Capitulo 11

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—¿Qué he hecho?
Aunque Jeon oyó la pregunta susurrada por Tae, mantuvo los ojos cerrados y se
fingió dormido. La cabeza de Tae descansaba en su brazo y tenía la curva de las
nalgas presionada contra su cadera. El aire que los rodeaba olía a sexo y a flores
exóticas, lo que para él era como estar en el cielo.
Pero era evidente que para su esposo no.
Taehyung suspiró desolado y presionó los labios contra la piel de Kook. La necesidad que sintió él de abrazarlo fue casi insoportable, pero logró resistirla. De algún modo, tenía que resolver el misterio que era Tae. Seguro que en algún lugar estaba la llave para abrir su corazón, lo único que tenía que hacer era encontrarla.
Había intentado negociar con él para que le fuese fiel... Porque eso era lo que
Taehyung había hecho. Jeon se sentía halagado y emocionado, pero por encima de todo, sentía curiosidad por saber los motivos que lo habían empujado a hacerlo. ¿Por qué no le había pedido directamente que no lo engañase? ¿Por qué había llegado al extremo de decirle que lo abandonaría si lo hacía?
Hasta entonces, él no sabía lo que era ser fiel. A veces, sus necesidades eran muy intensas, como le había sucedido ese mismo día y, aunque era
cierto que había personas que servían para esos menesteres, también lo era que otras, como su esposo, estaban hechas para que se les hiciera el amor.
No le hacía falta abrir los ojos para saber que en el fragor del encuentro sus dedos
habían dejado marcas en el cuerpo de Taehyung. Si le sometía a ese trato demasiado a menudo, seguro que Tae terminaría por tenerle miedo y eso sí que no podría soportarlo.
Pero por el momento Tae era suyo y le había prometido que se quedaría en su
cama, con lo que había ganado algo de tiempo para investigar. Jeon necesitaba
saber más cosas sobre su esposo para ver si así lograba entenderlo. Porque, si lo
entendía, sabría hacerlo feliz. O eso esperaba.
Aguardó a que Tae se durmiese antes de salir de la cama. Aunque quería quedarse con Tae, tenía que ir en busca de HoSeok e intentar explicarse. Quizá su hermano lo entendiera o quizá no, pero él no podía permitir que la situación entre los dos siguiese como estaba.
Soltó el aliento. Todavía estaba acostumbrándose a eso de tener temperamento.
Cuatro años atrás, nada le había importado lo suficiente como para hacerlo enfadar.
Al pasar por delante de un espejo de cuerpo entero, Jeon se fijó en su reflejo y
se detuvo. Se plantó delante y vio que tenía la marca de un mordisco en el pecho. Se miró la espalda y observó que estaba llena de arañazos, igual que un costado. Justo encima de los glúteos le estaban apareciendo unos morados: las marcas de los talones de Taehyung cuando le pidió que le diese más.
—Vaya —suspiró, con los ojos abiertos como platos.
Él había salido tan mal parado del encuentro como Tae. Tae no era un amante
pasivo. Había encontrado a alguien que estaba a su misma altura.
Una sensación maravillosa se instaló en su pecho y de repente se echó a reír.
—Eres una criatura de lo más extraña —dijo una voz soñolienta a su espalda—.
Cuando te veo desnudo, a mí no me entran ganas de reírme.
Jeon notó que se le calentaba la piel. Volvió a la cama y, al hacerlo, no pudo
evitar fijarse en la marca que habían dejado sus dientes en el cuello de Tae. Se le
aceleró la sangre al verlo. Él era un animal primitivo, pero al menos era consciente de ello.
—¿Y de qué te entran ganas?
Tae se incorporó hasta sentarse. Despeinado y sonrojado, parecía un hermoso doncel al que acabaran de poseer, y tendría ese mismo aspecto durante el resto de la noche.
—De morderte el trasero. Tienes un culo divino.
—¿Morderme? —Parpadeó atónito—. ¿El trasero?
—Sí.
Taehyung se colocó la sábana bajo los brazos y, al mirarlo a los ojos, Jeon no vio en ellos ningún rastro de humor, lo que le habría indicado que no hablaba en serio.
—¿Por qué diablos quieres hacer tal cosa?
—Porque parece muy duro y muy firme. Como un melocotón. —Se lamió los
labios y lo desafió arqueando una ceja—. Me gustaría ver si de verdad está tan duro cuando lo muerda.
En un gesto inconsciente, Jeon se llevó las manos al trasero para protegerlo.
—Lo dices en serio.
—Muy en serio.
—Muy en serio —repitió él.
Se quedó mirando a Tae con los ojos entrecerrados. Jamás se le habría ocurrido
que Tae pudiese tener ciertos... gustos en el dormitorio. Y dado que por su parte
había tolerado sus peculiaridades en ese sentido, supuso que lo más justo sería que él tolerase las suyas. Aunque cierta parte de su cuerpo se tensase sólo con pensarlo.
Los ojos ambarinos de Taehyung se oscurecieron de deseo, lo que fue una invitación que Jeon no pudo rechazar. Y mucho menos ahora que Tae acababa de replantearse su relación. Él quería eso, quería que Taehyung lo desease libremente y si eso implicaba dejar que le mordiese el trasero, lo soportaría. Sólo sería un momento. Después se vestiría e iría a hablar con HoSeok.
—Todo esto es muy raro —dijo tumbándose en la cama boca abajo.
—No me refería a hacerlo en este preciso momento —dijo Tae, impactado —. Ni
siquiera estaba insinuando que tuviese que hacerlo de verdad. Sólo me he limitado a responder a tu pregunta.
Él suspiró aliviado.
—Gracias a Dios. —Pero cuando se movió para levantarse de la cama, Tae soltó
la sábana y desnudó sus pechos. Jeon gimió y se quejó—: ¿Cómo diablos se
supone que un hombre puede ponerse a trabajar si lo tientas de esta manera?
—No puede. —Taehyung libró su cuerpo hermoso y delicioso del peso de las sábanas y lo dejó tan pasmado con su belleza que apenas se dio cuenta de que se colocaba encima de su espalda—. ¿O se supone que sólo te sientes cómodo cuando eres tú el que muerde?
Tae estaba encima de su espalda colocado al revés, es decir, con los pies junto a
las manos de él. Con los pechos le rozaba el final de la columna vertebral y, al notar sus seductoras curvas y el calor que desprendía su cuerpo medio dormido, Jeon volvió a excitarse.
Y eso que había creído que no iba a poder durante un rato.
Le cogió los tobillos con las manos y esperó. De repente notó las manos de Taehyung, delgadas y delicadas, acariciándole los glúteos, segundos antes de apretárselos. El hecho de no ver lo que Tae le estaba haciendo hizo que el acto le pareciese todavía más erótico. Aunque sonase ridículo, pensar en Tae admirando así a otro hombre, lo enervaba.
—¿Siempre has tenido esta fascinación?
—No. Tu culo es único.
Esperó a que dijese algo más, pero no lo hizo. En vez de eso, de sus labios
empezó a salir un sonido muy halagador y a él el pene se le endureció tanto que le
dolía estar tumbado encima.
Tae le apretó las nalgas con las puntas de los dedos y luego se las masajeó de tal
modo que a Jeon se le erizó el vello de todo el cuerpo. Tenía la piel de gallina.
Cerró los ojos y enterró el rostro en la cama.
Las caricias siguieron hasta el pliegue que marcaba el nacimiento de sus muslos y
entonces notó el aliento de Taehyung encima de su piel. Se le tensó todo el cuerpo, empezando por los glúteos y acabando por el pene. La espera fue interminable.
Y entonces lo besó.
Primero en una nalga y luego en la otra. Besos leves y suaves, con los labios
separados. Jeon notó que los pezones de Tae se excitaban contra su espalda y lo
reconfortó ver que no era el único que estaba sintiendo aquello. Fuera lo que fuese.
Y entonces su esposo lo mordió con delicadeza y él encogió los dedos de los pies.
«¡Los malditos dedos de los pies!»
—Dios, Tae —dijo con voz ronca, moviendo las caderas sin control, mientras
presionaba el pene contra el colchón.
Sabía con absoluta certeza que a partir de ese momento nadie más podría
morderle el culo y excitarlo mientras lo hacía. Estaba seguro de que, si el lugar de Tae lo ocupase otra persona, él estaría muerto de risa. Pero lo que estaba sucediendo entre los dos no tenía ninguna gracia. Era una tortura de lo más sensual.
Algo húmedo y caliente se deslizó por su piel y Jeon arqueó la espalda.
—¿Me has lamido?
—Chist —murmuró Tae—. Relájate. No voy a hacerte daño.
—¡Me estás matando!
—¿Quieres que pare?
Él apretó los dientes y se quedó pensándolo un segundo. Luego dijo:
—Sólo si tú quieres. De lo contrario, no. Sin embargo, me veo en la obligación de
recordarte que mi cuerpo es tuyo y que puedes utilizarlo siempre que quieras.
—Quiero ahora.
Él sonrió al oír la voz que Taehyung siempre utilizaba en el dormitorio.
—Pues adelante, no te reprimas.
Perdió la noción del tiempo, se perdió en el perfume de su esposo y en la
satisfacción masculina que derivaba de sentirse tan admirado. Al final, Tae se apartó de sus nalgas y fue bajando por sus piernas. Cuando llegó a los pies, Jeon se rio al notar que le hacía cosquillas. Y cuando la sintió subir hasta sus hombros y acariciarle la espalda con la melena, suspiró.
Una mañana, no hacía demasiado tiempo se había sentado con la espalda apoyada en un muro de piedra que rodeaba una de sus propiedades, intentando recordar qué se sentía al sonreír de pura felicidad.
Era una bendición que hubiese encontrado la respuesta precisamente en su casa.
Con Tae.
En aquel instante, Tae le indicó que se diese la vuelta y se colocó a horcajadas
sobre sus caderas, cogiéndole el pene para deslizarlo despacio en su interior.
Quemaba y estaba muy húmedo y Jeon observó estremecido cómo su miembro se perdía entre la entrada de su sexo.
—Oh, Dios... —suspiró Tae.
Le temblaban los muslos y tenía los ojos entrecerrados y fijos en los suyos. Sus
suaves suspiros se convirtieron en gemidos acelerados. Ver que Tae disfrutaba tanto con su miembro bastó para que los testículos se le apretasen contra el cuerpo.
—No voy a aguantar mucho —le advirtió, tirando de Tae con manos impacientes.
Lo había poseído ya varias veces, pero Tae nunca lo había poseído a él hasta ese
momento e Taehyung era un doncel maduro que se sentía cómodo con sus propios deseos. Jeon había admirado esa seguridad en sí mismo desde el día en que lo conoció. Y ahora le parecía fascinante y muy satisfactorio poder compartir con Tae el control en la cama.
—Estoy a punto de correrme —dijo.
—Pero no lo harás.
Y no lo hizo. El miedo que sentía a perderlo lo ayudó a contenerse, porque Taehyung era su esposo, era suyo para darle placer, para hacerlo feliz y para protegerlo. Y no iba a perderlo igual que había perdido a Beck. Suyo. Tae era suyo.
Ahora sólo tenía que convencerlo a Tae de que era así.
Cuando Jeon encontró por fin la fuerza de voluntad necesaria para salir de la
cama, fue directamente al dormitorio de HoSeok, pero no lo encontró. Recorrió toda la casa sin dar con él; posteriormente averiguó que su hermano se había ido poco después de que discutieran.
Decir que estaba preocupado por él era una obviedad. Jeon no tenía ni la más
remota idea de qué había oído exactamente su hermano en la fiesta a la que había asistido la noche anterior y tampoco sabía quién había hecho esos comentarios que lo habían puesto tan furioso.
«No toleraré que mancillen nuestro nombre... Haré todo lo que sea necesario».
Suspiró exasperado y fue a su despacho para escribir dos notas muy breves. Una
se la dejó a Taehyung y la otra ordenó que la entregasen de inmediato.
Había planeado acompañar a Tae a cualquier evento que Tae hubiese elegido para esa velada y tenía incluso ganas de hacer acto de presencia a su lado, para así disipar los rumores que se habían tejido alrededor de ellos dos. Sin embargo, ahora no tenía más remedio que ir de club en club, de burdel en burdel y de taberna en taberna en busca de HoSeok, para asegurarse de que su hermano pequeño no se metía en un lío, tal como había vaticinado su madre.
«Maldita sea», pensó Jeon, mientras esperaba a que le ensillasen un caballo.
Después de pasarse toda la tarde en la cama con Tae ahora se sentía las piernas como si fuesen de gelatina, y si por desgracia tenía que meterse en una pelea, no iba a estar en su mejor momento. Confió en que HoSeok no estuviese buscando pelea, sino bebiendo o con alguna cortesana. Y, de entre esas dos opciones, prefería la segunda.
Si su hermano estaba sexualmente saciado, quizá estuviese más dispuesto a
escucharlo y a entrar en razón.
Montó en la silla y espoleó su montura lejos de la casa que ahora se había
convertido en su hogar y se preguntó cuántas decisiones de su pasado habían
perjudicado a la gente que le importaba.
—¿Qué estás haciendo aquí, Yoongi? —le preguntó Taehyung a su hermano al entrar en el salón.
Aunque lo intentó, no consiguió ocultar su mal humor. Despertarse sin Kook a su
lado ya había sido bastante malo, pero leer la escueta nota que él le había dejado sólo empeoró las cosas.
Tengo que ocuparme de HoSeok.
Tuyo, Jeon.
Taehyung sabía cómo se relacionaban los hombres entre ellos; discutían y hacían las paces bebiendo y acostándose con una mujer. Y como era consciente de la resistencia de su marido, no descartaba lo que fuese capaz de hacer.
Su hermano se levantó del sofá de terciopelo azul y le hizo una leve reverencia.
Iba muy guapo, con un esmoquin.
—Estoy a su servicio, mi señor —le dijo, imitando el acento de un sirviente de
alto rango.
—¿A mi servicio? —Taehyung frunció el cejo—. ¿Qué se supone que necesito que hagas?
—Jeon me ha pedido que venga a buscarte. Me ha mandado una nota en la que decía que él no podía acompañarte esta noche y me sugería que ocupase su lugar.
Si lo hago, dice que seguro que estaré demasiado cansado para reunirme con él
mañana por la mañana en el ring del club Remington. Pero como muestra de su
gratitud, excusará mi ausencia. Indefinidamente.
Taehyung abrió los ojos como platos.
—¿Kook te ha amenazado?
—Ya te dije que iba a darme una paliza por haberte separado de él el otro día.
—Esto es ridículo —masculló Tae.
—Tienes razón —convino Yoongi—. Sin embargo, da la casualidad de que yo
también tenía planeado asistir al baile de Lee esta noche. Lady Irene
estará allí.
—¿Otra víctima de tu lista? ¿Al menos te has molestado en hablar con la
anterior?
Yoongi la fulminó con la mirada.
—Sí, lo he hecho y la verdad es que fue muy agradable. Así que si estás listo...
Aunque Taehyung se había vestido con la intención de salir, también se había
planteado la posibilidad de quedarse en casa a esperar a Kook. Pero eso sería una tontería. Era obvio que su esposo quería que asistiese a ese baile, al fin y al cabo, se había tomado muchas molestias para que fuese acompañado.
Tae ya no era una niño pequeño y tampoco era inocente. No debería importarle
que Jeon se hubiese pasado horas disfrutando de su cuerpo y que luego le dejase
solo durante la noche. A un amante eso no le parecía nada raro, se recordó.
Y se lo recordó durante toda la noche. Pero cuando vio un rostro familiar en
medio del salón de Lee, ese pensamiento se desvaneció de su mente. Amante o
no, la sensación que tenía en el estómago no tardó en convertirse en pura rabia.
—Lord HoSeok Jeon está aquí —señaló Yoongi como si nada, al ver que el
joven entraba en el salón por una puerta que se encontraba a escasos metros de la zona de baile en la que estaban ellos.
—Sí, ya veo.
Y Jeon no estaba con él. Así que le había mentido. ¿Por qué estaba tan sorprendido?
Estudió a su cuñado con detenimiento y notó tanto las similitudes como las
diferencias con su esposo. Así como Yoongi y Tae se parecían mucho, Kook y lord
HoSeok sólo se parecían de pasada, lo que sirvió para que Taehyung pudiese imaginar cómo habría sido el padre de ambos.
Como si hubiese notado su mirada, lord HoSeok giró la cabeza y se encontró con
la mirada de Taehyung. Por un instante, el joven no consiguió disimular y en sus ojos brilló algo desagradable, hasta que al final fue capaz de mirarlo impasible.
—Vaya, vaya —murmuró Yoongi—, creo que al final hemos encontrado a un
hombre inmune a tus encantos.
—¿Tú también lo has visto?
—Por desgracia, sí. —Escudriñó a la multitud con la mirada—. Y espero que
hayamos sido los únicos. ¡Dios santo!
—¿Qué? —preguntó Tae alarmado, poniéndose de puntillas. ¿Sería Kook? Se le
aceleró el corazón—. ¿Qué pasa?
Yoongi le dio la copa de champán con tanto ímpetu que el líquido casi se derramó y estuvo a punto de estropearle el vestido.
—Disculpa —le dijo su hermano antes de desaparecer y dejarlo completamente
atónito.
Yoongi siguió la delgada silueta que iba abriéndose paso sin problema entre los
invitados. Casi como si fuese un espectro, caminaba sin que nadie se fijase en su
presencia, como si fuese un doncel anodino con un vestido anodino. Pero él se había quedado completamente hechizado con él.
Había reconocido su cabello oscuro y había soñado con aquella voz.
El joven se marchó del salón y se dirigió hacia el vestíbulo. Yoongi le siguió y,
cuando el abrió una puerta para salir de la casa, dejó de fingir que no lo estaba
siguiendo y cogió el picaporte antes de que lo cerrase.
El delicado rostro de él se levantó hacia él y sus grandes ojos parpadearon confusos.
—Lord Min.
Yoongi salió también a la terraza, cerrando la puerta tras de sí para dejar atrás los
sonidos del baile. Después de hacerle una leve reverencia, le cogió la mano y le besó los nudillos.
—Joven Misterio.
Él se rio y los dedos de él apretaron los suyos, ladeó la cabeza y lo miró como si estuviese intentando resolver un enigma.
—Le parezco atractivo, ¿no es así? Pero no entiende por qué. Y, si le soy sincero,
yo tampoco.
Una risa suave se escapó de los labios de Yoongi.
—¿Está dispuesto a permitirme que investigue un poco? —Se inclinó despacio,
dándole tiempo para apartarse antes de que sus labios tocasen los suyos. La suave caricia afectó a Yoongi de un modo extraño, igual que lo hizo el perfume de él, tan ligero que apenas se detectaba en medio del aire de la noche—. Creo que tendré que hacer algún otro experimento.
—Oh, vaya —suspiró el doncel, llevándose la mano que tenía libre al estómago—.
Acabo de sentir un revoloteo justo aquí.
Una cálida y desconocida sensación se extendió por el pecho de Yoongi y luego
descendió hasta su entrepierna. Definitivamente no era el tipo de persona que le gustaba. Era inteligente y cultivado. Sí, su franqueza le resultaba refrescante y
le gustaba hablar con él, pero no lograba entender por qué tenía ganas de levantarle las faldas y poseerlo allí mismo. Era demasiado delgada, pero poseía lo que creía eran unas hermosas y frondosas caderas. Y a pesar de todo no podía negar que lo deseaba y que quería conocer sus secretos.
—¿Por qué está aquí fuera?
—Porque me gusta más estar aquí que allí.
—Si es así, pasee un rato conmigo —murmuró él, colocando la mano su
encima de su antebrazo para guiarla lejos de la mansión.
—¿Aprovechará para coquetear descaradamente conmigo? —le preguntó con
gran picardía, acompasando sus pasos a los de él.
Encontraron un camino sinuoso y poco iluminado y lo recorrieron despacio.
—Por supuesto. Y también tengo intenciones de descubrir su nombre antes de que nos separemos de nuevo.
—Lo dice como si estuviese muy seguro de ello.
Yoongi le sonrió, mirándolo a los ojos.
—Tengo mis métodos.
el hizo un gesto escéptico.
—Supongo que se lo pasa muy bien midiendo su ingenio con el mío —dijo.
—No me cabe ninguna duda de que su mente es fascinante, pero tengo intención
de utilizar mis malas artes en otra parte de su cuerpo.
Él le dio una palmada en el hombro a modo de castigo.
—Es malo por hablarle así a un doncel tan inocente como yo. Hace que me dé
vueltas la cabeza.
Yoongi hizo una mueca de dolor.
—Lo siento.
—No, no lo siente.
Le pasó la mano por donde antes lo había golpeado y a él se le aceleró la sangre y le vacilaron los pies. ¿Cómo era posible que una mera caricia por encima de la
chaqueta y con su mano enguantada lo hubiese excitado?
—¿Es así como habla un hombre con alguien con quien que existe cierta
intimidad? Su señoría Jeon suele reírse con hombres que a mí me parecen muy
aburridos.
Él se detuvo en seco y la miró.
—¡No pretendía ofender a su hermana! —se apresuró a añadir el—. De hecho,
creo que su señoría Jeon es alguien de múltiples facetas. Y lo digo en el mejor de los sentidos.
Yoongi lo observó con detenimiento y, cuando llegó a la conclusión de que estaba
siendo sincero, reanudó la marcha.
—Sí, cuando se entabla amistad con una persona y uno se siente cómodo con ella, se pueden tener conversaciones más íntimas.
—¿Sexualmente íntimas?
—A veces, sí.
—¿Aunque el objetivo final no sea sexual? ¿Sólo para pasar el rato?
—Es usted un gatito muy curioso —dijo él y le sonrió indulgente.
Supuso que era normal que algo tan mundano como el flirteo a él le resultase
excitante. Yoongi deseó poder pasarse horas sentado a su lado, respondiendo a todas sus preguntas.
—Me temo que yo carezco de los conocimientos necesarios para mantener las
conversaciones a las que con toda probabilidad está usted acostumbrado. Así que
espero que me disculpe si le pido directamente que me bese.
Yoongi se tropezó y lanzó grava del camino por todas partes.
—¿Disculpe?
—Ya me ha oído, milord. —Levantó el mentón—. Me gustaría mucho que me
besara.
—¿Por qué?
—Porque nadie más va a hacerlo nunca.
—¿Por qué no? Se subestima.
Él le sonrió travieso, cosa que a él lo deleitó.
—Yo me estimo en el punto exacto.
—Entonces seguro que sabe que algún hombre querrá besarlo.
Aunque, en cuanto lo dijo, Yoongi se dio cuenta de que la idea lo molestaba
profundamente, tenía los labios suaves como los pétalos de una rosa y muy dulces. Se los había notado mullidos al besarlos y le parecían los más bonitos que
había visto nunca. La imagen de otro hombre saboreándolos lo llevó a cerrar los
puños.
—Quizá quiera algún otro hombre, pero no lo hará. —Dio un paso hacia él y se
puso de puntillas, ofreciéndole la boca—. Porque yo no voy a permitírselo.
Contra su voluntad, Yoongi lo pegó a él. Era muy delgado, pero encajaba con su cuerpo a la perfección. Lo abrazó, inmóvil durante un segundo, e intentó asimilarlo.
—Encajamos —susurró el con los ojos muy abiertos—. ¿Es normal?
Yoongi tragó saliva y negó con la cabeza, y luego levantó una mano para acariciarle la mejilla.
—No tengo ni idea de qué hacer contigo —reconoció.
—Sólo bésame.
Él inclinó la cabeza y se detuvo a escasos milímetros de sus labios.
—Dime tu nombre.
—Jimin.
Le lamió el labio inferior.
—Quiero volver a verte, Jimin.
—¿Para escondernos en un jardín y hacer cosas escandalosas?
¿Qué podía decirle? Yoongi no sabía nada de él, pero a juzgar por su ropa, su edad y el hecho de que estuviese allí sin carabina dedujo que debía de ser de bajo rango.
Para él había llegado el momento de casarse y Jimin no era de la clase de persona que podía cortejar.
Jimin le sonrió al comprender lo que pensaba.
—Sólo béseme y dígame adiós, lord Min. Confórmese con saber que me
habrá regalado una fantasía: la de ser cortejado por un pretendiente maravilloso.
Él se quedó sin palabras, así que lo besó intensamente y con todo el sentimiento
de que fue capaz. Él se entregó a sus brazos, se quedó sin aliento y gimió
de un modo que a Yoongi le arrebató la capacidad de pensar.
Quería tomarse libertades con Jimin. Quería desnudarlo y enseñarle todo lo que
sabía, ver el acto sexual a través de sus ojos.


Ay nooooo que fuerte , quisiera escribirles algo mas pero luego es spoiler jajajaja, en fin disfrútenlo :)

Un extraño en mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora