«¿Por qué mi esposo siempre tiene la desgracia de encontrarme en estas situaciones tan comprometidas?»
Jungkook le enseñó los dientes a la intrusa y ésta retrocedió asustada. Él salió del
agua y cogió la toalla que su ayuda de cámara había dejado encima de una silla,
mientras veía cómo Tae echaba a Jiso de la habitación.
Luego le gritó por el pasillo, a medida que la mujer iba alejándose.
—¡No he terminado con usted, madame!
Jungkook se armó de valor y esperó a que el tigre de su esposo se diese la vuelta
para mirarlo. Y, cuando lo hizo, se asustó al ver su expresión. Por un segundo, Taehyung lo miró con ojos impenetrables; llevaba el cabello suelto, que le caía por la espalda, e iba en bata. Entonces dio media vuelta y retrocedió corriendo a su habitación.
—Tae.
Jungkook se peleó con el albornoz y fue tras él, impidiendo con una mano que le
cerrase la puerta en las narices. Una vez dentro del dormitorio, observó con cautela a su esposo mientras se vestía. Lo vio caminar de un lado a otro de la habitación y se preguntó cómo podía empezar aquella conversación.
Al final, dijo:
—Yo no he instigado ni he participado lo más mínimo en este encuentro.
Taehyung lo miró de reojo, pero no dejó de pasear, nerviosa.
—Creo que quieres creerme —murmuró Jungkook en voz baja, al ver que no lo
estaba insultando ni tirando cosas a la cabeza.
—No es tan sencillo.
Jungkook se le acercó y le puso las manos en los hombros para obligarlo a detenerse.
Fue entonces cuando notó que a Taehyung le costaba respirar, lo que hizo que a él se le acelerase desesperadamente el corazón.
—Sí es tan sencillo. —La zarandeó con cuidado—. Mírame. ¡Mira quién soy!
Tae levantó la mirada y Jungkook vio que tenía el mismo brillo húmedo que había
visto en sus ojos la noche del baile de Lee.
Le acunó el rostro entre las manos y le echó la cabeza levemente hacia atrás.
—Taehyung, amor mío. —Colocó la mejilla encima de la suya e inspiró hondo,
inhalando su esencia—. Yo no soy Seojoon. Quizá antes... cuando era más joven...
Tae se aferró a su albornoz con los puños cerrados.
Jungkook suspiró.
—Ya no soy ese hombre y la verdad es que nunca he sido Seojoon. Yo nunca te he mentido, nunca te he escondido nada. Desde el momento en que nos conocimos, me he abierto a ti como nunca lo he hecho con otra persona. Tú has visto lo peor de mí.
—Volvió la cabeza y le besó los labios fríos. Le lamió la comisura y, poco a poco,
suavemente, consiguió que los separase—. En tu corazón, ¿no puedes ver lo mejor de mí, por favor?
—Jungkook... —suspiró y, con la lengua, tocó inseguro la de él, haciéndolo gemir.
—Sí. —Lo acercó a él y aprovechó aquel breve instante de debilidad—. Confía en
mí, Tae. Yo tengo tanto que contarte... Tanto que compartir. Por favor, dame...
danos... una oportunidad.
—Estoy asustado —reconoció Tae, diciéndole lo que él ya sabía pero esperaba oír
de sus labios.
—Eres muy valiente al decir eso — elogió— y yo tengo mucha suerte de ser el
hombre que has elegido para compartir tus miedos.
Taehyung tiró del cinturón del albornoz y desató el de su bata, después pegó su piel desnuda a la de él. No había barreras entre ellos, tenía la mejilla apoyada en su torso y Jungkook sabía que estaba escuchando los latidos de su corazón, lo constantes que eran.
Deslizó la mano por debajo de su bata y le acarició la espalda.
—No sé cómo hacer esto, Kook.
—Yo tampoco. Pero seguro podemos arreglárnoslas. Yo siempre he sabido cuándo una persona se cansaba de mí. Y seguro que...
—Mientes. Ninguna persona se ha cansado nunca de ti.
—Ninguna persona en su pleno juicio —lo corrigió él—. ¿Acaso Seojoon no te dio
ninguna señal? ¿O es que un día se despertó sin cerebro?
Tae frotó el rostro contra el torso de él y se rio. Fue un sonido algo tembloroso,
pero completamente sincero.
—Sí, me dio señales.
—Entonces, tú y yo haremos otro trato. Tú me dirás si ves aparecer alguna señal y
yo te prometo que te demostraré sin lugar a duda que no tienes de qué preocuparte.
Tae se apartó y lo miró a los ojos. Tenía la boca entreabierta y los ojos se le veían
de color chocolate. Jungkook se quedó hipnotizado mirando aquellas facciones que distaban mucho de ser delicadas. Taehyung poseía una belleza salvaje e indomable.
—Dios, eres tan hermoso... —murmuró—. A veces me duele mirarte.
La pálida piel de tae se sonrojó y su rubor dijo más que mil palabras. Tae de mundo, si es que alguna vez había existido algo así, pero él podía hacer que
se sonrojase como una colegial.
—¿De verdad crees que tu plan funcionará?
—¿Qué? ¿Hablar el uno con el otro? ¿No dejar que las dudas nos envenenen? —
Soltó un suspiro exagerado—. ¿Te parece que es demasiado trabajo? Quizá entonces podríamos limitarnos a quedarnos en la cama todo el día y follar como conejos.
—¡Jungkook!
—Oh, Tae. —Lo levantó del suelo y giró con él en brazos—. Estoy loco por ti.
¿Acaso no lo ves? Te preocupa que pierda interés por ti, pero a mí me preocupa
perder el tuyo.
Tae le rodeó el cuello con los brazos y lo besó en la mejilla.
—Yo también estoy loco por ti.
—Sí —contestó él riéndose—. Lo sé.
—Eres un canalla engreído.
—Sí, pero soy tu canalla engreído y es exactamente así como te gusto. No, no te
apartes. Hagamos el amor y sigamos hablando.
El negó con la cabeza.
—No podemos volver a saltarnos la cena.
—Te has vestido para seducirme ¿y ahora que tus curvas están pegadas a mi
cuerpo te apartas? ¿Qué clase de tortura es ésta?
—Teniendo en cuenta que no hace falta provocarte demasiado para que tengas
ganas de acostarte conmigo, quiero que conste que no me he vestido para seducirte.
Voy así porque resulta que estaba durmiendo una siesta. —Esbozó aquella sonrisa que él tanto adoraba—. Y soñando contigo.
—Bueno, ahora estoy aquí. Utilízame como quieras. Te lo suplico.
—Lo dices como si te hiciese falta. —Dio un paso atrás y él fingió que le costaba
mucho soltarlo.
—Ojalá pudiese decir que venir aquí ha sido un error —dijo resignado—, pero la
verdad es que creo que no.
—Yo tampoco. —Taehyung lo miró seductor por encima del hombro—. Y... la
paciencia es una virtud que siempre es recompensada.
—¿Ah, sí? —preguntó siguiéndola—. Cuéntame más sobre esa virtud.
—Lo haré mientras me ayudas a vestirme. Pero antes dejemos las cosas claras: si
esa mujer vuelve a acercarse a ti, Jeon, lo interpretaré como una señal.
—No temas, cariño —murmuró él, rodeándolo por la cintura cuando se
detuvo frente a un armario—. Creo que le has dejado muy clara cuál es tu opinión.
Taehyung entrelazó los dedos con los suyos encima de su estómago.
—No sé. Ya lo veremos.
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Un extraño en mi cama
Fiksi SejarahAdaptación de un extraño en mi cama de la autora Silvia Day El doncel kim Taehyung y lord Jeon Jungkook, marqués de Busan, son la pareja más escandalosa de todo corea. Tienen en común una lujuria desmedida, un gran ingenio, una provocativa reputaci...