Las alas se quemaron con fuego

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Historia que no esta conectada en el mismo universo, es un historia diferente pero con los mismos personajes de la religión y la serie. Referencias de la biblia. Todo es canon. Cuando hice esto estaba bien triste. Está historia tiene seis partes. Dado a mi perdí está el link de ao3 de mi otro sitio web.

[Las historias de aquí están corregidas porque en ao3 no se me corrige después de seis intentos. Se quedó igual.] [No tengo mucho tiempo ahora, la universidad es una mierda de pruebas todas las semanas.]

[Resumen;
Adam muere maldiciendo en su último aliento a los pecadores los cuales eran parte de la descendencia de sus hijos.

Caín. El primer asesino.
Y Abel, la primera víctima.

Adam solo maldijo a los demonios y angeles por la crueldad de su situación, una situación en la cual el mismo había creado por el enojo que sentía.
Pero el fuego negro que lo había empezado a rodear se había llevado su cuerpo sin vida.]
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En su cabaña, su acogedora cabaña a la cual había construido luego de perder su mundo. El creo una hermosa y linda familia. Esperanzado que al fin podría ser feliz en esta vida mortal.

Junto con su antigua amante Eva y sus dos hijos. Caín y Abel.

Sus más grandes tesoros.

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Adam amaba a sus hijos como un padre amaría a su descendencia. Amor autoritario y firme por el control de guiar a su familia en el lugar correcto. Teniendo esperanza de que los estaba guiando por el camino correcto.

El amor de Adam era suave y dulce. Dulce como la miel que se ponía al pan, el mismo pan que tenía en su mano mientras sonreía y reía con sus hijos y esposa en su mesa. Un lugar cálido. Un lugar seguro.

El estaba seguro en su hogar, no más Lucifer, no más Lilith. Pero estaba Eva. Eva siempre estaría con el .

Eva era una uva media agria, que uno nunca se cansaría de beber, un fruto el cuál se volvería ebrio solo para olvidar y volver a beber.

Una y otra vez. Sin parar. Sin detenerse mientras las manos de aquella mujer lo tocaban de arriba hacia bajo en aquellas noches más oscuras.

Adam había estado mirando a Eva por un momento para luego mirar a sus tesoros, sus hijos.

Caín y Abel. Sus pequeños milagros, pequeñas semillas que aún no habían crecido lo suficiente. Y el solo río con felicidad sabiendo que todo estaba bien si ellos dos estaban con el.

Los niños escucharon la voz de Adam.

La risa de su padre y la sonrisa de su madre. Ambos gestos de amor familiar dirigidos hacia ellos dos.

Caín le gustaba ver las expresiones de su padre eh madre cuando hablaba, eran como si fueran viejos conocidos y se trataban con frialdad. El no lo sabía en su niñez. Porque en ese entonces era ingenuo y siempre se peleaba con Abel por el afecto de sus progenitores.

Eva siempre les sonreía y dejaba que hiciera lo suyo, sin intentar detenerlos. Siendo totalmente sumisa ante Adam e ignorando los gritos de los niños que peleaban.

En cambio. Su otro progenitor. El hombre que siempre los miraba de reojo y los regañaba para seguir cultivando en su huerto. Cómo si eso era lo único que debería hacer.

Cómo si estuviera pagando algo horrible que había hecho.

Nunca preguntaron si algo estaba mal con Adam. Pero Caín y Abel miraron. Siempre miraron el trabajo de su progenitor.

Adam siempre iba al huerto, en la noche, en el día, en el invierno frío con lluvia, en los días calurosos en dónde no había agua

Adam siempre iba al huerto solo, hasta que un día. Dejo que Abel lo acompañaría en su viaje al huerto. Dejando que Caín viera.

Una sonrisa que nunca antes había visto.

Permitiéndole a Abel hablar más a Adam, conociendolo mejor y permitiendo que Abel fuera el favorito.

Y el...

Caín.

El era el segundo, el segundo.

La última opción.

Caín los miro una mañana a ambos a lo lejos, ambos sonriendo mientras caminaba con un cuenco de agua grande y algunas semillas.

Ellos estaban plantando en el huerto. Y el estaba solo con Eva. Eva la que siempre se quedó en casa y no lo miraba si no estaba Adam a su lado.

Eva no miraba a nadie si no había un Adam a su lado.

Eva no era nada sin Adán.

Y Caín se burlo, se burlo en su corazón mientras sentía el enojo y los celos agobiando su corazón. Un corazón que una vez fue puro como Abel.

Pero aquel corazón se había corrompido por su propia voluntad. Paso el tiempo. La oscuridad había adueñado todo el corazón de Caín.

Y cuando Caín sostuvo la roca con sus manos y le pegó con fuerza a Abel en la cabeza.

Todo lo que puedo pensar fue.
[Ahora yo soy el favorito... Ahora yo soy el favorito de Adam, el ya no me podrá ignorar más]

Pero Caín había pecado, y Adam no lo volvió a mirar.

Caín se sintió humillado por ser ignorante, y camino hasta la muerte. Hasta ir al lugar de los pecadores.

Caín el primer asesinó.

Un señor supremo que disfrutaba matar. Por solo recordar la expresión aterrorizada de Adam al verlo.

Una nueva expresión que nunca había visto antes.


Adam Hazbin HotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora