpo de un hombre y sabes que no
estaría así de excitado si me hubiese pasado la noche follando.
Los dedos de Jungkook, empapados con el placer de tae, le encontraron su próstata. Taehyung movió la espalda, indefensa, y su cuerpo se derritió de deseo. Kook estaba por todas partes, rodeándolo por completo, su poderoso torso lo tenía atrapado en el suelo. Un dedo de él entró en lo más profundo de su cuerpo. Él se estremeció de pies a cabeza y los músculos de su sexo se apretaron alrededor de la mano de Kook.
—Tranquilo —le dijo éste en voz baja, pegado a su oído—. Deja que te dé placer.
Los dos estamos al límite.
—No, por favor.
—Lo deseas tanto como yo.
—No.
—¿Quién está mintiendo ahora? —El dedo de él lo abandonó y con esa misma
mano se apoyó en su muslo para apartarse. Deslizó el otro brazo por debajo de
su cabeza para hacerle de almohada y le tocó el pezón izquierdo—. Te necesito.
Taehyung intentó cerrar las piernas, pero entonces notó la punta del pene de Kook
justo en el borde de su ano. Lo movió para que lo notase, al mismo tiempo que le
pellizcaba el pezón. El gimió de placer y el deseo la cubrió de sudor.
—Estás excitado y quieres que te posea con mi miembro. —Le pasó los dientes
por el hombro—. Dime que no me deseas.
—No te deseo.
Kook se rio pegado a su espalda. Su prepucio entró en el ano de Taehyung,
ofreciéndole la presión que necesitaba. Pero no fue suficiente. Las caderas de él se movieron por voluntad propia, ansiando sentir más. Pero Kook se apartó y dejó sólo la punta en su interior.
—No —dijo tranquilo, como si de repente hubiese recuperado el control, como si
aquella unión carnal con Taehyung lo tranquilizase de alguna manera—. Tú no me
deseas.
—Maldito seas. —Apretó el rostro contra el brazo de él y se secó las lágrimas.
—Dime que me deseas.
—No te deseo.
Pero se le escapó un gemido y, con unos movimientos de cadera, buscó que Kook
volviese a entrar en su cuerpo.
—Tae... —Le clavó los dientes con cuidado en el hombro y su miembro se
deslizó de nuevo en su interior—. Para, antes de que me corra sin ti.
—¡No te atreverás! —exclamó. Sólo pensar que él pudiese dejarlo a medias era
una agonía.
—Sigue moviéndote así y seré incapaz de parar.
Taehyung gimió desesperado y escondió la cara en el brazo de él.
—Quieres dejarme embarazado.
—¿Qué? —Kook se detuvo de inmediato—. ¿De qué diablos estás hablando?
—Confiésalo —dijo tae con voz ronca y sintiendo una opresión en el pecho—.
Has vuelto porque quieres tener un heredero.
Ante su sorpresa, él se estremeció.
—Es una idea ridícula. Pero sé que, aunque te lo diga, no me creerás, así que te
prometo que no eyacularé dentro de ti.
—Tienes razón. No te creo.
—Terminarás volviéndome loco, mira que eres testarudo. Deja de buscar excusas
y reconoce que me deseas. Y entonces te daré esto —se hundió dentro de el con
determinación— sin eyacular dentro de ti.
—Eres malvado, Jeon.
Y movió las nalgas, desesperada por darse a sí mismo un orgasmo.
—En realidad soy muy bueno. —Le deslizó la lengua dentro de la oreja—. Deja
que te lo demuestre.
—¿Acaso tengo elección? —Se estremeció; la piel se le pegó a la de Kook por
culpa del sudor de los dos—. No vas a dejarme ir.
Él suspiró y lo abrazó contra su pecho.
—No puedo dejarte ir, Taehyung. —Le recorrió el cuello con la nariz y se excitó
todavía más en su interior—. Dios, me encanta cómo hueles.
Y a tae le encantaba tenerlo dentro de su cuerpo; duro, excitado, un miembro tan
viril y perfecto como el resto de su propietario. Seojoon había utilizado lo mismo para atraparlo: lo había convertido en adicto a ese placer, en alguien que quería pasarse todo el día follando. En un esclavo del deseo.
Era demasiado débil para resistir esa pasión y, cuando los dedos de Kook encontraron su pene y empezaron a masajeárselo, su ano se relajó para dejarlo entrar.
—Soy más ancho en el otro extremo —murmuró él provocativo—. Imagínate lo
que notarás cuando me tengas completamente dentro.
Taehyung cerró los ojos y separó las piernas en señal de invitación.
—Hazlo de una vez.
—¿Es esto lo que quieres? —Su sorpresa fue más que evidente.
—¡Sí! —Le dio un codazo en las costillas y lo oyó quejarse—. Eres un cretino
arrogante.
Kook levantó la mano, entrelazó los dedos con los suyos y gimió desde lo más
profundo de su garganta cuando empezó a moverse muy despacio. Entró y salió poco a poco, obligándolo a que notase cada centímetro de su miembro, a que reconociese que por fin le estaba poseyendo. Tae gritó de placer y de alivio, notar a Jeon dentro fue devastador para sus emociones.
Al menos había intentado resistirse hasta el final.
Taehyung apretó la mano de Kook con las suyas y se rindió a su nueva adicción con un sollozo desesperado.
Agárrense que se me caen ...
ESTÁS LEYENDO
Un extraño en mi cama
Fiksi SejarahAdaptación de un extraño en mi cama de la autora Silvia Day El doncel kim Taehyung y lord Jeon Jungkook, marqués de Busan, son la pareja más escandalosa de todo corea. Tienen en común una lujuria desmedida, un gran ingenio, una provocativa reputaci...