Taehyung se detuvo en el vestíbulo de su casa al oír unas voces masculinas. Una hablaba rápido y nerviosa; la otra, de su marido, sonaba calmada e imperturbable. La puerta del despacho de Kook estaba cerrada. Si hubiese estado abierta, Taehyung se habría acercado a curiosear.
—¿Quién está con lord Jeon? —le preguntó al mayordomo, cuando éste le
cogió el sombrero y los guantes.
—Lord HoSeok Jeon, su Señoría. —El hombre hizo una pausa y añadió—: El
señor ha llegado con su equipaje.
Taehyung parpadeó atónito, pero ese gesto fue lo único que delató lo sorprendido que se había quedado. Asintió sin darle más importancia y fue a la cocina para asegurarse de que la cocinera estaba al tanto de que iba a tener otra persona para cenar.
Luego subió arriba, dispuesta a descansar un rato. Estaba exhausto, tanto porque
la noche anterior apenas había dormido como porque se había pasado horas hablando de tonterías con unas personas que luego la criticaban a sus espaldas.
Se suponía que Yoongi iba a acompañarlo para darle ánimos y hacerle compañía,
pero él también parecía distraído y no paraba de mirar al grupo de invitados, como si estuviese buscando a alguien. Probablemente un modo de escapar de allí dedujo Taehyung.
Con la ayuda de su doncella, se desvistió y se quedó sólo con las medias y la
camisola y luego se soltó el pelo. Unos segundos después de tumbarse, se quedó
dormido y soñó con Kook.
Le llamaba con su voz pecaminosa. Tenía los labios húmedos y calientes y los
movía sobre sus hombros. La mano con que lo estaba acariciando también estaba
caliente y las asperezas de su palma le hacían cosquillas a través de la seda que le cubría las piernas.
Su corazón le aconsejó que lo rechazase Taehyung levantó un brazo para apartarlo. «Te necesito», le dijo él emocionado.
A tae le hirvió la sangre de deseo y gimió. Todas y cada una de sus terminaciones
nerviosas estaban alerta y ansiosas por sentir el placer que sólo Kook sabía darle. Era un sueño y no quería despertarse. Nada de lo que hiciera dormido podría afectarlo en el mundo real.
Dejó caer la mano.
«Buena chico», dijo él con los labios pegados a su oído.
Le levantó el muslo y deslizó el suyo entre sus piernas.
—Hoy te he echado de menos.
Taehyung recuperó la conciencia al instante.
Y descubrió que tenía a un Jeon muy real y completamente excitado tumbado
a su espalda.
—¡No! —Se movió nervioso hasta conseguir apartarse de él y sentarse. Y
entonces se quedó mirándolo—. ¿Qué estás haciendo en mi cama?
Él se tumbó boca arriba y entrecruzó los brazos debajo de la cabeza, sin
avergonzarse de su erección. Llevaba los botones del cuello de la camisa
desabrochados y unos sencillos pantalones, sus ojos azules brillaban de deseo y algo más. Estaba insoportablemente atractivo.
—Iba a hacerle el amor a mi esposo.
—En ese caso, te pido que desistas de tu intento. —Cruzó los brazos bajo el
pecho y él desvió la mirada hacia ello. Sus malditos pezones se excitaron al notarlo
—. Teníamos un acuerdo.
—Yo nunca te dije que lo aceptara.
Taehyung se quedó boquiabierto.
—Trae aquí esa boca —murmuró él, entrecerrando los ojos.
—Eres terrible.
—Eso no es lo que decías anoche. O esta mañana. Creo recordar que tus palabras exactas han sido: «Oh, Dios, Kook, me gusta mucho».
Le temblaron los labios del esfuerzo que hacía para no reír.
Taehyung le lanzó una almohada.
Kook se rio y se la puso debajo de la cabeza.
—¿Qué tal has pasado la tarde?
El suspiró y se encogió de hombros, terriblemente consciente de su cercanía.
—Lady Marley había organizado un almuerzo.
—¿Ha sido agradable? Te confieso que me sorprende que hayas conseguido
arrastrar a Min a un evento de esa clase.
—Quiere que le haga un favor.
—Ah, chantaje. —Sonrió—. Me encanta.
—No me extraña, eres un hombre muy malo. —Cogió otra almohada y se tumbó
en el lado opuesto al de él—. ¿Te importaría acercarme la bata?
—Ni lo sueñes —contestó, negando con la cabeza.
—No tengo ningún interés en aumentar tu ya considerable apetito sexual —señaló
tae, cortante.
Kook le cogió la mano y le besó la punta de los dedos.
—Me excito sólo con pensar en ti. Al menos, de esta manera disfruto de unas
vistas espectaculares.
—¿Y qué tal tu día? ¿Mejor que el mío? —le preguntó, esforzándose por ignorar
cómo le quemaban sus besos.
—Mi hermano ha venido para quedarse una temporada con nosotros.
—Eso he oído. —Se le ponía la piel de gallina a medida que él iba acariciándole
la palma de la mano—. ¿Ha sucedido algo malo?
—¿Algo malo? No exactamente, pero al parecer está descontrolado.
—Bueno... es normal a esa edad —dijo tae, pero al mirar a Kook vio que estaba
preocupado de verdad—. Estás muy serio. ¿Tu hermano se ha metido en algún lío?
—No. —Se tumbó de nuevo de espaldas y se quedó mirando el techo—. Todavía
no ha contraído ninguna deuda importante y tampoco ha hecho enfadar a ningún
marido, pero va camino de conseguirlo. Tendría que haber estado aquí para guiarlo, pero para variar, antepuse mis necesidades a las de todos los demás.
—No puedes culparte de eso —contestó Taehyung—. Es normal que un chico de su edad haga locuras.
Kook se quedó inmóvil y volvió la cabeza para mirarlo con los ojos entrecerrados.
—¿Un chico de su edad?
—Sí.
Taehyung retrocedió cauteloso.
—HoSeok tiene la misma edad que tenía yo cuando nos casamos. ¿Creías
entonces que yo era un chico? —Se tumbó encima de tae y lo presionó contra el
colchón—. ¿Sigues creyendo que soy un chico?
A tae se le aceleró el corazón.
—Kook, en serio...
—Sí, en serio —repitió él con la mandíbula apretada, mientras le deslizaba una
mano por debajo de las nalgas para levantarle las caderas y acercarlo a él. Movió las caderas y acarició su preciosa entrepierna con su miembro—. Quiero saberlo. ¿Crees que no soy un hombre porque soy más joven que tú?
Taehyung tragó saliva y tensó el cuerpo debajo del de Kook.
—No —confesó con un suspiro.
Su siguiente bocanada de aire la inundó de su aroma.
Jeon era viril, temperamental y todo un hombre sin lugar a dudas.
Él se quedó mirándolo largo rato, excitándose por segundos entre las piernas de
tae. Bajó la cabeza y capturó su boca, mientras con la lengua le separaba los labios.
—Quisiera pasarme el día haciendo esto.
—Te has pasado el día haciendo esto.
Se sujetó de la colcha para evitar tocarlo.
Kook apoyó la frente en la de él y se rio.
—Espero que no tengas ninguna objeción a que HoSeok se quede.
—Por supuesto que no —le aseguró y consiguió esbozar una sonrisa, a pesar de la fuerte atracción que estaba sintiendo. ¿Qué diablos iba a hacer con su esposo? ¿Y con el misma? La única esperanza que le quedaba era confiar en que la visita de HoSeok distrajese a Kook y éste se olvidase de seducirlo.
¿Cuánto tiempo más iba, si no, a poder resistirlo?
—Gracias.
Le acarició los labios con los suyos y después lo levantó para que Taehyung quedase tumbado encima de él.
Tae frunció el cejo, confuso.
—No tienes por qué darme las gracias. Ésta es tu casa.
—Nuestra casa, Tae. —Se acomodó en las almohadas y, cuando el intentó
apartarse, lo sujetó por la cintura—. Quédate aquí.
Taehyung abrió la boca para discutírselo, pero al ver que seguía estando preocupado, se detuvo.
—¿Qué pasa? —le preguntó antes de poder pensarlo, y le acarició la mejilla con
una mano.
Kook giró el rostro en busca de su caricia y suspiró.
—HoSeok me ha dicho que soy su héroe.
—Qué cosa tan bonita —contestó Tae levantando las cejas.
—No lo es. En absoluto. Verás, para él sigo siendo el hermano que conocía. Ése
es el hombre que está emulando junto con sus amigos. Beben cantidades ingentes de alcohol y se mezclan con gente de dudosa reputación y no se preocupan lo más mínimo por las consecuencias que puedan tener sus actos en los demás. Me ha dicho que todavía no había conseguido tener dos amantes a la vez, pero que lo está intentando.
Taehyung hizo una mueca de dolor y se le encogió el estómago al recordar lo salvaje que era Kook. Quizá ahora pareciese exteriormente más pulido, pero en su interior seguía siendo igual de peligroso. Esos días no había tenido más remedio que quedarse en casa con Tae porque no tenía ropa, pero pronto volvería a salir libremente por ahí. Y cuando eso sucediera, todo cambiaría.
Él le mordió la palma de la mano y clavó los ojos en los suyos.
—Le he dicho que lo que tiene que hacer es buscarse alguien como tú. Tú
cuestas mucho más que mantener a dos amantes, pero vales hasta la última moneda.
—¡Jeon!
—Es verdad. —Le sonrió seductor.
—Eres incorregible, milord —le dijo, pero tuvo que morderse el interior de la
mejilla para no perder la seriedad.
Las manos de él se apartaron de su cintura y buscaron la curva de su espalda.
—Te he echado de menos, mi querido Tae, durante estos cuatro años. —Le cogió
por los hombros y tiró de Tae con suavidad, pero con firmeza, para acercarlo a su
torso—. Quiero empezar de cero. Tú eres todo lo que tengo y estoy agradecido de que me sobre con eso.
El corazón de Taehyung se llenó de ternura hacia aquel hombre.
—Haré cualquier cosa que necesites... —Abrió los ojos horrorizado al ver que él
se reía—. Me refería a ayudarte con lo de tu hermano. No a... —Arrugó la nariz y
Kook se rio todavía más—. Eres un hombre horrible.
—No te referías al sexo. Lo sé. —Le pasó la boca por el cabello Taehyung notó que su torso se expandía debajo de Tae—. Ahora tú tienes que entender lo que yo estaba intentando decirte. —Lo cogió por las nalgas y la movió por encima de su rígido miembro. Pegando los labios a su oído, susurró—: Me muero por ti, por tu cuerpo, por tu olor, por los sonidos que haces cuando follamos. Si crees que voy a negarme esos placeres, es que te has vuelto loco. Como una cabra.
—Para —le dijo Tae, pero su voz carecía de convicción.
Estar encima de él era como estar encima de una estatua caliente de mármol;
rígida, dura, sólida. Taehyung estaba casi convencido de que Kook podía cuidar de él, protegerlo, ser su brújula, pero conocía demasiado bien a los hombres como él. No iba a echarle nada en cara, sencillamente se limitaría a aceptarlo como era.
—Haré un trato contigo, mi querida esposo.
Tae levantó la cabeza y se quedó sin aliento al ver el fuego que ardía en los ojos
de él y lo sonrojadas que tenía las mejillas.
—Tú nunca cumples tu parte del trato, Jeon.
—Éste sí. El día que dejes de desearme será el mismo día que yo deje de desearte a ti.
Taehyung se quedó mirándolo y, al ver el modo en que enarcaba una ceja, suspiró
exageradamente.
—¿Puedes hacer que te salgan verrugas?
Kook parpadeó confuso.
—¿Qué has dicho?
—O comer más de la cuenta. O tal vez podrías dejar de bañarte.
Él se rio.
—No voy a hacer nada que me haga parecerte menos atractivo. —Le pasó los
dedos por el cabello con cuidado y le sonrió con ternura—. Yo también te encuentro irresistiblemente atractivo.
—Antes nunca te fijabas en mí.
—Eso no es verdad y lo sabes. Soy como el resto de los hombres, nunca he sido
inmune a tus encantos. —Apretó la mandíbula—. Y por ese motivo he decidido que HoSeok te acompañe esta noche.
—Tu hermano no tiene el más mínimo interés en asistir a los aburridos actos a los
que me he comprometido —se rio Tae.
—Ahora sí lo tiene.
Taehyung se tomó un segundo para asimilar la intensidad que desprendía su tono de voz y después se apartó de él y salió de la cama. El mero hecho de que la dejase apartarse sin discutir la puso alerta.
—¿Y también vas a decirme a qué hora tengo que volver a casa? —le preguntó
ofendido.
—A las tres.
Kook se incorporó sobre las almohadas y se cruzó de brazos. Tanto sus palabras
como su postura evidenciaban que la estaba desafiando.
Taehyung aceptó el reto.
—¿Y si no estoy aquí a esa hora?
—Entonces iré a buscarte, tesoro —le contestó con dulzura—. No tengo intención
de perderte ahora que te he encontrado.
—No puedes hacerme esto, Kook.
Comenzó a caminar de un lado a otro del dormitorio.
—Puedo y lo haré, Tae.
—No soy de tu propiedad.
—Sí lo eres.
—¿Y esa posesión es mutua, también puede aplicársete a ti?
—¿Qué es exactamente lo que me estás preguntando? —Kook frunció el cejo.
Taehyung se detuvo junto a la cama y puso los brazos en jarras.
—¿Tú también volverás a casa a las tres cuando yo no te acompañe?
Él arrugó todavía más la frente.
—Si tú no has vuelto a la hora prevista, ¿tendré derecho a ir a buscarte hasta
encontrarte? ¿Podré entrar en cualquier lugar de mala nota donde te hayas metido y arrancarte de los brazos de tu amante?
Él se puso en pie despacio, como un depredador.
—¿Es eso lo que estás buscando tú? ¿Un amante?
—No estamos hablando de mí.
—Sí, sí estamos hablando de ti.
Rodeó la cama y se acercó a Tae descalzo. De algún modo, a Taehyung ese detalle le resultó sumamente erótico, lo que sirvió para enfurecerlo aún más.
Aquel hombre era todo lo que no quería y, sin embargo, lo quería más que a nada
en el mundo.
—No estoy obsesionado con el sexo, Jeon, que es lo que has insinuado con esa pregunta.
—Puedes estar tan obsesionado como quieras. Siempre que sea conmigo.
—No puedo mantener tu ritmo —se burló Tae, retrocediendo un poco—. Y a la
larga encontrarás quien si pueda.
—¿Por qué te preocupa lo que suceda «a la larga»? —Lo contempló con fijeza a
medida que iba acercándose—. Olvídate del pasado y del futuro. Si he aprendido algo durante los últimos cuatro años, es que lo único que importa es el presente. Este momento.
—¿Y qué tiene eso de distinto del modo en que te comportabas antes?
Lo esquivó tan rápido que casi se golpeó con la puerta de su tocador. Kook lo
cogió por la cintura y Tae se quedó sin aliento. Lo notó pegado a su espalda, duro,
excitado, y los recuerdos la sobrecogieron.
—Antes —le dijo él al oído—, toda mi vida podía esperar al día siguiente. Podía
esperar para visitar mis propiedades, reunirme con mi administrador, ver a Beck. Pero a veces el día siguiente no llega nunca, Tae. Algunas veces, lo único que tenemos es hoy.
—¿Ves lo distintos que somos? Yo siempre pienso en el futuro y en si las
consecuencias de los actos de hoy me perseguirán el día de mañana.
Él utilizó la mano libre para tocarle los pechos. Taehyung gimió en contra de su
voluntad.
—Yo te perseguiré. —Kook lo rodeó por completo, lo dominó, lo provocó con sus
seductoras caricias—. No soy tan tonto como para encerrarte en una cárcel, Tae. Y menos ahora que estamos casados. —Maldijo entre dientes y lo soltó—. Pero te lo recordaré tan a menudo como sea necesario.
Tae se volvió para mirarlo, su piel echaba de menos su tacto.
—No permitiré que me vigiles como si estuviese prisionero.
—No tengo intención de coartar tu libertad.
—Entonces ¿qué pretendes?
—Dentro de poco, todos los caballeros sabrán que ya no estás con Wooshik y
empezarán a merodear a tu alrededor y, de momento, yo no puedo hacer nada al
respecto.
—¿Quieres marcar tu territorio? —le preguntó distante.
—Quiero protegerte. —Kook entrelazó los dedos tras la nuca y estiró los brazos.
A Taehyung de repente le pareció que estaba exhausto—. He vuelto con el único
propósito de ser tu esposo de verdad. Te lo he dicho desde el principio.
—Por favor. Ya hemos hablado de este asunto hasta la saciedad.
—Hazlo por mí, tesoro —le pidió cariñoso—. Un día detrás de otro, es lo único
que te pido. No me dirás que sea pedirte demasiado.
—Yo ya he dicho...
—¿Y cómo se supone si no que vamos a vivir juntos? Contéstame a eso. —Se le
quebró la voz y soltó los brazos—. Deseándonos el uno al otro... hambrientos... Yo me muero por ti. Me muero.
—Lo sé —susurró Tae, notando la gran distancia que los separaba a pesar de lo
cerca que estaban físicamente. Temblaba de deseo, tenía los pechos muy duros y la entrada húmeda, aunque aún la sentía algo dolorida—. Y yo no puedo salvarte.
—Yo tampoco puedo salvarte a ti. Apenas hemos pasado unas horas juntos. No
me has dado el tiempo suficiente.
Se acercó a la puerta para irse.
—Todavía no hemos acabado de hablar de tu norma de las tres de la madrugada,
Jeon.
Él se detuvo, pero no lo miró. A la luz de las velas, su cabello brillaba con la misma vitalidad que lo definía como persona.
—Estás aquí de pie, sólo con tu camisola y las medias, excitado, con tu cuerpo
suplicándome que lo folle. Si me quedo un segundo más, eso es exactamente lo que voy a hacer.
Taehyung dudó un segundo y levantó el brazo hacia la tensa espalda de él. Un gesto de debilidad que consiguió contener en el último momento.
«¿Cómo, si no, vamos a vivir juntos?»
No podían vivir juntos. No durante mucho más tiempo.
Dejó caer la mano.
—Volveré a casa a las tres.
Kook asintió y se marchó sin mirarlo.
Jeon miró a HoSeok, sentado al otro lado del escritorio, y soltó el aire que contenía. En esos momentos su vida era demasiado complicada. Desde su regreso a Londres, los únicos instantes en que se había sentido relativamente en paz habían sido cuando hablaba con Tae.
No cuando discutían. Cuando hablaban.
Deseó con todas sus fuerzas poder entenderlo. ¿Por qué estaba tan decidido a
poner punto final a su relación justo ahora que habían empezado a tenerla de verdad?
Para él eso tenía tanto sentido como llevar un impermeable todo el verano sólo
porque tarde o temprano terminaría lloviendo.
—Esto no es lo que me había imaginado cuando accedí a venir a vivir contigo —
se quejó su hermano sacudiendo la cabeza.
Llevaba el cabello demasiado largo y un mechón le caía sobre la frente; Jeon
estaba convencido de que a las mujeres y donceles eso les encantaba y que querrían apartárselo.
Lo sabía porque él había llevado ese peinado por ese mismo motivo.
—Creía que tú y yo saldríamos juntos por la ciudad —añadió el chico.
—Y lo haremos, cuando tenga el vestuario adecuado. Mientras tanto, te envidio
porque tendrás la suerte de disfrutar de la compañía de Su señoría Jeon durante toda la. Lo pasarás muy bien, te lo aseguro.
—Sí, pero tenía intención de pasar la noche en compañía de alguien con quien
pudiese acostarme.
—Escoltarás a mi esposo de vuelta a casa no más tarde de las tres y después eres libre para hacer lo que te plazca.
Estuvo a punto de decirle que aprovechase bien la noche, porque iba a ser la
última que iba a tener libre, pero se mordió la lengua.
—Madre lo odia, lo sabes, ¿no? —le dijo HoSeok e hizo una pausa antes de
seguir—: Lo odia de verdad.
—¿Y tú?
El joven abrió los ojos como platos.
—¿De verdad quieres saber mi opinión?
—Por supuesto. —Jeon se apoyó incómodo en el respaldo de la silla y se
recordó que tenía que deshacerse de Tae cuando redecorasen el despacho—. Siento curiosidad por saber qué opinas de mi esposo. Al fin y al cabo, vas a vivir bajo el mismo techo que Tae y, por tanto, tus opiniones me interesan.
HoSeok se encogió de hombros.
—Todavía no he decidido si te envidio o te compadezco. No tengo ni idea de
cómo una noble ha terminado teniendo un cuerpo como el de Tae. Tae es guapo, pero no del modo como lo son las mujeres y donceles de alta cuna. Ese pelo. Esa piel. Esos pechos. Y Dios santo, ¿de dónde ha sacado esos labios? Sí, daría una fortuna alguien así en mi cama. Pero ¿casarme con Tae? —Negó con la cabeza—. Y, sin embargo, tanto tú como Seojoon buscasteis los placeres fuera del lecho matrimonial.
¿Puedes explicarme por qué?
—Pura idiotez.
—¡Ja! HoSeok se rio y se encaminó hacia la mesa donde estaban las botellas de licor. Se sirvió una copa, volvió al escritorio y apoyó la cadera en la mesa de caoba. Tenía la delgadez propia de la juventud y Jeon se dedicó a observarlo intentando ver qué habría visto Tae en sí mismo cuando se casaron. Quizá estar a diario con HoSeok ayudaría a su causa. Seguro que Tae se daría cuenta de lo distinto que era él ahora.
—Y, bueno, no tengo ganas de ofenderte, Kook, pero yo prefiero a quien me prefiere a mí.
—Quizá eso habría sido posible si yo me hubiese quedado con Tae.
—Cierto. —Vació la copa y la dejó en la mesa para cruzarse de brazos—. ¿Vas a
volver a introducirlo en la familia?
—Nunca ha estado fuera.
—Si tú lo dices —contestó su hermano escéptico.
—Lo digo. Y espero que te quedes toda la noche al lado de Tae. Mantente alejado
de las partidas de cartas y controla tus libidinosos impulsos hasta que la hayas traído de vuelta a casa sano y salvo.
—¿Qué es lo que crees exactamente que le puede pasar?
—Nada, porque tú estarás con él.
Jeon se puso en pie al distinguir la atractiva silueta de Tae en la puerta. Llevaba
un vestido rosa pálido que debería darle un aspecto inocente, pero lo que conseguía era resaltar su vibrante sensualidad. Los pechos se le distinguían a la perfección sobre el lazo que le marcaba la cintura. Jeon pensó que parecía un caramelo cubierto de azúcar. Un caramelo que quería lamer y devorar hasta hartarse.
Soltó el aliento al notar que sólo con verlo reaccionaba de un modo tan instintivo
y primario. Quería cogerle en brazos y echárselo sobre el hombro, subir corriendo la escalera y follar con el cómo conejos. La imagen era tan absurda que no pudo evitar reírse, además de gemir frustrado.
—Oh, vamos —dijo Tae con una sonrisa—, no tengo tan mal aspecto.
—Dios santo —exclamó HoSeok dando un paso hacia adelante para cogerle una
mano y llevársela a los labios—. Necesitaré una espada para mantenerlos alejados de ti. Pero no temas, mi querido cuñado, te protegeré hasta mi último aliento.
La suave risa de Taehyung flotó por el despacho e hizo que Jeon se plantease si
debía dejarlo marchar. Él no era celoso por naturaleza, pero Tae se resistía a
reconocer la conexión que existía entre los dos y que él tanto necesitaba. Y notar que ocupaba un lugar tan precario en la vida de su esposo lo llenaba de ansiedad.
—Muy galante de su parte, lord HoSeok. —Tae le devolvió la sonrisa—. Hace
mucho tiempo que no disfruto de la compañía de un reputado seductor.
El modo en que el joven la miró tras oír el halago, hizo que Jeon apretase los
dientes.
—Me tomaré como un reto personal que eso no vuelva a pasar.
—Y lo harás admirablemente, de eso no tengo ninguna duda.
Jeon carraspeó y Tae y HoSeok lo miraron. De algún modo consiguió esbozar
una sonrisa y los ojos de Tae brillaron al verla. Las palabras que iba a decir quedaron prisioneras en su boca. Jeon estaba desesperado por decir algo que consiguiese que Tae se quedase en casa, cualquier cosa, lo que fuese, y no tener que pasar la noche solo.
El aire de sus aposentos olía a Tae y sólo servía para que él fuese todavía más
consciente de lo vacía que estaba la casa sin la vibrante presencia de su esposo.
Suspiró resignado y le tendió la mano. Todos y cada uno de los músculos de su
cuerpo se tensaron cuando Tae colocó los dedos enguantados encima de su palma.
Kook lo acompañó hasta la puerta y lo ayudó a ponerse el abrigo, luego fue a la
ventana del despacho para ver cómo se alejaba el carruaje.
Taehyung le pertenecía, con la misma certeza que le pertenecía aquella casa. Nada ni nadie podría arrebatárselo. Pero no quería mantenerlo a su lado a la fuerza. Quería ganarse su cariño, igual que se había ganado el respeto de los aldeanos que vivían en sus propiedades.
El orgullo siempre circula en ambas direcciones y hasta que Jeon no trabajó
hombro con hombro con los campesinos de sus fincas, hasta que no se puso sus
mismas ropas, hasta que no asistió a sus fiestas o comió invitado a sus mesas, ellos no sintieron ningún respeto por él.
Sólo lo tenían por un lord al que pagaban sin sentir ninguna lealtad.
Sin duda, sus métodos habían sido extremos y cada vez que cambiaba de
propiedad y se dirigía a una nueva finca, tenía que empezar el proceso de cero. Pero ganarse el respeto y la confianza de toda aquella gente había sido terapéutico. Le había dado la oportunidad de encontrar un hogar, un lugar al que pertenecer; dos cosas que antes nunca había tenido.
Y ahora sabía que todo eso había sido sólo un mero entrenamiento. Aquél era su
hogar de verdad. Y si lograba encontrar el modo de compartirlo con Taehyung, en todos los sentidos, si era capaz de contener su pasión el tiempo suficiente y dominar los primarios instintos que lo quemaban por dentro, entonces quizá al fin pudiese ser feliz.
Y ése sí que era un objetivo por el que valía la pena luchar.
—Le ha dejado plantado, ¿no es así, lord Wooshik? —preguntó una voz infantil detrás de él. John giró la cabeza apartando la vista de Taehyung, que estaba en el otro extremo del salón, y le hizo una reverencia a la preciosa morena que le había hablado.
—Lady Jiso, es un placer saludarla.
—Jeon ha estropeado su pequeño arreglo —dijo seductora, apartando la
mirada de él para mirar a Taehyung—. Mire con qué celo la protege lord HoSeok. Usted sabe tan bien como yo que él no estaría aquí si Jeon no se lo hubiese ordenado.
Me pregunto por qué no ha venido en persona.
—No tengo ningún interés en hablar de lord Jeon —contestó Wooshik entre
dientes e, incapaz de contenerse, volvió a mirar a su antigua amante.
Seguía sin entender cómo era posible que las cosas hubiesen cambiado tanto en
tan poco tiempo. Sí, él había notado que Taehyung estaba cada vez más inquieto, pero su amistad era sólida y el sexo siempre había sido muy satisfactorio.
—¿Ni si le digo que hablando de él podrá recuperar las atenciones de su señoría Jeon?
Wooshik giró la cabeza hacia la dama. La viuda de Kim llevaba un vestido de
color rojo sangre que hacía imposible que pasase inadvertida. A lo largo de la velada, él mismo se había fijado en Tae varias veces, en especial después de darse cuenta de que llevaba rato mirándolo.
—¿De qué está hablando?
Los labios de color carmín de la dama esbozaron una deslumbrante sonrisa.
—Yo quiero a Jeon. Usted quiere a su esposo. A ambos podría resultarnos útil
trabajar en equipo.
—No tengo ni idea de a qué se refiere.
Pero estaba intrigado. Y ella lo sabía.
—No pasa nada, cariño —le dijo zalamera—. Deja que yo me encargue de todo.
—Lady Kim...
—Somos aliados. Llámame Jiso.
A juzgar por el modo en que levantó el mentón y por el brillo de sus ojos de color
jade, Wooshik dedujo que sabía lo que se hacía. Volvió a mirar a Taehyung y Lo pilló mirándolo mordiéndose el labio inferior. Su orgullo se recuperó un poco.
Jiso le deslizó una mano sobre el antebrazo.
—Vamos a dar un paseo y te contaré lo que tengo planeado...
Por trabajo ayer no pude actualizar , en compensación les traigo un mini maratón , espero les guste, no olviden puchar el corazon y dejarme sus comentarios , manténganse saludables :)
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Un extraño en mi cama
HistoryczneAdaptación de un extraño en mi cama de la autora Silvia Day El doncel kim Taehyung y lord Jeon Jungkook, marqués de Busan, son la pareja más escandalosa de todo corea. Tienen en común una lujuria desmedida, un gran ingenio, una provocativa reputaci...