Capítulo 9

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Scarlet

Desperté porque escuche unos quejidos. Son de Sunny, levante todo mi cuerpo para buscarla.

Encontré a Jackson sentado en el sillón con la niña en brazos. Está haciendo pucheros mientras trata de que sonría. No voy a mentir al decir que fue una escena que lleno mi corazón de amor.

Al final de cuentas si me quedo en este lugar, a su lado. Él tendrá que aceptar a los niños como parte de mi vida, en especial a la niña.

—Mira quien despertó—le dijo cerca de su oreja izquierda.
Volteo a verme y su rostro se iluminó. Tanto que saco sus alitas y llego hasta mi volando.

—Mami— dijo y se pegó al pecho para después llorar, ¿por qué llora? ¿Le hicieron algo?

Volteé a ver a ese lobo muy molesta, vio mis intenciones y levanto las manos deslindándose de todo.

—No le hice nada, esta así desde anoche— dijo. Le pregunté si estuvo conmigo todo el tiempo y negó—estuvo viendo películas con Catlín y Sacc y comió dulces.

—¿Le dieron chocolate? — pregunte.

—No lo sé, mi nana preparo un pastel y tenía chocolate. A lo mejor comió de más. ¿Es alérgica?—se paró en alerta.

—No, pero la pone incomoda y muy llorona— respondí y centre toda mi atención en ella. Guardo sus alas y sobre su espalda mientras la arrulló. —¿Dónde está Malec?

—Con Catlín y Sacc, deben estar durmiendo todavía. Es muy temprano— su comentario me molesto.

¿Cómo es posible que ni siquiera respeten el que se quede conmigo?
Eso no me gusta.

—¿Y dejaste que se quedara con ellos así de la nada? Debe estar cerca de mi—le reproche.

—Si tanto quieres que este a tu lado ve y niégaselo tú, si te importara no te querías dormida de la nada— dijo.

Me dolió, ¿qué puedo esperar de esto? No puedo confiar en nadie, me sorprende que al pasar los años aun crea que alguien va a cuidarme y a los niños.

Estúpida ilusa.

—Vete a la mierda—pase a su lado para ir a la cocina, la niña sigue llorando y quejándose.

Llegue al lugar, tome una taza y serví agua y empecé a calentarla con mi mano derecha. Mi hija tiene su cabeza recargada en mi hombro izquierdo y sigue quejándose. Hay una chica en el lugar y le pregunté por menta. Linterna trajo la maseta llena de hojas.

Puse varias en el agua y revolví bien con la cuchara. Salí de ese lugar, para llegar al patio, en el rincón más alejado de esa mansión me senté y a ella en las piernas. Comencé a dale la infusión para que no le duela el estómago.

Él tiene razón, no puedo bajar la guardia aunque aquí estemos bien, no puedo estarme quedando dormida pretendiendo qué todos estará bien. O que cuidaran de los niños.

Moví las piernas y las flexioné un poco para acostar a la niña en ellas. La veo atentamente y hace lo mismo. Es mi vida, jamás me perdonaría qué algo malo le pasará. Prefiero morir.

Desde que nació, a pocas horas de nacida... Se volvió mi todo y yo el suyo.

No pude contener las lágrimas, pegue la frente a la de ella. Huele a flores.

—¿Mami te duele la pancita? —pregunto.

—¿Sabes que te amo verdad?— me miro confundida— eres mi vida. Siempre recuérdalo.

—Rory, anoche vi muchas películas— Malec salió de la casa y corría a nosotros. ¿Cómo pudo pensar en quítale esa sonrisa de su rostro? Jamás me lo permitiría. Observó las lágrimas y dejo de sonreír— ¿estás bien?

ScarletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora