5. Alfa

936 124 27
                                    

—¿Jiwon?—Jimin balbuceó confundido al despertar en un letargo. La garganta la sentía seca y rasposa por gritar junto con los músculos de todo su cuerpo tensos—¿Ji-Jiwon?

Debajo de sus párpados, los delirios se tornaron sangrientos por lo que se desesperó en segundos, gimiendo por el dolor punzante que atravesó su cuerpo como un aguijón al intentar incorporarse. La luz que se colaba por los árboles le dañó la vista, pero pronto una sombra sobre él le alivió.

Pero su corazón siguió manteniéndose intranquilo.

—Bébela, esta fresca—Con la vista borrosa, no pudo discernir la figura en frente suyo que le hablaba en un barítono, pero si reconoció la voz. No puso resistencia en abrir la boca dejando mojar sus labios resecos y refrescarse un poco, tenía sed después de todo—El río está a dos kilómetros de aquí, te llevaré sobre mi espalda para que puedas limpiarte. Yo me encargaré de lavar tu túnica, haciendo un poco de fuerza las manchas saldrán.

La mención de sangre, le hizo recapacitar, y sin medir sus movimientos empujó las manos que sostenían la extraña cantimplora en frente suyo haciendo que el agua se derramase y salpicara un poco en la cara del contrario. Su respiración se agitó con miedo, esperando alguna reprimenda tal como lo hubieran hecho las sacerdotisas pero mucho peor, tal vez una transformación.

Se arrastró unos cuanto centímetros lejos de él, sin importarle que la herida en su hombro quemaba. Parpadeó con rapidez intentando enfocar su vista en los ojos verdes en frente suyo.

—No, no quiero por favor vete...yo no quise—Jimin dijo negando con la cabeza y el mentón temblándole. No supo si quería disculparse, pedir por su vida o salir corriendo, pero sabía que estaba en desventaja. Era la casta más débil.

—No pasa nada, tranquilo—El hombre negó con la cabeza con una mirada desconcertada por el accionar repentino. Se secó la cara con la manga de una cazadora que le quedaba un poco chica y fue cuando Jimin se percató que llevaba el uniforme de uno de los omegas que estuvieron con él—Puedo ir por más luego ¿si? intenta no moverte demasiado, logré quitar la bala, pero quedaron esquirlas.

El hombre se alejó un poco de él con lentitud, como si no quisiera asustar a un animal herido.

Se sentó contra el troco de un árbol, mientras Jimin permaneció semi recostado sobre unas hojas secas. Aprovechó para analizarlo, notando que se veía cansado, con moretones en el rostro, las manos ensangrentadas y un corte profundo en la ceja. Se preguntó por que el Alfa todavía no lo atacaba, permaneciendo con un temple mayor al de él, casi como si tuviera control sobre si mismo. Algo imposible, pues los Alfas habían sucumbido a sus instintos hace mucho ¿cierto? ¿era acaso él una especia diferente?

—¿Qué eres?—Soltó Jimin de repente, intentando incorporarse un poco más a pesar de la protesta de sus costillas. Logró quedar sentado, abrazando sus piernas a su pecho. Apretando sus extremidades con fuerza para que no notara el temblor.

El hombre le miró por unos segundos, con unos ojos que parecían casi melancólicos. Que extraño.

—Soy tan humano como tú—Respondió calmado.

—Eres un animal, un Alfa, no somos iguales—Jimin refutó mirándolo de arriba abajo, tal vez con el miedo de volver a ver a la bestia—Te vi transformarte.

—Me juzgas muy rápido por lo que soy, los animales también sienten y sufren, sabes—Lo dijo con el ceño fruncido, quitando su mirada de él—Mi lobo y yo compartimos una conciencia, sigo siendo yo quien toma las decisiones racionales.

—¿Incluso para asesinar?—Respondió un ligero tartamudeo en su voz apretando sus rodillas.

—Incluso para asesinar cuando lo considero justo, así como tu lo decidiste sobre la vida de ese omega—Esta vez volvió a posar sus ojos sobre él, causándole un escalofrío. La mandíbula del Alfa se apretó con fuerza—Que sepas que no dejé a nadie atrás, no podría. Ellos no merecían ningún tipo de piedad.

Al otro lado • Minimoni OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora