Capitulo 1

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Cuatro años más tarde

—El señor está en casa, mi señor.

Para muchos donceles y mujeres esa frase era de lo más normal, nada fuera de lo habitual, pero Taehyung, Taehyung de Jeon, la había oído tan poco en los últimos tiempos que ni siquiera podía recordar la última vez que esas palabras habían salido de la boca de su mayordomo.

Se detuvo en el vestíbulo y se quitó los guantes para entregárselos al lacayo que los estaba esperando. Se tomó su tiempo y aprovechó esos segundos para recomponerse mentalmente y asegurarse de que nadie notase que se le había acelerado el corazón.

Jeon había vuelto. Taehyung no podía dejar de preguntarse por qué. Jungkook le había devuelto sin abrir todas las cartas que él le había mandado y él no le había escrito ninguna. Al haber leído la nota de la marquesa viuda, Taehyung sabía qué era lo que lo había destrozado de ese modo la noche en que se había ido de Seúl y lo había abandonado. Podía imaginarse su dolor, él había visto con sus propios ojos lo contento que se había puesto cuando supo que iba a ser padre. Y siendo amigo suyo como era, Taehyung había deseado con todas sus fuerzas que Kook le hubiese permitido consolarlo más allá de aquella única hora en que lo abrazó. Pero en cambio se fue y lo dejó a un lado, y los años habían pasado.

Se alisó la muselina de la falda y se pasó una mano por el rostro. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, se detuvo y masculló una maldición. Era Kook. A él no le importaba el aspecto que el tuviese.

—¿Está en su despacho?

—Sí, mi señor.

Recordó la escena de aquel último día.

Asintió y echó los hombros hacia atrás para armarse de valor. Tan listo como podía estarlo, pasó de largo la curva que describía la escalera y entró en la primera puerta a la derecha. A pesar de haberse preparado física y mentalmente, al ver la espalda de su esposo sintió como si le diesen un golpe en el pecho. Jungkook estaba de pie frente a la ventana y parecía más alto y mucho más fuerte. El poderoso torso terminaba en una cintura estrecha y seguía hasta formar un precioso trasero que concluía en unas piernas largas y musculosas. Las cortinas de tercio pelo verde enmarcaban a la perfección aquel cuerpo tan simétrico. Taehyung se quedó sin aliento.

Aunque había algo sombrío en él, una especie de aura opresiva que lo rodeaba y lo convertía en un hombre completamente opuesto al joven despreocupado que el recordaba. Se obligó a tomar aire antes de abrir la boca y empezar a hablar.

Pero como si hubiese notado su presencia, Kook se dio la vuelta antes de que el

pudiese decir nada. A Taehyung se le cerró la garganta cuando él se volvió.

Aquél no era el hombre con el que se había casado. Se quedaron mirándose el uno al otro, ambos inmóviles en medio de aquel profundo silencio. Apenas habían pasado unos años, pero parecía toda una vida. Jeon ya no era un chico, nada más lejos de eso. Su rostro había perdido cualquier atisbo de juventud y el paso del tiempo le había dejado su marca alrededor de la boca y de los ojos. Arrugas de preocupación y de tristeza. El azul resplandeciente de sus iris, que a tantos había hecho suspirar y enamorarse de él, era ahora más oscuro, más intenso. Sus ojos ya no sonreían y parecían haber visto muchas más cosas de las que era posible ver en sólo cuatro años.

Taehyung levantó una mano y se la llevó al pecho para controlar su agitada

respiración.

Antes Kook era guapo. Ahora no había palabras para describirlo. Taehyung se obligó a respirar despacio y luchó con todas sus fuerzas para contener algo muy parecido a un ataque de pánico. Él sabía cómo lidiar con el chico de antaño, pero... aquel hombre era indomable. Si ese día lo viese por primera vez, se mantendría muy, pero que muy alejado de él.

Un extraño en mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora