10. Está Loca.

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Siendo sincero, no recuerdo que pasó en la fiesta, pero lo más extraño, es que solo tengo ligeros flash back de esa noche

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Siendo sincero, no recuerdo que pasó en la fiesta, pero lo más extraño, es que solo tengo ligeros flash back de esa noche.

En mi mente se reproduce una escena donde soy protagonista de un toqueteo nada decente con alguien, el problema es que no se quien es.

Mi mano izquierda desciende de la cintura hasta la pierna de la chica. Aprieto un poco la pierna y  sigo más abajo hasta llegar al borde de sus bragas.

—No te creo —susurré—. ¿Que hacías con Dominik?

Doy ligeros roses en su sexo por encima de sus bragas, siento como se estremece, no jadea ni gime, pero sus bragas están muy, muy húmedas.

Eso es todo lo que recuerdo, no se quien es la chica, solo sé que llevaba un vestido negro que le queda magnífico y he soñado varias veces que soy quien se lo quito.

Cuatro días soñando con ella, intenté quitar mi calentura con Mavie, pero ella no me da lo que mi cuerpo exige. No es la chica del vestido negro.

—¡¿Me estás escuchando?! —grita Zulema—. Es importante que me prestes atención en cinco días nos tenemos que ir a Francia y Bastian te hará preguntas del proyecto.

—Si, me lo sé de memoria, ya cállate.

—No, dímelo —exige.

—¿El que?

—Has de cuenta que soy Bastian y háblame del proyecto.

—No vengas con esas cosas —le advierto.

—Hazlo —se sienta frente a mi—. Ahora.

Suelto un bufido mientras me pongo de pie, enciendo la pantalla y empiezo a decirle lo que quiere escuchar.

Podría correrla de mi oficina, ahí es donde se preguntarán ¿Por qué no lo haces? Fácil, no quiero que se vaya. Es raro, lo sé, pero hay algo en mi que no me permite correrla.

Si fuera otra persona diría que me prende la manera en la que me exige las cosas, en otros casos ya la tuviera contra mi escritorio llenandola de mi. Pero es Zulema, no despierta ningún placer en mí.

—¿Feliz? —cuestiono al terminar.

—No, dudas.

—¿Qué?

—Dudas mucho, no proyectas seguridad, hazlo de nuevo.

—Eres insoportable, sé como hacerlo, yo nací para esto, no tengo que estar complaciendote cada vez que así lo quieras.

Camino a mi escritorio y vuelvo a sentarme, espero a que se vaya pero no lo hace, mira su tablet y se vuelve hacía mi.

—Cinco días, Lahiam, tienes cinco días para tenerlo perfecto.

Finalmente se levanta y se va.

Estos días, después de la fiesta, se ha comportado diferente, más molesta de lo que siempre está. Más a la defensiva, no deja que entre a su oficina y si se ella quien entra se mantiene lejos, como si yo fuera un fuego en el que ella no está dispuesta a quemarse.

Como Imanes [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora