10. Calor

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Que suave. Es muy cálido. Pensó Jimin, sumido todavía en un sueño ligero que le impedia abrir los ojos con totalidad. La calma del bosque, le estaba arullando sin que lo supiera, junto con el calor que le abrazaba el cuerpo en una manta protectora.

No quería despertar. Sobre todo cuando en ese estado, era ignorante a todo lo que sucedía a su alrededor, incluyendo la helada brisa mañanera. No tenía que preocuparse de nada, más que aferrarse al tierno pelo y hundir su nariz en el aroma a pino que desprendía del cuerpo debajo de él.

Inhalar. Exhalar. Inhalar. Exhalar.

Jimin imitó la respiración contraria, cayendo poco a poco en un estado de relajación. ¿Sus mantas siempre se sintieron así de bien en el santuario?

La duda se instaló en su subconsciente quien le decía que no había peligro cerca, pero que aún así, el cuerpo que le abrigaba no eran las mantas y la respiración que le acompañaba no era la propia. Abriendo los ojos de golpe, Jimin mordió sus labios para no gritar y despertar a la bestia que permanecía quieta a unos centímetros de él.

—N-no, no...—Jadeó, retrocediendo en el espacio reducido de la cueva, hasta quedar alejado del Alfa. Se quejó un poco de su hombro, al tener que maniobrar con ambos brazos para arrastrarse hacia atrás, ocasionando que el animal se moviera un poco por el leve sonido. Contuvo la respiración, esperando ver unos ojos ambar, sin embargo el lobo seguía en la misma posición.

Todavía dormía.

Jimin permaneció en silencio, con la vista fija en el enorme animal mientras se abrazaba las rodillas encorvandose. Le parecía extraño que el Alfa no despertara ante tanto movimiento, pues creyó que el animal tendría un sentido más agudo para estar en guardia. Tal vez estaba más herido de lo que pensó.

—Quédate quieto, por favor—Se dijo a si mismo y puede que al Alfa también, pero la verdad, era que su vejiga necesitaba aliviarse y en cualquier momento trendría que salir de la cueva. No sin antes tener que pasar por sobre el animal, claro estaba. Aunque prefería salir corriendo a orinarse en la ropa limpia que se le prestó—Puedes hacerlo.

Se acercó al animal intentando no hacer ruido, tanteando el suelo pedroso de la cueva y sin despegar la vista del lobo. Pensaba estirar una pierna y así  mover todo su cuerpo hacia adelante. Le parecía sencillo, pero ese plan se esfumó cuando perdió el equilibrio y su mano buena se estabilizó en el pelaje del animal.

Esperó quieto, sin moverse ni un centímetro, tensando cada uno de sus músculos. No quitó la mano, ni cuando el animal soltó algo muy parecido a un gruñido bajito. Le recordó más a un ronroneo, que un sonido amenazante.

—Se supone que tienes que dar miedo—Susurró más calmado. El corazón lo sentía en la garganta, pero ya no le apresaba el miedo. Dejó salir un largo suspiro tembloroso, y sin querer apretó el pelaje entre sus dedos—Eres suave.

Jimin se dejó ir un poco más, y mientras se sentaba sobre sus talones paseó la palma de su mano por la columna del lobo muy curioso. El toque fue un poco fantasma, pues no deseaba despertarlo.

Explorando un poco más, llevó su mano más arriba hasta el cuello, y luego a una de sus peludas orejas. Jimin bufó, sin darse cuenta de la sonrisa que asomaba sus labios.

—Ya entiendo porque las muerden—Susurró apretando un poquito la oreja, refiriéndose a lo que el Alfa le había contado sobre los cachorros ¿Se estaría refirieron a su propio cachorro?. Eso le hizo estirar los labios un poco más, pues le pareció muy tierna la idea de un lobito más pequeño mordisqueando la oreja de su padre.

Ido en sus pensamiento, Jimin se entretuvo acariciando al Alfa, algo que le resultó demasiado familiar. Demasiado cotidiano.

🪻🌙🐺

Al otro lado • Minimoni OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora