Capitulo 7

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Antes que nada quiero advertir algo sobre las siguientes narraciones , en mi mundo los donceles tienen pechos pequeños, es decir unos montículos mas desarrollados que los pectorales de un hombre pero mas pequeños que los senos de una mujer , es muy importante que lo tengan en cuenta para los siguientes capítulos  ahora si continúen con su lectura  :)


Jungkook apretó los dientes al deslizar su excitado miembro por el cumulo de músculos del ano de Taehyung sintiendo la humedad de su interior abrazarlo con tanto ímpetu , recibiendo cada centímetro de su hinchado pene. Lo abrazó contra su torso y se esforzó por mantener la calma mientras el resto de su cuerpo estaba pendiente del enorme placer que sentía al estar dentro de el y de los gemidos de placer que salían de sus labios.
Jungkook ardía de pies a cabeza, se sentía caliente incluso el cabello; en cuanto una capa de sudor se le secaba sobre la piel, volvía a estar empapado.
—Oh, Tae —suspiró, apartándole una pierna hacia un lado para poder penetrarlo
más—. Estar dentro de ti es como estar en el paraíso.
El se movió debajo de su cuerpo y giró las caderas de un modo que él apenas
pudo soportar.
—Jeon...
Oírlo gemir así hizo que Jungkook se estremeciese con todas sus fuerzas.
—Maldita sea, deja de moverte así o terminaré por perder el poco control que me
queda.
—¿A esto lo llamas control? —Suspiró y levantó las caderas, pidiéndole más—.
¿Qué diablos haces cuando lo pierdes por completo?
Él le soltó las manos y lo abrazó contra su cuerpo.
La lujuria lo había cegado varias veces en la vida y en muchas ocasiones había
dado rienda suelta a sus impulsos. Pero su necesidad de ceder nunca había sido tan acuciante como en ese momento. La escandalosa belleza de Tae, su descarada sensualidad, sus maravillosas curvas... Tae estaba hecho para que un hombre fuese tan primitivo como él podía llegar a serlo. Cuatro años atrás, Taehyung era demasiado para él, a pesar de que, en su arrogancia, Jungkook jamás lo habría reconocido. Pero ahora le preocupaba ser demasiado para Tae. Y no podía correr el riesgo de asustarlo y ahuyentarlo de su cama.
Deslizó las manos debajo del cuerpo de Tae y les dio la vuelta a ambos para que
Tae quedase encima.
—¿Qu... qué? —preguntó Taehyung, sorprendido.
Su melena suelta le caía a él por la cara y los hombros, rodeándolo con su
perfume. Su miembro se excitó hasta límites insospechados.
—Lleva tú las riendas —dijo entre dientes y apartó las manos de el como si lo
hubiese quemado.
Tenía su cuerpo encima y era más de lo que podía soportar. Lo que de verdad
quería hacer Jungkook en ese momento era tumbarlo en el suelo y poseerlo como un animal hasta quedar exhausto. Y luego volver a empezar. Pero era su esposo y se merecía algo mejor. Y, dado que no podía confiar en sí mismo, lo mejor sería que confiase en el.
Taehyung dudó un segundo y Jungkook tuvo miedo de que fuese a cambiar de opinión y de que volviese a rechazarlo. En vez de eso, colocó las manos en el suelo y levantó el torso. Después, bajó despacio para que su miembro se deslizase mejor hacia su interior, hasta su sexo le beso el extremo del pene.
Cerró los puños al oírlo gemir de placer. El ángulo en que había quedado dentro
del sexo de Taehyung era delicioso.
—Dios, Jeon. Eres tan...
Él cerró los ojos y los apretó con todas sus fuerzas, respirando entre los dientes al
oír su inacabado cumplido. Sabía lo que había querido decir. No había palabras para describir lo que ambos estaban sintiendo.
Quizá se debiera al hecho de que el lo había excitado y rechazado muchas veces, como no lo había hecho antes nadie. Quizá porque era su esposo y ese detalle añadía un grado de propiedad que aumentaba la intensidad del momento.
Fuera lo que fuese, el sexo nunca había sido tan intenso para Jungkook y eso que sólo estaban empezando.
—Tienes que moverte, Tae —lo instó con la voz completamente ronca de deseo.
Abrió los ojos y tragó saliva al ver que Tae alargaba los brazos hacia atrás,
haciendo que su melena se arremolinase encima del torso de él. Jungkook se preguntó
cómo iban a hacerlo. ¿Se apartaría y se daría la vuelta para quedar sentado mirándolo a la cara? Ver el rostro de Tae al alcanzar el orgasmo le daría mucho placer, pero la idea de sacar su miembro de dentro de su cuerpo le parecía sencillamente insoportable.
—¿Tengo? —lo desafió Tae con voz provocativa y, aunque Jungkook no podía verlo,supo que estaba sonriendo.
Taehyung levantó una mano y apoyó el peso en la otra, sus nalgas descansaron
entonces en las caderas de él, que se quedó completamente inmóvil y dejó de respirar mientras Tae deslizaba la mano que había levantado entre sus propias piernas.
Primero apretó suavemente los tensos testículos de Jeon y luego la movió más
arriba.
Oh, Dios. Si Tae se masturbaba con su miembro dentro de Tae, él explotaría.
—¿Vas a...? —intentó preguntarle.
Taehyung lo hizo.
Jungkook gimió al notar que su sexo se apretaba como un guante alrededor de su
pene.
—¡Maldita sea!
Sujetó las caderas de Tae al borde de un ataque de pánico y, manteniéndolo
inmóvil, levantó la mitad inferior de su cuerpo para embestirlo como un poseso.
—¡Sí! —exclamó Taehyung echando la cabeza hacia atrás e inundándolo con un mar de mechones rojizos.
Su cuerpo se aferró al miembro de él y empezó a convulsionarse con brutal
intensidad.
Su primer orgasmo duró una eternidad, pero Jungkook se mordió el labio inferior
hasta notar el sabor de la sangre y consiguió no eyacular. Y cuando Tae se desplomó entre sus brazos, él salió de su interior y terminó.
La lujuria y el anhelo que llevaba tanto tiempo conteniendo vaciaron su cuerpo y
eyaculó una y otra vez encima del muslo de Taehyung y de la alfombra.
Y eso que sólo quería calmarse un poco.
Tae y él sólo estaban empezando.
Taehyung se tumbó encima de él e intentó recuperar el aliento y Jungkook le acarició los pezones y le dio un beso en la frente. El perfume de Tae mezclado con el del sexo era embriagador. Pegó la nariz a la piel de Tae e inhaló profundamente.
—Eres un hombre malo y horrible —susurró Tae.
Jungkook suspiró. Típico de él casarse con le más obstinado del planeta.
—Has sido tú quien que ha precipitado las cosas. Pero te garantizo que la próxima
vez me aseguraré de que todo el proceso dure más. Tal vez entonces estarás más
receptivo.
La levantó consigo hasta que quedaron los dos sentados.
—¿La próxima vez?
Jungkook vio que tenía intención de empezar a discutir, así que le deslizó una mano entre las piernas y le acarició el prepucio con la yema de los dedos. Sonrió al oírlo gemir.
—Sí, la próxima vez, que empezará dentro de un momento, en cuanto nos
hayamos limpiado un poco ambos y nos traslademos a un lugar más confortable para estos menesteres.
Taehyung se puso en pie y se dio la vuelta tan rápido para mirarlo que su melena
rojiza se balanceó sobre su piel blanca. Jungkook se quedó mirándola desde el suelo, perplejo al ver lo perfecto que era. Completamente desnudo, Taehyung Jeon era una venus, un dios, una belleza de pezones perfectos y caderas voluptuosas y con unos labios hechos para besar.
Su pene reaccionó al encontrarse ante tal maravilla y, cuando Tae lo vio, abrió
mucho los ojos, atónito.
—Dios santo, pero si acabamos de ocuparnos de eso.
Jungkook se encogió de hombros y reprimió una sonrisa al ver que Tae seguía
contemplándolo, halagándolo con una mirada que tan sólo era un poquito intimidante.
Él se puso en pie y lo cogió de la mano para llevarlo hacia el baño.
—No puedo evitar reaccionar. Eres extremadamente atractivo.
Tae se rió, pero lo siguió sin quejarse, aunque sí se hizo un poco la remolon.
Jungkook miró por encima de su hombro y descubrió el motivo: Tae le estaba mirando hipnotizado el trasero.
Estaba demasiado absorto para darse cuenta de que lo había pillado, así que
Jungkook apretó las nalgas y se rió cuando Tae se sonrojó. Fuera cual fuese el motivo por el que Taehyung había rehuido la intimidad conyugal, no era porque no lo desease.
—¿Te gustaría contarme qué te ha pasado esta noche? —le preguntó, atento y con cautela, al adentrarse en un nuevo terreno para ellos.
Jungkook no estaba acostumbrado a hablar durante sus encuentros amorosos. Y la enorme erección que tenía entre las piernas no lo ayudaba demasiado a concentrarse.
Claro que tampoco podía evitarlo; los ojos de su esposo le estaban quemando la piel.
—¿Por qué?
—Porque es obvio que estás preocupado.
Se dio la vuelta e hizo sentar a Taehyung en una silla, y aprovechó para apartarle la melena que tanto le gustaba ver cómo le caía sobre los hombros.
—Todo esto es tan raro —se quejó Tae con los brazos cruzados modestamente
sobre el pecho, al ver que él sacaba una toalla empapada de dentro de la bañera—.
¿Qué estás haciendo? —le preguntó, al ver que escurría el exceso de agua.
—Ya te lo he dicho —contestó, arrodillándose delante de Tae y, tras colocarle una
mano en una rodilla, le separó ligeramente las piernas.
—¡Para! —Taehyung le pegó en las manos. Jungkook arqueó una ceja e hizo lo mismo, pero con mucha más delicadeza—. Bruto. —Lo miró con los ojos abiertos.
—Descarado. Deja que te limpie un poco.
Los ojos de color jerez de su esposo echaron chispas.
—Ya has hecho bastante, gracias. Y ahora déjame en paz, ya me ocuparé yo de mi aseo.
—Pero si todavía no he empezado —se quejó él.
—Tonterías. Ya has conseguido lo que querías. Olvidémonos de esta noche y
sigamos como estábamos. Jungkook se sentó en los talones.
—Conque ya tengo lo que quería, ¿eh? No te hagas tonto, Tae. —Le apartó los
muslos que Tae intentaba juntar y deslizó la toalla entre ellos—. Todavía tengo que hacer un montón de cosas. No te he tumbado encima de una mesa para follarte desde atrás. No te he lamido los pexones ni tu... —Le pasó la toalla con cuidado por el miembro y el sexo y luego repitió el gesto con la punta de la lengua, deteniéndose un instante en el glande hasta hacerlo salir de su escondite—. Todavía no te he tumbado en la cama y te he poseído como Dios manda. En resumen, todavía no hemos terminado. Ni mucho menos.
—Jeon. —Taehyung lo sorprendió al acariciarle la mejilla con la mano. Lo miró
sincero a los ojos. Y a él le resultó muy excitante—. Empezamos esta relación con un acuerdo. ¿Qué te parece si también la terminamos con uno?
Jungkook entrecerró los ojos, desconfiado.
—¿Qué clase de acuerdo?
—Uno muy placentero. Te daré una noche y te prometo que haré todo lo que
quieras si tú me prometes que cuando salga el sol volveremos a nuestro pacto
original.
Su maldito pene se levantó, dispuesto a aceptar gustoso el trato, pero a él no le
hizo tanta gracia.
—¿Una noche?
Tae estaba loco si creía que a alguno de los dos le bastaría con una noche. En
aquel mismo instante estaba tan excitado como lo había estado antes de eyacular; Tae le afectaba de ese modo.
Volvió a mover la toalla y le separó con dos dedos el anopara poder limpiarlo con
cuidado.
Taehyung era precioso, estaba húmedo y resplandeciente.
Tae movió los dedos hacia el cabello de Jeon y tiró hasta que él levantó la vista y
lo miró a la cara. Deslizó entonces los dedos por sus masculinas facciones; primero le recorrió el arco de las cejas y después los pómulos, por último, los labios. Parecía cansado, resignado.
—Estas arrugas que tienes alrededor de los ojos y de los labios... tendrían que
hacerte parecer mayor, que apagar un poco tu belleza. Y sin embargo consiguen todo lo contrario.
—No tiene nada de malo que me desees, Tae.
Jungkook soltó la toalla y lo abrazó por la cintura. Escondió el rostro en el pecho de Tae, allí donde su perfume era más intenso. Taehyung estaba desnudo en sus
brazos, pero todavía había barreras entre los dos. No importaba lo fuerte que lo
abrazase, no conseguía acercarse lo suficiente.
Volvió la cabeza y capturó un pezón con la boca, lo succionó en busca de
intimidad. Le lamió la punta y se deleitó con su tacto aterciopelado. Tae gimió y le
cogió la cabeza con las manos para acercarlo más.
Jungkook se moría por Tae, hasta le dolía físicamente. Le soltó el pecho y lo cogió
en brazos. Taehyung le rodeó la cintura con las piernas, y él gimió para darle su
aprobación por haber accedido por fin a estar con él.
Aceleró el paso y se dirigió directamente a su dormitorio, la habitación a la que se
había trasladado hacía sólo unas horas; un intento de estar más cerca de Tae, pero que había terminado alejándolo.
Ahora podría oler su perfume en las sábanas. Taehyung le haría entrar en calor y
saciaría su hambre. Lo dejó con cuidado en la cama y notó que se le hacía un nudo en la garganta. Encima de Tae, en el cabezal de la cama, estaba el escudo de su familia.
Debajo, la colcha de terciopelo rojo. Sólo con pensar que iba a disfrutar de los
encantos de su esposo en un lugar tan oficial, Jungkook se excitó todavía más.
—Una noche —murmuró Tae pegado a su cuello.
Él se estremeció, tanto por sentir la respiración de Taehyung sobre su piel como
porque comprendió que no podía poseerlo como de verdad quería. Iba a tener que
seducirla con su cuerpo y demostrarle lo cariñoso y bueno que podía ser, porque tenía que hacerlo cambiar de opinión. Tenía que conseguir que lo necesitase tanto como él a Tae.
Y sólo le había dado una noche para lograrlo.
Taehyung se hundió entre las almohadas con funda de lino que inundaban la cama de Jeon y volvió a percatarse de lo mucho que él había cambiado. Sabía que antes prefería las sábanas de seda y no entendía qué significaba aquel cambio de gustos, pero sí sabía que quería averiguarlo.
Abrió la boca para preguntárselo, pero él capturó sus labios con los suyos y
deslizó la lengua hacia su interior con suma agilidad. Tae gimió y le dio la
bienvenida.
Jeon era duro por todas partes, hasta el último centímetro de su piel dorada era
musculoso. Taehyung no había visto nunca un cuerpo tan masculino y hermoso como el de su marido. Y teniendo en cuenta que Seojoon había sido sumamente atractivo, ése era un cumplido que no decía a la ligera.
—Tae —Jeon suspiró pegado a los labios de Tae, un sonido seductor y muy
sensual—, voy a lamerte todo el cuerpo, voy a besarte por todas partes, te provocaré un orgasmo tras otro durante toda la noche.
—Y yo te haré lo mismo —le prometió Tae, pasándole la lengua por el labio que
antes él se había mordido.
Ahora que había decidido que el objetivo de esa noche era saciar la lujuria de
ambos, Taehyung iba a aplicarse al máximo para lograrlo.
Jeon se apartó un poco para mirarle y Tae aprovechó la oportunidad para volver a
llevar la voz cantante. Colocó un talón en la pantorrilla de él y les dio la vuelta a
ambos para quedar de nuevo encima. Luego se rió cuando Jeon repitió el movimiento y recuperó la ventaja.
—Oh, no seas malo —lo riñó, mirándola con sus risueños ojos azules—. Ya has
estado encima antes.
—No te he oído quejarte.
Él esbozó una sonrisa.
—Todo ha terminado demasiado rápido, no he tenido tiempo de quejarme.
Taehyung arqueó una ceja.
—Yo creo que sencillamente has enmudecido de placer. Jeon se rió. Su torso vibró encima del de Tae y a Taehyung se le tensaron los pezones
en respuesta. Cuando vio que Jeon entrecerraba los ojos, supo que se había dado
cuenta.
—Todo lo que quiera —le recordó él, mientras deslizaba una mano para cogerle
una pierna y separarla un poco más.
Movió las caderas y la punta de su pene penetró dentro de Tae y empezó a
introducirse. Él era tan grande que casi le dolía, pero al mismo tiempo era
maravilloso.
Taehyung se entregó de inmediato, su sexo se relajó y humedeció el prepucio de Jeon
con su deseo. Encogió los dedos de los pies y notó que se le hacía un nudo en el
pecho. El olor de Jeon era exquisito, el aroma del jabón de bergamota había
desaparecido tras el sudor de su primer encuentro sexual.
—Jeon.
Su nombre era tanto una plegaria para que siguiese como una súplica para que
parase. Taehyung no sabía cómo luchar contra aquella repentina sensación de que estaba
conectado a él. Desde la muerte de Seojoon, sus encuentros sexuales se habían basado en el placer, en la búsqueda de la saciedad. Aquello, en cambio, era pura rendición. Jungkook deslizó las manos por debajo de los hombros de Tae y apoyó su peso en los antebrazos para no aplastarlo.
—Vas a decirle a Wooshik que has terminado con él.
Era una afirmación, una orden y aunque una parte de Taehyung quería discutírselo sólo por su arrogancia, otra sabía que tenía razón. Que se sintiese tan atraído hacia Jeon era prueba suficiente de que ya no estaba tan interesado en Wooshik como antes.
A pesar de ello, le dio tristeza asumirlo y giró el rostro para que Jeon no viese
que le escocían los ojos.
Él le besó el pómulo y se hundió un poco más en su interior. Taehyung gimió y
arqueó la espalda, desesperado por olvidar que se había rendido.
—Puedo hacerte feliz —le prometió Jeon pegado a su piel—. Y nunca te faltará
placer, eso te lo aseguro.
Quizá sí pudiera hacerlo feliz, pero Tae no podría hacer lo mismo con él y cuando
Jeon le fuese infiel, la felicidad que ahora sentían se deterioraría rápidamente hasta hacerlos desgraciados.
Taehyung le rodeó las caderas con las piernas y se incorporó un poco sobre el colchón para atraer poco a poco el pene de él. Cerró los ojos y se concentró en notar la maravillosa sensación de tener a Jeon haciéndole el amor. Su miembro era muy largo y ancho. No era de extrañar que todas sus amantes tolerasen sus indiscreciones.
Era un hombre difícil de sustituir.
—¿Prefieres que te folle despacio, Tae? —le preguntó con un ahogado suspiro,
con los brazos temblándole mientras se hundía dentro de Tae—. Dime lo que te gusta.
—Sí... Despacio...
Su voz sonó como un gemido. Le clavó las uñas en la espalda. En realidad le
gustaba de todas las maneras, pero estaba perdiendo la capacidad de razonar a una velocidad alarmante.
Volvió a desplomarse en el colchón y Jeon tomó el control; apretó las nalgas y
fue entrando y saliendo de dentro de Tae muy despacio. A pesar de que hacía poco que lo había poseído, el sexo de Taehyung le exigió que se ganase el derecho a volver a conseguirlo. El miembro de Jeon entró y salió a un ritmo constante, pero cada vez se hundía más y más hondo.
El sudor le cubría la frente y el torso y sus gotas caían sobre el cuello y el pecho
de Taehyung.
—Dios, estás tan apretado —masculló.
Tae contrajo los músculos de las paredes internas de su sexo sólo para
incrementar el tormento de Jeon.
—Vuelve a provocarme y lo lamentarás —le advirtió serio—. No quiero correrme
dentro de ti, pero no pararé. No me detendré por nada del mundo. Me has dado una noche, maldita sea, y estoy dispuesto a aprovecharla.
Taehyung se estremeció. «No pararé». Jeon lo poseería tanto si Tae quería como si no. Sólo con pensarlo se excitó todavía más, como dejó en evidencia el líquido que lubricó su sexo y que permitió que él entrase un poco más.
—Separa más las piernas. —Los labios de él le rozaron la oreja—. Deja que entre
del todo.
Estaba tan lleno de él que incluso le costaba respirar, pero se movió un poco y
notó que el miembro de Jeon la penetrabo hasta el fondo.
—Eres precioso —la halagó, pasando su mejilla empapada de sudor por encima
de la de Tae—. Ahora podemos ir tan despacio como quieras.
Entonces empezó a moverse y le hizo el amor con suma lentitud, con
movimientos deliberados que incluían todo su cuerpo; flexionó el torso encima del de Taehyung, con los muslos apretó los suyos, con los dedos se sujetó de sus hombros.
Tae libró una batalla contra sí mismo para contener los sonidos que amenazaban
con salir de su garganta, hasta que perdió y echó la cabeza hacia atrás para gemir.
—Eso es —le animó él con voz tensa a causa del control que estaba ejerciendo—.
Déjame oír lo mucho que te gusta. —Movió las caderas y lo acarició por dentro.
Taehyung estaba muy húmedo y gritó y le arañó la espalda. Jeon lo arqueó en busca de más y empujó decidido—. Dios mío, Tae...
Tae acompasó el ritmo de sus movimientos a los de él; levantaba las caderas cada vez que Jungkook bajaba las suyas y, con la punta de su miembro, encontró un lugar en su interior que ni siquiera Taehyung sabía que existía. Tae gimió y se retorció de placer, desesperado por la firme cadencia de sus movimientos.
—Más... Dame más...
Jeon se tumbó de lado y los músculos de su abdomen se tensaron; entró y salió
del cuerpo de Tae con mucho más ímpetu y más rápido, con la pelvis golpeando la de Tae con cada flexión.
Era una postura muy íntima, sus cuerpos estaban completamente pegados, sus
rostros se encontraban a escasos centímetros el uno del otro. Sus respiraciones
entrecortadas se mezclaron y los dos se movieron al unísono en busca de un mismo objetivo. Taehyung apoyaba la cabeza en uno de los bíceps de él, que con una mano le sujetaba las nalgas para mantenerle inmóvil y para que pudiese aceptar sus embestidas.
Su mirada azul se clavó en la de Tae, la de él brillaba de lujuria y tenía la
mandíbula firme y los dientes apretados con fuerza. Parecía que estuviese sufriendo y su miembro estaba dolorosamente erecto y excitado.
—Córrete —le ordenó a Taehyung entre dientes—. ¡Ahora!
La amenaza implícita en su tono lo lanzó por el precipicio. Gimió de placer y estuvo a punto de gritar de lo intenso que fue el orgasmo que la sacudió espasmo tras espasmo.
Jungkook apretó los dedos con los que sujetaba a Tae y se introdujo hasta lo más
profundo de Tae. Esperó a que terminase y entonces se apartó y volvió a juntarle las piernas para frotarlo con su miembro por encima de su sexo.
Taehyung se quedó quieto, fascinada con el orgasmo de Jeon, observando cómo su miembro temblaba encima de sus piernas y oyendo cómo cada movimiento iba
acompañado de un gemido, mientras él apretaba los labios entreabiertos contra su
frente.
Aunque Jeon eyaculó encima de la colcha, Taehyung supo que estaba perdido. Ahora lo deseaba, deseaba aquella intimidad que sentía durante el sexo.
Lo odió por recordarle cómo podía ser, por recordarle todo lo que se había
perdido y todo lo que llevaba años evitando. Él lo había convertido de nuevo en
adicto a algo que no tardaría en arrebatarle.
Y empezó a lamentar su pérdida.
Lo primero que hizo que Jungkook abriese los ojos fue el ruido de los sirvientes en
el baño contiguo, pero lo que lo despertó del todo fue el olor a sexo y a flores
exóticas.
Gruñó en voz baja para quejarse por la intromisión y aprovechó para hacer
inventario de la situación en que se encontraba.
Se le había dormido el brazo izquierdo porque Tae lo estaba utilizando de
almohada. Él estaba tumbado de espaldas y tenía las nalgas de su esposo pegadas a la cadera. Tae estaba tapado con una sábana, pero él iba completamente desnudo. No tenía ni idea de qué hora era y tampoco le importaba. Todavía estaba cansado y, a juzgar por el leve ronquido de Taehyung, Tae también.
Se había pasado horas haciéndole el amor y tras cada encuentro, el anhelo que
sentía apenas lograba disminuir. Incluso en esos momentos, su pene estaba
completamente erguido, excitado por el tacto y el olor de Tae. Aunque estaba
exhausto, sabía que no sería capaz de volver a dormirse con una erección como
aquélla.
Se acercó a Tae y apartó la sábana que lo cubría con el único brazo que tenía libre y luego le levantó una pierna para colocarla encima de la de él. Con dedos cariñosos, le buscó ese glorioso agujero entre las nalgas y le acarició el sexo, notando lo hinchado que lo tenía.
Se lamió la punta del dedo índice y después empezó a acariciarle, a trazarle círculos, a atormentarla. Taehyung gimió y, sin demasiadas ganas, intentó
apartarle la mano.
—Más no, maldito seas —farfulló medio dormido y sin mucha coherencia.
Pero cuando él deslizó de nuevo el dedo lo descubrió húmeda.
—Tu orificio no está de acuerdo contigo.
—Esa cosa es tonta de remate. —Volvió a empujarle el brazo, pero Jeon se
acercó más y lo abrazó—. Estoy exhausto y es por tu culpa. Eres un hombre horrible. Déjame dormir.
—Así lo haré, tesoro —le prometió, besándole el hombro. Movió las caderas
cerca de Tae para que notase lo mucho que lo necesitaba—. Deja que me ocupe de esto y podremos dormir el resto del día.
Tae gimió encima del brazo que utilizaba de almohada.
—Soy demasiado mayor para ti, Jeon. No puedo seguir tu ritmo ni saciar tu apetito.
—No digas tonterías. —Le deslizó una mano entre las piernas y colocó su pene
en posición—. No tienes que hacer nada. —Le mordió el hombro con delicadeza y se abrió paso en su interior con movimientos lentos y certeros.
Todavía medio dormido y embriagado por la sensación de estar dentro de Taehyung, sus movimientos se tornaron lánguidos. Le acarició el glande con los dedos y enterró el rostro en su melena.
—Quédate aquí tumbado y córrete. Hazlo tantas veces como quieras.
—Oh, Dios —suspiró Tae, humedeciéndose para darle la bienvenida.
Gimiendo en voz baja, colocó una mano encima de la muñeca con la que Jeon lo
estaba masturbando.
Demasiado mayor para él. Aunque Jungkook había desechado la idea por ridícula, la diminuta parte de su cerebro que no estaba perdida en el maravilloso polvo que
estaba echando se preguntó si a Tae eso le preocupaba de verdad o si sólo era por las habladurías que circulaban en la buena sociedad.
A él no le preocupaba lo más mínimo, eso seguro. ¿Tendría aquello algo que ver
con la reticencia de Tae? ¿De verdad creía que era incapaz de satisfacerlo? ¿Era por eso por lo que había insistido en que se buscase una amante? Si así era, entonces sus exigencias sexuales no lo estarían ayudando demasiado. Quizá debería...
El sexo de Tae se apretó alrededor del de él y Jungkook dejó de pensar. Aumentó la presión sobre el pene de Taehyung y gimió cuando notó que Tae alcanzaba el orgasmo con un delicado gemido. Jamás se saciaría de aquella sensación. Tae se ajustaba como un guante a él y cuando alcanzaba el clímax lo apretaba con sus espasmos. Era como si ese guante lo apretase rítmicamente.
A modo de respuesta, su miembro se excitó todavía más Taehyung arqueó la
espalda contra el torso de él.
—Dios, Jeon, no te excites más.
Jungkook la mordió con un poco más de fuerza.
Quería meterse del todo dentro de Tae, follarlo hasta que perdiese el sentido,
hacerlos gritar a ambos de placer. Quería que Tae le clavase las uñas en la espalda, notar su melena empapada de sudor, dejarle las marcas de sus dientes en los pezones.
Taehyung lo volvía loco y, hasta que el animal que habitaba dentro de él recuperase su libertad y lo devorase, jamás se saciaría.
Resumiendo, iban a tener que follar muchísimo, pensó, ocultando su rostro
torturado entre el cabello de Taehyung. Un objetivo que sospechaba que no iba a
resultarle nada fácil, teniendo en cuenta lo dolorido y cansado que debía de estar.
Además, había que tener en cuenta lo obstinado que era y que seguía creyendo que él era demasiado joven. Y eso que Jungkook todavía no tenía ni idea de cuáles podían ser sus otras objeciones. Y tampoco podía olvidarse de su maldito acuerdo. Ni de Wooshik...

Los obstáculos que se interponían entre los dos empezaban a amontonarse y
gimió desesperado. No tendría que resultarle tan difícil seducir a su propio esposo.
Pero cuando notó que Taehyung se derrumbaba entre sus brazos, que su cuerpo
temblaba pegado al suyo y que gritaba su nombre al alcanzar el orgasmo, supo, igual que lo había sabido el día en que lo vio por primera vez, que por Tae valía la pena luchar.


Yo no se ustedes pero quien no quisiera ser desead@ por un hombre tanto como Jeon desea a Taehyung , les deseo que al menos una vez en su vida sean el motivo de una pasión tan profunda y un amor tan abrasador , cuídense y manténganse sanos, no olviden puchar el corazón :)

Pd: si si , los donceles tienen cabello largo y precioso por su atención gracias.

Un extraño en mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora