capitulo 14

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Había miles de excusas que podrían explicar por qué Yoongi estaba de pie en medio del jardín de los Lee en plena noche. Pero el verdadero motivo era sólo uno. Y era el doncel que en aquel instante se estaba acercando a él con una tímida sonrisa en los labios.
-Esperaba encontrarte aquí -le dijo Minie, tendiéndole ambas manos, que llevaba sin guantes.
Yoongi se mordió las puntas de los dedos de uno de los suyos para quitárselo y poder sentir su piel sin ningún impedimento. Ese contacto tan inocente y tan casto consiguió que le quemase la piel e hizo lo que nunca haría un caballero: tiró y lo acercó a él.
-Oh, vaya -suspiró Minie con los ojos abiertos-. Me gusta cuando actúas como un canalla.
-Haré algo más si sigues buscándome -le advirtió.
-Creía que eras tú el que me estaba buscando a mí.
-Tendrías que mantenerte alejado de mí, Minie. Al parecer, en lo que a ti respecta, he perdido el sentido común.
-Y yo soy un doncel al que le encanta, o incluso necesita, ver que un hombre atractivo pierde la cabeza por él. A mí nunca me pasan estas cosas, ¿sabes?
La conciencia de Yoongi estaba perdiendo la batalla, así que colocó una mano en la nuca de Minie y movió su labios en busca de los de Jimin. Era tan ligero, tan delgado, pero sin embargo se puso de puntillas y le devolvió el beso con tanto ardor que casi lo tiró al suelo.
El suave perfume de Minie se mezclaba con el de las flores de esa noche y Yoongi quería empaparse en él, meterse en la cama impregnado de aquel aroma.
Esa noche, llevaba una ropa distinta, con un precioso vestido de seda dorada que resaltaba sus curvas a la perfección. Ahora que sabía que necesitaba protegerse de los cazafortunas, Yoongi entendía perfectamente que Minie sintiese la necesidad de pasar desapercibido y que, para lograrlo, se pusiese vestidos horribles y se escondiese en los jardines.
-¿Eres consciente de cómo terminarán estos encuentros? -le preguntó él en voz baja, tras levantar la cabeza.
Minie asintió. El pecho le subía y bajaba de prisa pegado al torso también descontrolado de Yoongi.
-¿Y sabes también cómo no pueden terminar? Hay ciertos límites que, dado mi
estatus social, tengo que respetar. Supongo que debería asumirlos con elegancia e irme de aquí, pero soy débil y...
Jimin lo silenció colocándole un dedo en los labios, mientras su rostro se iluminaba con una sonrisa.
-Adoro que no quieras casarte conmigo -le dijo entonces-. Para mí eso es una ventaja, no un inconveniente.
-¿Disculpa? -le preguntó Yoongi, atónito.
-Así no tengo ninguna duda de que es a mí a quien deseas, no mi dinero. Te aseguro que con eso me basta.
-¿Ah, sí? -dijo él, atragantándose con las palabras de lo excitado que estaba.
Todavía no lograba entender por qué diablos aquel doncel le causaba ese efecto.
-Sí. A los hombres con tu aspecto, las personas con el mío nunca les parecen atractivas.
-Idiotas todos ellos. -La convicción de su voz era genuina.
Minie descansó la mejilla en el torso de él y se rio suavemente.
-Claro. Por eso mismo es un misterio que los hombres como lord Jeon se enamoren de personas como su señoría Jeon cuando yo estoy en la misma habitación. Yoongi se puso tenso y se quedó atónito al notar que estaba celoso.
-¿Te sientes atraído por Jeon?
-¿Qué? -Minie se apartó un poco-. Bueno, es innegable que me parece atractivo. Dudo que exista una persona a la que no se lo parezca. Pero no me siento atraído por él, no.
-Oh... -Se aclaró la garganta.
-¿Cómo piensas seducirme?
-Pequeño. -Yoongi negó con la cabeza, pero no pudo contener una indulgente sonrisa. Le pasó el dorso de la mano por el pómulo y admiró la luna reflejada en sus ojos-. Tienes que entender que pretendo hacer mucho más que darte un par de besos y tocarte un poco. Quiero desnudarte y tocarte la piel, separarte las piernas, robar lo que tendrías que regalarle a tu marido.
-Suena muy atrevido. -Minie suspiró y lo miró embobado.
-Lo será. Pero te aseguro que disfrutarás cada segundo.
A él, sin embargo, probablemente lo ahogaría la culpa durante el resto de su vida.
Pero lo deseaba tanto que estaba dispuesto a sufrir esa tortura. Y haría todo lo posible para que mereciese la pena.
Presionó los labios sobre los de Jimin con suavidad y deslizó la mano que tenía en su cintura hasta su precioso trasero.
-¿Estás seguro de que esto es lo que quieres?
-Sí, no tengo ninguna duda. Tengo veintisiete años. He conocido a cientos de caballeros y ninguno me ha impresionado tanto como tú. ¿Y si no conozco nunca a ningún otro que me haga sentir lo mismo? Me arrepentiría toda la vida de no haber aprovechado el momento y disfrutado de tus atenciones.
A Yoongi le dolió el corazón.
-Perder tu virginidad en manos de un canalla como yo hará que tu noche de bodas sea un poco incómoda.
-No, no lo hará -le aseguró ella con convicción-. Si me caso, será con un hombre que esté tan enamorado de mí que le dará igual saltarse la cena, como ha hecho lord Jeon con su señoría Jeon.
-Lo que siente Jeon no es amor -contestó él, sarcástico.
Minie movió una mano para quitarle importancia al comentario.
-Llámalo como quieras, lo que quiero decir es que a él no le importa el pasado de él. Mi futuro marido sentirá lo mismo por mí.
-Pareces estar muy seguro.
-Y lo estoy. Verás, mi futuro marido tendrá que estar desesperadamente enamorado de mí para poder obtener mi mano y seguro que no le importará que me falte un pedazo de tejido dentro del cuerpo. De hecho, tengo intenciones de contárselo todo sobre ti y...
-¡Dios santo!
-Bueno, no todo -se apresuró a añadir, mirándolo con cariño-. Sólo le hablaré del hombre que me hacía sentir un hormigueo en el estómago y cuya sonrisa hacía que se me acelerase el corazón. Le diré lo maravilloso que fue conmigo, lo feliz que me hizo después de la muerte de mis padres y de que mi vida se convirtiese en una tragedia. Y lo entenderá, lord Min, porque cuando amas a alguien, eso es lo que haces: entender.
-Eres un soñador -se burló él, para ocultar lo mucho que lo habían afectado sus palabras.
-¿Lo soy? -Frunció el cejo y se apartó un poco-. Sí, supongo que tienes
razón. Mi madre me dijo una vez que las aventuras amorosas son asuntos prácticos que no tienen nada que ver con el amor.
Yoongi arqueó una ceja, entrelazó los dedos con los de él y los guio a ambos hasta un banco donde sentarse.
-¿Tu madre te dijo eso?
-Me dijo que era una idiotez que las parejas creyesen que las aventuras amorosas se basaban en una gran pasión, mientras que el matrimonio lo hacía en el deber. Me dijo que debería ser justo al revés. Una aventura debería ser sólo un medio de satisfacer una necesidad. Y los matrimonios uniones para toda la vida, destinadas a satisfacer los deseos más profundos. Mi madre era un doncel avanzado a su época. Al fin y al cabo, se casó con un americano.
-Ah, sí, es verdad.
Yoongi, ya sentado en el banco, colocó a Minie encima de su regazo. Apenas pesaba nada y lo acercó a él hasta que pudo descansar el mentón encima de la cabeza de él.
-Así que tu madre es la responsable de haberte llenado la cabeza de tonterías como el amor.
-No son tonterías -lo riñó Minie-. Mis padres estaban locos el uno por el otro y fueron muy, muy felices. El modo en que se miraban cuando volvían a verse después una larga ausencia... La forma en que ambos resplandecían cuando se sonreían en la mesa... Maravilloso.
Yoongi le lamió el cuello hasta detenerse junto a su oreja y una vez allí le susurró:
-Yo puedo enseñarte lo que es maravilloso de verdad, Minie.
-Oh, vaya. - se estremeció-. Te juro que mi estómago acaba de dar una voltereta.
A Yoongi le encantaba el modo en que reaccionaba a sus caricias, lo sinceras e inocentes que eran las respuestas de su cuerpo. Minie tenía un carácter muy puro. Y no porque fuese inocente, pues era evidente que sabía cómo funcionaba el mundo, sino porque conocer lo peor de la raza humana no lo desilusionaba.
Sí, lo habían cortejado un montón de caballeros de dudosa reputación, pero se lo tomaba como lo que era: los actos estúpidos de un grupo de hombres codiciosos.
Al resto del mundo le otorgaba el beneficio de la duda.
Era esa capacidad de seguir teniendo esperanza lo que a Yoongi le resultaba más irresistible. Seguro que iría al infierno por hacerle el amor a Minie, pero no podía evitarlo. No podía ni pensar en lo que sería no estar con él, no compartir nunca la alegría de la pasión.
-¿En qué ala de la mansión estás alojado? -le preguntó, ansioso por acostarse
con él en aquel preciso instante.
-Deja que vaya yo a tu dormitorio.
-¿Por qué?
-Porque tú eres el más cínico y el que tiene más experiencia de los dos.
-¿Y qué tiene eso que ver con nada? ¿Acaso aquel doncel nunca dejaría de confundirlo?
-Tú hueles de un modo muy peculiar, milord. A colonia y a jabón y a almidón.
Es un olor delicioso cuanto se te calienta la piel, a veces incluso pienso que me desmayaré al olerlo. Y puedo imaginarme que ese olor aumentará al sudar después de hacer el amor. Me temo que luego tendría serias dificultades para dormirme en una cama que oliese a ti. En cambio, para ti el olor a sexo no tiene ninguna importancia. Por lo tanto, es mejor que yo huela tus sábanas y que tú no huelas las mías.
-Entiendo.
Antes de pensar qué estaba haciendo, Yoongi tumbó a Minie en el banco de piedra y se arrodilló encima de él, besándolo con una desesperación que no había sentido desde... desde... ¡Maldita fuera! A quién diablos le importaba desde cuándo. La cuestión era que le estaba pasando precisamente en ese momento.

Un extraño en mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora