—Qué interesante que haya venido sin Jeon —murmuró Jiso, con la mano
encima del antebrazo de Wooshik.
Volvió la cabeza e inspeccionó de nuevo la multitud.
—Tal vez él tenga intenciones de venir más tarde —contestó el conde, con más
indiferencia de la que a Tae le habría gustado.
Si Wooshik dejaba de desear a Taehyung Jeon, Tae volvería a estar solo en su
intento de recuperar a Jeon como amante.
Se soltó y dio un paso atrás.
—Min no está con Tae. Ahora sería un buen momento para acercarte.
—No. —Wooshik la miró con una ceja enarcada—. Ahora no es buen
momento. Piensa en lo que dirían si nos vieran.
—Las habladurías son nuestra mejor arma —rebatió ella.
—Jeon es un hombre con el que no se puede jugar.
—Estoy de acuerdo. Pero tampoco lo eres tú.
El conde deslizó la vista por la sala de baile y se detuvo durante un instante en su
antiguo amante.
—Mira lo triste que está —insistió Jiso—. Quizá ya se arrepiente de la
decisión que ha tomado. Pero nunca lo sabrás si no hablas con él.
Fue esa última frase la que consiguió el efecto deseado y, con una maldición,
Wooshik se apartó de su lado y, decidido, echó los hombros hacia atrás. Jiso sonrió y se dirigió en dirección opuesta, en busca del joven lord HoSeok.
Fingiendo que quería pasar por su lado, le pasó los pechos por el antebrazo y, cuando él se volvió para mirarla con los ojos abiertos como platos, ella se sonrojó.
—Lo siento, milord.
Lo miró con los párpados entornados.
Él esbozó una sonrisa indulgente.
—La disculpa no es en absoluto necesaria —dijo seductor, aceptando la mano que
ella le tendía. Se apartó del camino de la dama, pero ésta lo retuvo y él arqueó una ceja, confuso—. ¿Su Señoría?
—Me gustaría ir a la mesa de las bebidas, pero me da miedo pasar sola entre tanta gente. Y me estoy muriendo de sed.
—Será todo un honor ofrecerle mis servicios —contestó con una sonrisa experta.
—Es muy galante por su parte acudir en mi ayuda —dijo ella, caminando a su
lado.
Jiso lo estudió de soslayo. Era muy guapo, aunque no del mismo modo que su
hermano mayor. A pesar de su aparente indiferencia, Jeon tenía un aire peligroso
que nadie podía pasar por alto. Sin embargo, en el caso de lord HoSeok, esa
indiferencia no era sólo una fachada.
—Mi objetivo en la vida es ayudar a las mujeres hermosas tan a menudo como
me sea posible.
—Su señoría Jeon es muy afortunado de tener a los dos guapísimos Jeon a su
servicio.
El brazo de lord HoSeok se tensó bajo su mano enguantada y Jiso no pudo
reprimir una sonrisa. Algo iba mal en casa de Jeon, una circunstancia que sólo
podía jugar a su favor.
Tendría que seducir al joven Jeon con sus artimañas y descubrir de qué se
trataba y, a decir verdad, la perspectiva le resultaba cada vez más atractiva.
Miró por encima del hombro para asegurarse de que Wooshik había ido en
busca de Taehyung Jeon. Mientras, ella siguió avanzando satisfecha y decidió
disfrutar el resto de la velada con lord HoSeok.
—Taehyung.
Wooshik se detuvo a una distancia prudencial y lo recorrió con la mirada de la cabeza a los pies, admirando las perlas que llevaba entre los mechones de pelo rojizo y el precioso vestido verde oscuro, que hacía resaltar su piel de porcelana a la perfección.
La gargantilla de tres vueltas que llevaba en el cuello ocultaba muy bien parte de su sonrojo, pero Wooshik lo vio de todas maneras.
—¿Estás bien? —le preguntó.
La sonrisa de Taehyung fue a la vez cariñosa y triste.
—Tan bien como cabe esperar. —Se volvió hacia él—. Me siento muy mal, Wooshik. Eres un buen hombre y mereces a alguien que te trate mejor que yo.
—¿Me echas de menos? —se atrevió a preguntarle él.
—Sí. —Sus ojos castaños miraron directamente a los del hombre—. Aunque
quizá no del mismo modo en que me echas de menos tú.
Él esbozó una sonrisa. Como de costumbre, admiró su franqueza. Taehyung era una persona que hablaba sin artificios.
—¿Dónde está Jeon esta noche?
Tae levantó la barbilla.
—No pienso hablar de mi marido contigo.
—¿Acaso tú y yo ya no somos amigos?
—Te aseguro que dejaremos de serlo si te entrometes en mi matrimonio —soltó
Tae. Y entonces se sonrojó y apartó la vista.
Wooshik abrió la boca para disculparse, pero de repente se detuvo. El mal humor de Taehyung había ido apareciendo con más frecuencia a medida que su relación avanzaba.
Y en ese momento se preguntó si su aventura amorosa estaba ya en declive antes de que Jeon regresara y él sencillamente había sido demasiado obtuso para darse
cuenta.
Soltó el aliento e intentó analizar esa posibilidad con más calma. Sin embargo, el
cambio repentino de postura de Tae, que seguía estando a su lado, le llamó la
atención. Al levantar la vista, se encontró con el marqués de Jeon de pie en el otro
extremo del salón. Los ojos de Jeon se detuvieron primero en Taehyung y después se desplazaron para inspeccionarlo a él.
Su mirada fue tan fría que heló a Wooshik, luego Jeon dio media vuelta y se fue.
—Tu marido ha llegado.
—Sí, lo sé. Si me disculpas...
Taehyung ya había avanzado una corta distancia cuando Wooshik recordó el plan de Jiso.
—Si quieres, puedo acompañarte a la terraza.
—Gracias —contestó con un leve movimiento de cabeza que hizo que se le
balancearan los rizos.
A él siempre le había encantado su cabello. La combinación de mechones
castaños con otros más rojizos dejaba sin aliento.
Sólo con verlos casi se olvidó de la fría mirada azul que seguía clavándose entre
sus omóplatos. Casi.
—¡Jeon!
Jeon se quedó mirando a su esposo e intentó averiguar su estado de ánimo. Era
obvio que estaba enfadado con él por algo, aunque Kook no tenía ni idea de qué podía ser. A pesar de su confusión, eso no lo sorprendió. Dejando a un lado la maravillosa tarde que habían pasado juntos en la cama, el resto del día había sido para él un infierno.
Suspiró agotado y se volvió.
—¿Sí, Mingyu?
—Al parecer, tu hermano iba en serio cuando ha dicho que iba a venir aquí.
Según el lacayo de la puerta, ha llegado hace más de una hora y todavía no se ha ido.
Jeon escudriñó entre la multitud, pero no vio a HoSeok por ninguna parte, en
cambio sí vio a Taehyung saliendo a la terraza con Wooshik. Deseó poder ir a hablar con Tae, pero ya había aprendido que los problemas era mejor solucionarlos uno detrás de otro y, por el momento, HoSeok era el más grave. Él confiaba en Tae. Sin embargo, no podía decir lo mismo del cabeza hueca de su hermano.
—Empezaré por la sala de juegos —murmuró, dando gracias por haberse
encontrado con Mingyu cuando éste salía de la taberna Nonnie's.
A él nunca se le habría ocurrido buscar a HoSeok en ese baile.
—¿Ése no es Wooshik con su señoría Jeon? —le preguntó Mingyu frunciendo el
cejo.
—Sí.
Jeon se dio la vuelta.
—¿No deberías ir a decirle algo al conde?
—¿Como qué? Es un buen hombre y Taehyung es muy sensato. No pasará
nada inapropiado.
—Bueno, eso incluso yo lo sé —dijo Mingyu tras reírse—. Y es muy propio de ti
que no te importe. Pero si dices en serio lo de que has vuelto para cortejar a tu esposo, te sugiero que al menos finjas que estás celoso.
Él negó con la cabeza.
—Menuda tontería. Además, estoy convencido de que Tae opinaría igual que yo.
—los donceles y las mujeres son criaturas muy peculiares, Kook. Tal vez yo sepa algo del sexo débil que tú desconozcas —se burló Mingyu.
—Lo dudo. —Jeon se dirigió a la sala de juegos—. ¿Dices que mi hermano
parecía alterado?
—Sí, al menos a mí me lo ha parecido cuando lo he visto antes. Claro que él sabe
que tú y yo somos amigos y quizá por eso ha optado por mantener la boca cerrada.
—Esperemos que haya sido igual de discreto durante toda la velada.
Mingyu lo siguió pegado a sus talones.
—¿Y qué harás cuando lo encuentres?
Jeon se detuvo de golpe, con lo que Mingyu chocó contra su espalda.
—¿Qué diablos? —masculló éste.
Jeon se dio la vuelta y le dijo:
—La búsqueda será más eficaz si nos dividimos.
—Pero no será tan divertido.
—No he venido a divertirme.
—¿Cómo daré contigo si consigo encontrar a HoSeok?
—Seguro que sabrás apañártelas, era un hombre de recursos. —Y dicho esto,
siguió con su camino dejando a Mingyu atrás.
El nudo del pañuelo lo estaba ahogando. Tae estaba cerca y, sin embargo, muy
lejos; por otra parte, la inminente confrontación con su hermano empezaba a hacer mella en él... En resumen, que no estaba de buen humor.
Y cuanto más se alargaba la búsqueda de HoSeok, más empeoraba.
Taehyung salió a la abarrotada terraza decidida a ignorar el daño que le había hecho el desplante de Jeon. Pensó que sería una tarea difícil, pero en cuanto vio una cabeza de cabello oscuro con vetas plateadas, empezó a pensar en otra cosa de inmediato. Suspiró. Soltó a Wooshik y le dijo:
—Nuestros caminos deben separarse aquí.
Wooshik siguió la mirada de Tae y asintió dando un paso atrás, dejándola solo para que fuese en busca de la marquesa viuda de Jeon. La dama se reunió con Taehyung a medio camino y lo cogió del brazo para alejarlo del resto de los invitados allí presentes.
—¿Acaso no tienes vergüenza? —le preguntó.
—¿De verdad espera que le conteste a eso? —contraatacó Tae.
Habían pasado cuatro años y todavía no había aprendido a tolerar a aquella mujer.
—No logro entender cómo alguien de tu alcurnia puede ser tan irresponsable.
Jeon siempre ha hecho todo lo posible para provocarme, pero casarse contigo ha
sido lo peor de todo.
—¿Le importaría buscar algo nuevo con lo que atacarme?
Taehyung negó con la cabeza y se apartó. Ahora que ya no estaban a la vista de nadie,
ambas dejaron de fingir que se tenían afecto. El fervor que sentía la marquesa por
proteger el buen nombre de la familia Jeon era comprensible, pero Tae no podía
justificar el modo en que lo hacía.
—Lograré que se deshaga de ti, aunque sea lo último que yo haga.
—Pues buena suerte —masculló Taehyung.
—¿Disculpa? —La marquesa viuda prestó atención.
—Desde su regreso, yo mismo le he hablado a Jeon varias veces sobre la
posibilidad de una separación. Se niega rotundamente.
—¿No quieres seguir casado con él?
Si no hubiese estado tan preocupada por el comportamiento de Kook después de
abandonar el lecho aquella tarde, la atónita expresión de su suegra le habría hecho gracia.
Pero que él lo hubiese dejado a un lado con tanta facilidad... Que lo hubiese
ignorado tan descaradamente... Que Tae hubiese confiado en alguien que le había mentido...
Le dolía e Taehyung se había prometido a sí mismo que nunca más ningún hombre volvería a hacerle daño.
—No, no quiero —contestó orgulloso—. Los motivos por los que nos casamos
ahora me parecen absurdos y ridículos. Estoy convencido de que siempre lo han sido, pero que ambos éramos demasiado obstinados como para darnos cuenta.
—Taehyung. —La marquesa apretó los labios y, pensativa, se pasó los dedos por el collar de zafiros que llevaba al cuello—. ¿Estás hablando en serio?
—Sí.
—Mi hijo insiste en que una petición de divorcio no prosperará. Y dice que el
escándalo nos perjudicaría a todos.
Taehyung se quitó un guante y tocó los pétalos de una rosa que tenía cerca. ¿Así que Kook se había planteado poner punto final a su unión? Tendría que haberlo sabido. Era pura mala suerte que Tae necesitase compañía masculina. Era incapaz de estar solo. Si lo fuese, quizá no sentiría esa imperiosa necesidad de que lo abrazasen y lo cuidasen. Y no estaría en la situación en que se encontraba ahora.
Eran muchas quienes practicaban la abstinencia. Tae, sencillamente, no podía.
Suspiró. Si presentaban una petición de divorcio al Parlamento, los chismes y las
habladurías se cebarían con ellos y los destrozarían, pero ¿acaso seguir casado con Jeon no terminaría también por destrozarlo?
Su primer esposo casi lo había logrado y la atracción que sentía por el hombre en
que Kook se había convertido era igual de poderosa que la que había sentido por
Seojoon.
—¿Qué quiere que le diga? —le preguntó con amargura a la marquesa—. ¿Que
estoy dispuesto a aceptar un futuro como divorciado y adúltero? Pues no lo
estoy.
—Pero en cambio estás decidido a terminar con este matrimonio. Puedo verlo en
el modo en que tensas los hombros. Y estoy dispuesta a ayudarte.
Taehyung se volvió de golpe.
—¿Que está dispuesta a qué?
—Ya me has oído. —Una sonrisa suavizó el gesto adusto de la mujer—. No estoy
segura de cómo, pero voy a hacerlo. Lo único que necesitas saber es que haré todo lo que esté en mi mano. Quizá incluso te ayude a dejarte bien instalado.
De repente, los eventos de esa noche fueron demasiado para Taehyung.
—Discúlpeme.
Iría en busca de Yoongi y le pediría que la llevase de vuelta a casa. Los Jeon la
habían herido por todos lados y deseaba estar en su dormitorio, con una buena copa de madeira, más que ninguna otra cosa en el mundo.
—Estaremos en contacto, Taehyung —le dijo la marquesa viuda al irse.
—Maravilloso —masculló Tae, acelerando el paso—. Estoy impaciente.
Frustrado por no haber conseguido encontrar a HoSeok, Jeon se sentía con
ganas de pegarle a alguien. Decidido, dobló una esquina, pero se detuvo de golpe
porque una mujer que salía caminando de espaldas de una habitación a oscuras le bloqueó el paso.
ella dio media vuelta y se sobresaltó.
—¡Dios santo! —exclamó lady Jiso llevándose una mano al corazón—.
Jeon, me has asustado.
Él se quedó mirándola con una ceja arqueada. Estaba sonrojada y despeinada y
era evidente que acababa de concluir algún encuentro fortuito. Cuando la puerta
volvió a abrirse y salió HoSeok con el pañuelo torcido, la segunda ceja de Jeon fue
a hacer compañía a la primera.
—Llevo horas buscándote.
—¿En serio?
Su hermano estaba mucho más relajado que antes. Conociendo el apetito sexual
de Jiso, a Jeon no le sorprendió. Sonrió. Así era exactamente cómo quería
encontrar a HoSeok.
—Me gustaría hablar contigo.
El joven se puso bien la chaqueta y miró a Jiso, que le sonrió.
—¿Podemos dejarlo para mañana?
Jeon lo contempló con detenimiento y le preguntó:
—¿Qué planes tienes para el resto de la noche?
No podía correr el riesgo de esperar, si su hermano estaba decidido a causarle
problemas.
HoSeok volvió a mirar a Jiso y Jeon se tranquilizó un poco. Si iba a pasarse
la noche follando, no se metería en ninguna pelea.
—De acuerdo, ¿qué te parece si desayunamos en mi despacho? —le propuso.
—Muy bien.
HoSeok se llevó la mano desnuda de Jiso hasta los labios, le hizo una leve
reverencia y se fue, probablemente para preparar su inminente partida.
—Iré en seguida, cariño —le dijo ella, pero sin apartar los ojos de Jeon.
Cuando estuvieron a solas, él fue el primero en hablar.
—Te agradezco mucho que hayas entablado amistad con lord HoSeok.
—¿Ah, sí? —Le hizo morritos—. No me importaría que te sintieras un poco
celoso, Jeon. Él resopló.
—No existe ningún motivo por el que tenga que sentirme celoso. Nunca ha
habido nada entre tú y yo y nunca lo habrá.
Ella le colocó una mano en el estómago y sus ojos verdes brillaron entre sus
pestañas.
—Podría haberlo si volvieses a mi cama. A pesar de lo breve que fue nuestro
encuentro la otra noche, sirvió para recordarme lo similares que son nuestros gustos.
—Ah, lady Jiso —dijo Tae, furioso, detrás de Jeon—. Gracias por encontrar a mi esposo.
A él no le hizo falta volverse para saber que la noche sin duda había ido a peor.
Mientras la desaliñada condesa se alejaba de donde estaban, Taehyung se quedó
inmóvil y en silencio y con los puños apretados a los costados. Jeon lo miró
preocupado y expectante, con los hombros echados hacia atrás, mientras Tae
sopesaba cómo reaccionar. En su día había luchado con uñas y dientes por Seojoon y el esfuerzo había sido agotador y completamente vano. Los maridos eran infieles y engañaban a sus esposos. Las personas prácticas lo entendían perfectamente.
Con el corazón metido de nuevo en la jaula de hielo que había construido a lo
largo de los últimos años, le dio la espalda a Kook con intención de abandonar el
baile, su casa, a él. En su mente ya se veía haciendo las maletas, su cerebro ya había empezado a hacer una lista de sus pertenencias.
—Taehyung.
«Esa voz».
Se estremeció. ¿Por qué tenía esa voz que destilaba lujuria y deseo?
Tae no aminoró el paso y cuando él la cogió por el codo para detenerlo, pensó en
los muebles de su antigua casa y en lo pasados de moda que estaban.
La mano enguantada de Kook le tocó una mejilla y la obligó a mirarlo a los ojos.
Taehyung se fijó en el azul de sus iris y pensó en el sofá del mismo color que tenía en un salón. Iba a tener que tirarlo.
—Dios —masculló él, dolido—. No me mires así.
La mirada de Taehyung descendió hasta la mano de él, que seguía sujetándolo por el antebrazo.
Antes de que supiera lo que estaba haciendo, Jeon tiró de Tae y lo metió en
aquella habitación que olía a sexo, cerrando la puerta a su espalda.
A Tae se le revolvió el estómago y, al notar una imperiosa necesidad de huir de
allí, corrió a colocarse en el único extremo de la estancia iluminado por la luz de la
luna. Estaban en una biblioteca, cuyo balcón daba al jardín. Se detuvo y, apoyando las manos en el respaldo de una butaca orejera, respiró profundamente varias veces aquel aire más limpio.
—Tae.
Kook se pegó a su espalda y le colocó las manos en los hombros. Se las deslizó
por los brazos hasta conseguir que Tae soltase la butaca y luego entrelazó los dedos con los suyos.
Taehyung podía notar que el cuerpo de él quemaba como si tuviese fiebre. Tae
empezó a sudar. ¿Verde? No, ese color tampoco. El despacho de Kook era verde. ¿Lavanda, quizá?
Un sofá lavanda sería toda una novedad. O tal vez rosa. Ningún hombre querría
sentarse en un sofá rosa. ¿Acaso eso no sería maravilloso?
—Háblame, por favor —insistió él.
A Kook se le daba muy bien insistir. Y seducir y conquistar y follar, podía perder fácilmente la cabeza por él si no iba con cuidado.
—Borlas.
—¿Qué?
Le dio la vuelta para poder mirarlo.
—Decoraré el salón de color rosa y colgaré borlas doradas —le dijo.
—Perfecto. El rosa me favorece.
—Tú no estarás invitado a entrar en mi salón.
Él apretó los labios y arrugó más el cejo.
—Maldita sea si no voy a estarlo. No vas a dejarme, Tae. Lo que has oído no
significa lo que crees que significa.
—Yo no creo nada, milord —contestó sereno—. Y, si me disculpas... —Intentó
esquivarlo. Kook lo besó.
Igual que ante un brandy caliente, su estómago fue el primero que reaccionó al
beso y después los dedos de sus pies. Taehyung notó la erección de él pegada a su ombligo, pero siguió besándolo con labios suaves y pasándole la lengua con
delicadeza, sin devorarlo.
El hielo que tenía en su interior empezó a derretirse ante su ardor y gimió
desesperado. Los labios de Kook eran tan bonitos, los sentía tan dulces sobre los
suyos.
Eran los labios de un ángel... y tenían la capacidad de engañarlo como el diablo.
«La piel de Kook huele a limpio».
Él deslizó la boca por el pómulo de Tae hasta su oreja.
—Aunque te parezca imposible, vuelvo a desearte. —Rodeó la silla y se sentó
con Taehyung en su regazo como si fuese una niño—. Después de lo de esta tarde, mi ansia tendría que ser más llevadera y, sin embargo, es incluso peor que antes.
—Sé lo que he oído —susurró Tae, negándose a creer lo que su olfato le sugería
que era verdad.
—Mi hermano es un alocado —siguió explicándole él, ignorando su comentario
— y esta noche he pasado un montón de horas buscándolo. Pero, aunque sé que puedo haberle hecho daño, o que creo que él puede hacérselo a alguien, lo único que me hacía sentir verdaderamente impaciente era el deseo de volver a estar contigo.
—Conoces a esa mujer íntimamente y has estado con ella. Hace poco.
—Y me he sentido del todo aliviado cuando he visto que mi hermano salía de esta
habitación con cara de haber echado un polvo.
Taehyung se quedó perplejo.
—¿Lord HoSeok?
—Y todavía me ha gustado más cuando he visto que iba acompañado de lady
Jiso y que parecía dispuesto a proseguir su velada en un lugar más apropiado. Si
HoSeok está con ella, yo puedo pasarme el resto de la noche contigo.
—Ella te quiere a ti.
—Y tú también —contestó seductor—. Soy un hombre atractivo, con una fortuna
muy atractiva y con un título todavía más atractivo. —Lo apartó suavemente para
poder mirarlo a los ojos—. Y resulta que tengo uno esposo muy atractivo.
—¿Te la has follado desde que has vuelto?
—No. —Sus labios tocaron los de Tae—. Y sé que te cuesta creerme.
Para su sorpresa, a Taehyung no le costaba lo más mínimo.
—Si yo fuera tú, Tae, tampoco sé si creería a un canalla como yo, en especial
teniendo en cuenta tu pasado. Tae se tensó.
—Mi pasado no tiene nada que ver con esto.
Llevaba toda la vida soportando que le tuviesen lástima y eso era lo último que
quería de Kook.
—Ah, sí que lo tiene, aunque justo ahora empiezo a comprender por qué.
Le miró con los ojos entrecerrados. Las arrugas que Tae había descubierto
alrededor de sus labios tras su regreso habían vuelto a aparecer. Eran la prueba
palpable de su tristeza.
—No soy el hombre que te conviene, Tae. No soy un buen hombre. Todas las
personas tienen defectos, pero me temo que eso es lo único que yo poseo. Y, a pesar de todo, soy tuyo y tienes que aprender a soportarme, porque soy un egoísta y me niego a dejarte ir.
—¿Por qué?
Contuvo la respiración, pero fueron las palabras que él dijo a continuación las que
lo marearon.
—Porque tú me has curado.
Kook cerró los ojos y apoyó la mejilla en la suya y ese gesto tan cariñoso conmovió a Taehyung hasta lo más hondo. El marqués de Jeon era conocido por
muchas cosas, pero la ternura no era una de ellas. El hecho de que esas muestras de afecto fuesen cada vez más frecuentes lo aterrorizaba. No podría soportar curarlo para que luego él le perteneciese a alguien más.
—Quizá yo también pueda curarte a ti —susurró Kook pegado a su boca—. Si me
dejas hacerlo. Taehyung presionó los labios sobre los de él un instante. Exhausto por los acontecimientos del día, lo único que deseaba era acurrucarse contra el pecho de Kook. Sin embargo, se levantó de su regazo y se puso en pie.
—Si para curarme tengo que olvidarme de todo, no lo quiero.
Él suspiró y Taehyung vio que estaba tan agotado como él.
—He aprendido muchas cosas de los errores del pasado, Kook, y me alegro de que así haya sido. —Se retorció las manos, nervioso—. Yo no quiero olvidar. Nunca.
—Entonces enséñame a vivir con mis errores, Tae.
Se puso en pie y Tae se quedó mirándolo. Observándolo.
—Tenemos que irnos de Londres —dijo Kook de repente, cogiéndole las manos.
—¿Qué?
Tae abrió los ojos exageradamente y se estremeció.
«Solo con él».
—Aquí no podemos funcionar como pareja.
—¿Como pareja?
Negó enfáticamente con la cabeza.
La puerta se abrió sorprendiéndolos a ambos. Kook lo acercó a él a la velocidad
del rayo, dispuesto a protegerla con todo su ser.
Lord Lee, el propietario de la biblioteca y de la casa en la que se encontraban, apareció en la puerta y los miró confuso.
—Les pido disculpas —dijo retrocediendo, pero entonces se detuvo—. ¿Lord
Jeon? ¿Es usted?
—Sí —contestó él en voz baja.
—¿Está con su señoría Jeon?
—¿Y con quién, si no, iba a estar en una habitación a oscuras?
—Bueno... Sí... —Lee carraspeó—. Con nadie más, por supuesto.
La puerta empezó a cerrarse de nuevo y Kook aprovechó para tocarle a Taehyung un pecho. Acercó los labios hacia los de Tae, aprovechándose descaradamente de que no podía apartarse.
—Eh, ¿lord Jeon? —Lee volvió a interrumpirlos.
Kook suspiró resignado y levantó la cabeza.
—¿Sí?
—Lady Lee ha organizado una fiesta este fin de semana en nuestra casa de
Suwon. Estaría encantada de que usted y su esposo asistieran. Y para mí sería un
verdadero placer retomar nuestra amistad.
Taehyung abrió atónito la boca al notar que Kook apretaba los dedos que tenía encima de su pecho. Sin una vela y con la chimenea apagada, nadie podía verlos. Pero saber que tenían a otra persona tan cerca mientras él le estaba tocando tan íntimamente le aceleró el corazón.
—¿Habrá muchos invitados?
—Me temo que no demasiados. La última vez que los conté eran una docena,
pero lady Lee...
—Suena perfecto —lo interrumpió Kook, tirando del pezón de Taehyung con los
dedos—. Aceptamos la invitación.
—¿De verdad? —La limitada estatura de Lee se extendió al máximo.
—De verdad.
Kook cogió a Taehyung de la mano y tiró de Tae para esquivar al vizconde, que se
sorprendió tanto que se apartó de su camino, y salieron de la biblioteca.
Con los sentimientos hechos un lío, Taehyung lo siguió sin quejarse.
Lee los siguió a ambos.
—¿Le parece bien partir el viernes por la mañana?
—Es su fiesta, Lee.
—Oh, sí... Cierto. Entonces nos vemos el viernes.
Kook hizo un gesto con la muñeca para indicarle a un lacayo que fuese en busca
de su carruaje y después se volvió hacia otro que había por allí cerca.
—Dígale a lord Min de mi parte que ha cumplido su parte del trato.
A Taehyung no le pasó por alto lo fácil que le había resultado a él llevárselo de allí.
Casi deseó poder enfadarse, pero estaba demasiado estupefacto.
Kook no le había mentido ni le había sido infiel.
Aunque aún no sabía si eso era una suerte o una desgracia.y con este capitulo concluye el maratón espero lo disfruten mucho , tengan precaución con el eclipse mañana cuídense ,besos besos :)
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Un extraño en mi cama
Historical FictionAdaptación de un extraño en mi cama de la autora Silvia Day El doncel kim Taehyung y lord Jeon Jungkook, marqués de Busan, son la pareja más escandalosa de todo corea. Tienen en común una lujuria desmedida, un gran ingenio, una provocativa reputaci...