—Creo que necesita beber algo más fuerte que té —susurró su señoría Min.
Jungkook estaba de pie frente a la ventana del salón, con las manos sujetas a la espalda. Tenía las piernas separadas para asegurarse más firmemente en el suelo; sin embargo, seguía notando que le temblaban y que el mundo entero daba vueltas. Igual que un potro que intenta mantenerse en pie por primera vez.
Quería subir y estar con su esposo, que estaba intentando dar a luz a su hijo, pero el continuo goteo de visitas lo retenía en el piso de abajo. Toda su familia política estaba presente y también HoSeok.
—Vamos, Jeon —le dijo su cuñado—, creo que deberías sentarte antes de que te caigas.
Un leve chasquido de lengua precedió la amonestación de Jimin Min.
—No tienes nada de tacto.
Jungkook se dio la vuelta y dijo:
—No voy a desmoronarme.
Una mentira de tremendas proporciones, pues se notaba la nuca y la frente completamente empapadas de sudor y tenía que obligarse a respirar a un ritmo constante.
—Estás pálido como la cera —se burló el duque de Daegu.
El parecido de su excelencia con su hijo Yoongi era impresionante y lo único que diferenciaba a los dos hombres eran las vetas plateadas que tenía Daegu en el pelo y las arrugas alrededor de los ojos y de la boca.
Jungkook irguió la espalda y deslizó la vista de un extremo a otro del salón. sus parejas estaban sentadas en dos sofás pero los hombres seguían de pie, esparcidos aquí y allá. Los cinco pares de ojos de los allí presentes lo miraban con recelo.
El silencio procedente del piso de arriba era sepulcral. Y, aunque Jungkook estaba agradecido por la ausencia de gritos de dolor, deseaba desesperadamente oír alguna señal que le indicase que Tae estaba bien.
—Disculpadme —dijo de repente, abandonando el salón con pasos impacientes.
En cuanto llegó a la entrada, aceleró el paso. Dobló la curva de la escalera del vestíbulo y subió corriendo los dos pisos que lo separaban del tercero. Sólo aminoró el ritmo cuando llegó al cuarto de los niños y, después de pasarse las manos por el cabello a toda prisa, accionó el picaporte y entró.
—¡Papá!
Jungkook se agachó y abrió los brazos para que el pequeño de cuerpo rotundo se acercase a él con sus piernas todavía rollizas. Abrazó a su hijo contra su torso y al notar el cabello castaño del pequeño se recordó que Tae ya había conseguido dar a un luz antes con «asombrosa y pasmosa facilidad», según palabras de la comadrona.
—Milord —lo saludó la niñera haciéndole una reverencia, interesándose por su señoría con la mirada.
Él negó con la cabeza para indicarle que todavía no tenían ninguna noticia. La mujer esbozó una sonrisa tranquilizadora y volvió a sentarse en un silla algo apartada.
Jungkook se echó un poco hacia atrás para mirar el rostro de su hijo y notó que su corazón reaccionaba como de costumbre. Los últimos tres años habían sido los mejores de su vida. La confianza de Tae se había abierto como una flor, haciéndose más sólida a medida que el paso del tiempo le demostraba que el amor que él sentía por Tae era profundo e incuestionable. Su primer hijo, Soobin Jeon, había nacido hacía dos años y había llenado la mansión Jeon de una alegría y felicidad que Jungkook no sabía que fuesen posibles.
Taehyung estaba más bello que nunca, su rostro se había dulcificado con el brillo de la felicidad y Jungkook estaba decidido a que ese resplandor no desapareciese nunca.
Alguien llamó a la puerta, que seguía abierta, y al levantar la cabeza, Jungkook sintió como si le quitasen el peso del mundo de los hombros. Jimin Min sólo sonreiría así si era portador de buenas noticias.
Jungkook se puso en pie y bajó al segundo piso con su hijo en brazos. Entró en el dormitorio de su esposo con Soobin sin dejar de reír y se detuvo de golpe.
Taehyung descansaba en medio de un montón de cojines, tenía la melena esparcida por las sábanas blancas, las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes. Estaba radiante y sin duda era la criatura más bella que había visto en toda su vida.
—Milord —lo saludó la comadrona desde donde se estaba lavando.
Él asintió para demostrarle que la había oído y evitó deliberadamente mirar las toallas manchadas de sangre que había junto a la cama. Se sentó nervioso en el borde del colchón y puso una mano encima del muslo de Taehyung.
Soobin empezó a gatear hacia su madre, pero se detuvo de golpe al ver que el bulto que tenía en brazos se movía un poco y ronroneaba como si fuese un gatito.
—Mi amor... —suspiró Jungkook con los ojos llenos de lágrimas.
No existían las palabras que necesitaba para decir lo que sentía.
—¿A que es bonita?
«Una niña».
Con mano temblorosa, Jungkook apartó el borde de la sábana y dejó al descubierto una cabecita llena de diminutos rizos pelirrojos y una cara tan bonita que le costó respirar. En aquel preciso instante se enamoró loca y ferozmente de su hija. Tenía la piel suave como los pétalos de una flor y su rubor era como el de una...
—Rose.
Taehyung sonrió.
—Qué bonito, Jungkook. Y qué apropiado.
Él se puso en pie y rodeó la cama. Primero colocó una rodilla en el colchón y luego la otra y se desplazó con cautela hasta donde estaba Tae. Se tumbó con cuidado al lado de su esposo y le deslizó un brazo detrás de la cabeza para acercarlo a él, mientras el otro lo utilizaba para rodear a un Soobin todavía fascinado.
—Ya estamos los cuatro juntos —dijo Taehyung, apoyando la cabeza en el torso de Jungkook.
—Sí, el cuarteto perfecto —comentó él.
—Quizá podríamos ser cuatro más...
Jungkook se quedó completamente quieto un instante y luego vio la mirada pícara de su esposo.
—Mira que eres malo.
—Sí, pero sólo contigo.
—Cuatro más, dices. —Le besó en la frente y suspiró—. Vas a volverme loco.
—Pero valdrá la pena —le aseguró Tae con aquella voz tan ronca que él adoraba.
Jungkook lo abrazó con más fuerza, tenía el corazón tan lleno de amor que incluso le dolía.
—Ya la vale, amor mío. Ya la vale.Ahora si ya eso es todo, espero que disfrutaran esta bella historia tanto como yo , me encantaría que dejasen un comentario y me regalaran un corazoncito , compartan esta historia cuídense mucho y tomen agüita.
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Un extraño en mi cama
Historical FictionAdaptación de un extraño en mi cama de la autora Silvia Day El doncel kim Taehyung y lord Jeon Jungkook, marqués de Busan, son la pareja más escandalosa de todo corea. Tienen en común una lujuria desmedida, un gran ingenio, una provocativa reputaci...