Capítulo 19

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Catlín se encargó de acomodarlos en habitaciones y todos se retiraron. Cheque a la pequeña Flora antes de subir a la habitación. Los niños están acostados en la cama y yo corrí al baño para evitar las insistentes preguntas de mi pareja.

No es nada del otro mundo pero tampoco es que quiera decirle que esas hadas están ligadas a mi magia. Nacieron de mí... y Catlín.

¡Que frustración!

Salí cambiada con un pijama muy bonito de color turquesa. Debo agradecerle por la ropa. Es demasiado cómoda.

Me acerque a Sunny ya que está inquieta y si no la abrazo va a llorar y no quiero lidiar con otro berrinche.

—Estoy exhausta, ¿podemos retomar esta platica mañana?— dije acurrucándome entre las cobijas y abrazando a mi bebé.

No dejara de insistir, y esto terminara hasta que uno se canse.

Me quede dormida en cuestión de nada.

Desperté con un sobresalto, la habitación está completamente a oscuras. Busque a la niña y esta encima de Jackson, su cabeza descasa donde está su corazón. Malec a un costado boca arriba y con la boca abierta.

Los tres están roncando. Sin duda están noqueados.

Salí de la habitación para ver a esas dos hadas. Al bajar a la segunda planta, escuche una discusión. Todos están alojados en esta área. ¿Qué hará despiertos? Son las dos de la mañana.

—No te pongas así, Tamara— es la voz de Sacc. Están discutiendo— todo va estar bien.

—Nacimos en una cuna de oro bastante importante y grande. La gente nos odia y teme al mismo tiempo—le grito. Me quede recargada en la pared escuchando un poco— veo las malditas intenciones del todos. Él no la va a dejar, no vivo aquí y cuando tenga que irme, se quedará al lado de Aurora. Tengo ganas de arrancarle la cabeza— refunfuño. Una sonrisa apareció en mi rostro.

—¿A él o a Rory? —preguntó sarcástico. Se está divirtiendo con el sufrimiento de su hermana.

Deje el pasillo y fui a la habitación de Seradia abrí con cuidado y asome la cabeza. Hay luz en el baño, está profundamente dormida, sus alas están afuera y su cuerpo está de lado. Solo tiene una frazada en las piernas.

Sentí la presencia de Kermont en las sombras. Está parado, sin moverse. Solo la observa.

Pues bien la manta en su cuerpo. Se quedó dormida arriba del edredón. Estoy segura de que Catlín le dio pijamas. Probablemente le compre más.

—Se podría calificar como acoso— susurre. Salió de las sombras pero no se movió, al contrario me vio fijamente—es más lista de lo que crees. Ten cuidado, si llora te las veras conmigo.

—¿Es una amenaza? —pregunto.

—Es una advertencia, Kermont. No me subestimes— dije. Iba a salir cuando hablo y sus palabras me enojaron.

—Lo dice la que le miente a todos, tal vez no tengas ningún derecho en decirme lo que debo o no hacer con mi jodida pareja—aventó con odio— cuando le mientes a tu propia pareja. A los demás.

—¿En que según tu?—pregunte.

—Catlín—respondió.

—No seas imbécil Kermont, veme bien. Ve lo que soy, de donde vengo. Que te hayas dado cuenta de un pequeño detalle en su rostro no significa nada. No somos nada. ¿Le miento a la gente? Sí, en ciertos puntos, siempre quieren algo de mí. Las personas son un asco. Incluyéndonos—nos apunte—no te debo nada, a nadie. ¿Pero adivina qué? — Apunte a la chica en la cama—es mía y si quiero te la quito para siempre. Deja de joderme con lo de Catlín, ni siquiera has tenido el suficiente valor de decirle a alguien más lo que descubriste. La gente ve lo que quiere y conviene.

ScarletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora