3. Amor de hermano

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—¡Jiwon!—Jimin despertó con el nombre desgarrando su garganta. Se inquietó por el abandono que le apretó el corazón y recorrió sus venas al mencionarlo—Jiwon...

No entendía  a quien le pertenecía ese nombre, ni tampoco recordó de que se trataba el sueño. Por más de que cerró los ojos nuevamente, apretando las mantas de algodón no pudo.

Se frustró por aquello, pues sabía que lo perseguiría el resto de la mañana. Debió ser una pesadilla, se dijo a si mismo, solo eso. Limpiando los rastros de lágrimas en su rostro y tratando de calmar su respiración agitada soltó el aire que contenía en sus pulmones.

Aunque otro pensamiento, volvió a acelerar su corazón. El miedo instalándose como una garras filudas alrededor de su cuello.

—Alfa—Murmuró en la soledad del nido compartido. Hoy las sacerdotisas lo sacrificarían.

Se estremeció inquieto.

Fue entonces que notó la ausencia de su hermano. Posó la mano sobre el lado opuesto del nido para comprobar el calor, percibiendo que estaba frío. Concluyó que llevaba vacío por un buen rato. Suspiró aliviado, tal vez por no ser descubierto con el nombre de un hombre ajeno dejando sus labios.

Jimin no lo quería admitir en voz alta, pero presentía que el nombre estaba ligado a su pasado. El pasado antes de la gran guerra. Negó con su cabeza ante la idea de que el nombre perteneciese a su Alfa. ¿Tendría alguno acaso?

Esta vez se levantó para dirigirse al pequeño cuarto de baño y poder asearse.

—Tú no estas enlazado Jimin—Murmuró para si mismo, mientras lavaba su cuerpo. Vació agua desde un cuenco de madera, frotando con excesiva fuerza su cuello—Eres un Omega libre, sin marcas.

Se lavó los dientes notando un poco de sangre cuando se enjuago. Aunque lo adjudicó a una herida en sus encías. Peinó sus ondeados y rubios cabellos, y puso algunos aceites esenciales sobre su suave piel. Miró el reflejo en el espejo, sintiéndose extraño, como si algo faltara. Su cabello rubio estaba igual que siempre, así como sus ojos marrones, solo que estos lo veían alerta y con un sentimiento que no se iba desde ayer.

Miedo. Incertidumbre. Ausencia.

Fue cuando escuchó un suave cánticos junto con el olor a madera quemada que se filtraba por todo el templo.

El sacrificio había comenzado.

Se debatió seriamente entre asistir o no al Domo, pues estaba casi seguro que muchos de los omegas no notarían su ausencia entre tanta eufória por un acontecimiento de tal magnitud.  Tal vez solo su hermano se daría cuenta de que se quedó en el nido. Mientras sus pensamientos iban de un lado a otro, su cuerpo actuó de forma mecánica. Pronto terminó vistiendo una túnica blanca y saliendo del nido.

—¡Ey Jimin, apresura el paso!— Escuchó a Minho decir detras suyo. Este le sonrió más Jimin no quizo responderle. Su sonrisa era burlona. Sin embargo, se encargó de seguirlo con la mirada cuando se alejó  de él para encontrar a su hermano. No tuvo que hacer mucho esfuerzo pues alguien tomó de su hombro para llamar su atención.

—Tae, saliste temprano-

—Jimin—Su hermano le interrumpió, tomando sus manos antes de que siguieran avanzando hacia el Domo. El rubio notó que llevaba un morral tejido y su frente estaba sudorosa. El aspecto de Taehyung casi se veía enfermizo—Hoseok nos espera en la parte más cercana al centro del Domo, tenemos que encontrarle antes de que se atiborre de más omegas.

Jimin abrió los ojos en grande. El definitivamente no quería presenciarlo todo en primera fila.

—Prefiero estar en donde no salpique la sangre—Dijo intentando sacarse las manos de Taehyung encima. Le estaban apretando un poco—Ayer todos fueron...ayer fue demasiado.

Al otro lado • Minimoni OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora